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lunes, 30 de julio de 2012

San Ignacio de Loyola, en el día de su festividad, 31 de julio

Iglesia de Jesuitas en San Sebastián

El dia 31 de julio la Iglesia celebra la festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas.
Iñigo López de Loyola,  nació en Loyola (Guipúzcoa) en 1491. Recibió una educación  elemental,aunque con una base religiosa sólida.  Dedicado a la milicia, tuvo una intensa actividad tanto militar como cortesana.
Quiero recordar aquí mis felices años de niñez en los años 50 del siglo XX cuando pasaba con mis padres y hermanos largos veranos en San Sebastián; en contra de lo que sucede ahora, las iglesias se llenaban incluso en días laborables y no digamos los domingos y festivos con los fieles llegando hasta la calle pues no cabían materialmente en el templo; el dia de San Ignacio, 31 de julio, se celebraba la festividad del Santo,en toda Guipúzcoa,y particularmente en la iglesia de los Jesuitas de San Sebastián, (en la foto*) de forma tan solemne como apoteósica y se cantaba al final de cada misa, con gran devoción, el himno de San Ignacio, en vascuence por cierto, alguna de cuyas estrofas todavía recuerdo:
“Ignacio gure patroi handia /Jesusen Compañía/ fundatu….”

José María Pemán, en su obra "El Divino Impaciente" dedicada a San Francisco Javier, narra con verso ágil las andanzas en París de este grupo insigne de los proto-seguidores  del de Loyola.
El Divino Impaciante" es un poema dramático en verso, dividido en un prólogo, tres actos y un epílogo.Fue la primera obra de teatro que escribió Pemán, en 1933. La obra tuvo un gran éxito de crítica tanto en España como en América.
Seguidamente reproduzco unos versos de esa obra, en los que Pedro Fabro, compañero de estudios y uno de los primeros jesuitas, explica a sus compañeros la figura del de Loyola:
Contesta Pedro Fabro, a la pregunta de Francisco de Xabier ¿Como es el?
…....
Desmedrado;
más bien mala la presencia y la estatura;
la color trigueña oscura,
la barba corrida y rala,
y unos ojos de carbón
que tanto, al mirar, afinan
que más que ver, adivinan
de penetrantes que son.
Por su porte y condición,
a pesar de andar raído,
se ve en toda su persona
la huella de quien ha sido
galán apuesto y florido.
En el cerco de Pamplona, siendo mozo,
le alcanzó una bala la canilla,
y aunque le desjarretó los huesos todos,
libró del trance por maravilla.
Sólo un vicio le quedó del que no pudo librar:
una indecisa cojera que le da cierta manera
casi graciosa de andar.
Éste es el hombre:
madera labrada de tan buen modo,
que sabe llegar en todo
más lejos que otro cualquiera.
Estando herido, en Loyola,
el Flos Sanctorum leía,y
en leyéndolo, le hervía
su buena sangre española
de tal modo, que ya ansia,
calzando siempre más puntos que el que más,
llegar a ser más Santo
que fueron juntos todos los Santos de ayer.
Según ha dado a entender,
ahora anda en trance de ir a Roma,
con intención secreta de conseguir
licencia de Fundación,
pues, según parece,
sueña no sé qué empeño futuro.
Y triunfará, de seguro;
que cuando en algo se empeña,
paso a paso, bien o mal,
repartiendo por igual la suavidad con el mando,
cojeando, cojeando, llega siempre hasta el final........
F.J.

(*)Esta foto está publicada en el blog http://jaquintal.blogspot.com

sábado, 3 de agosto de 2013

San Ignacio de Loyola y los jesuitas.

Basílica de los jesuitas en Loyola, Guipúzcoa.

Escribo este artículo tres días después (es decir, dentro de su octava) del 31 de julio, fecha que la Iglesia celebra la festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas.
La vida y la obra de este gran personaje siempre han merecido interés, pero este año adquiere un mayor relieve, si cabe, con la elección del cardenal Bergogglio, primer jesuita Sumo Pontífice de la Iglesia.

Iñigo López de Loyola,  nació en Loyola (Guipúzcoa) en 1491 y murió en Roma en 1.556. Recibió una educación  elemental,aunque con una base religiosa sólida.  Dedicado a la milicia, tuvo una intensa actividad tanto militar como cortesana.En mayo de 1521, se encontró defendiendo como soldado la fortaleza de Pamplona contra los franceses; durante la batalla, una bala de cañón le alcanzó, hiriéndole en una pierna y rompiéndole la otra.

En 1.534 funda la Compañía de Jesús.

Como dice José María Pemán en “El Divino Impaciente”:

“....En el cerco de Pamplona, siendo mozo,
le alcanzó una bala la canilla,
y aunque le desjarretó los huesos todos,
libró del trance por maravilla.
Sólo un vicio le quedó del que no pudo librar:
una indecisa cojera que le da cierta manera
casi graciosa de andar....”

y sigue Pemán:

“... Estando herido, en Loyola,
el Flos Sanctorum leía,y
en leyéndolo, le hervía
su buena sangre española
de tal modo, que ya ansia,
calzando siempre más puntos que el que más,
llegar a ser más Santo
que fueron juntos todos los Santos de ayer.
Según ha dado a entender,
ahora anda en trance de ir a Roma,
con intención secreta de conseguir
licencia de Fundación,
pues, según parece,
sueña no sé qué empeño futuro.
Y triunfará, de seguro;
que cuando en algo se empeña,
paso a paso, bien o mal,
repartiendo por igual la suavidad con el mando,
cojeando, cojeando, llega siempre hasta el final........”

Para enmarcar históricamente su biografía,subrayemos que el Concilio de Trento donde ya destacan algunos nuevos teólogos jesuitas se celebra en Trento (Italia) entre 1.545 y 1563.

En  1.492 Colón descubre América, en 1502 llega allí, Francisco Pizarro y hacia 1.520 se produce la conquista del Perú.
Las misiones jesuíticas en América, fueron poblados indígenas organizados y administrados por los misioneros jesuítas en el Nuevo Mundo como parte de su obra civilizadora y evangelizadora. Mucho después, ya en el siglo XX, también veremos a algunos jesuitas liderando la controvertida “Teología de la Liberación”, pero ese tema ya se sale del contenido de este artículo.

Resultan ser especialmente significativas las actividades de la Compañía de Jesús en el ámbito de la enseñanza. La nueva orden religiosa se origina en base a un selecto grupo de compañeros universitarios de Ignacio, formados todos en la Universidad de París y sus nuevas vocaciones se reclutan en residencias universitarias cercanas a los centros docentes mas famosos de la época: París, Padua, Coimbra, Lovaina, Colonia, Valencia entre los años 1540 y 1544.

En España además de sus centros de enseñanza medias tiene algunas de las universidades privadas mas prestigiosas como la Universidad Pontificia de Comillas de la cual dependen centros como la ingeniería ICAI (Madrid), economía y derecho ICADE (Madrid) y Deusto, Instituto Químico de Sarria, Cataluña, etc.etc.

Finalmente, permítaseme recordar dos anécdotas personales:

La primera, quiero recordar aquí mis felices años de niñez en los años 50 del siglo XX cuando pasaba con mis padres y hermanos largos veranos en San Sebastián; en contra de lo que sucede ahora, las iglesias se llenaban incluso en días laborables y no digamos los domingos y festivos con los fieles llegando hasta la calle pues no cabían materialmente en el templo; el dia de San Ignacio, 31 de julio, se celebraba la festividad del Santo,en toda Guipúzcoa,y particularmente en la iglesia de los Jesuitas de San Sebastián, de forma tan solemne como apoteósica y se cantaba al final de cada misa, con gran devoción, el himno de San Ignacio, en vascuence por cierto, alguna de cuyas estrofas todavía recuerdo:
“Ignacio gure patroi handia /Jesusen Compañía/ fundatu….”.

En segundo lugar, recordar a un excelente catedrático de matemáticas, ya fallecido, de la Facultad de Físicas de la Universidad Central, el Padre Alberto Dou Mas de Xesás,(Olot 1915- San Cugat del Vallés 2.009), sabio jesuita y excelente matemático e ingeniero de caminos, uno de los primeros que introdujo en España los abstrusos conceptos de la Matemática moderna.

F.J.de C.

 


sábado, 31 de julio de 2010

En el día de San Ignacio, 31 de Julio.



Quiero recordar aquí mis felices años de niñez en los 50 del siglo XX cuando pasaba con mis padres y hermanos largos veranos en San Sebastián; en contra de lo que sucede ahora, las iglesias se llenaban incluso en días laborables y no digamos los domingos y festivos con los fieles llegando hasta la calle pues no cabían materialmente en el templo; el dia de San Ignacio, 31 de julio, se celebraba la festividad del Santo, en la iglesia de los Jesuitas de San Sebastián, de forma tan solemne como apoteósica y se cantaba al final de cada misa, con gran devoción, el himno de San Ignacio, en vascuence por cierto, alguna de cuyas estrofas todavía recuerdo: “Ignacio gure patroi handia /Jesusen Compañía/ fundatu….”
Un verano, vimos cómo avanzaba la construcción de un  nuevo seminario, imponente edificio (aunque lamentablemente feo en su exterior) ubicado en un alto sobre la playa de Ondarreta; vistas maravillosas, como puede imaginarse y capacidad insuficiente desde un principio para acoger las numerosas vocaciones sacerdotales de entonces. Hoy está vacío, no sé cual es su utilización, sí que es cierto que ya no funciona como seminario  por falta de “clientes”. Este es uno mas de los indicadores del deterioro de la fe católica y del abandono de la práctica religiosa en muchas familias vascas tradicionalmente muy creyentes y religiosas.
La Compañía de Jesús apareció gracias a la iniciativa de Ignacio López de Loyola.
San Ignacio, Iñigo López de Loyola,  nació en Loyola (Guipúzcoa) en 1491. Recibió una educación pobre y elemental,aunque con una base religiosa sólida.  Dedicado a la milicia, tuvo una intensa actividad tanto militar como cortesana (aunque no intelectual). Se volcó en la lectura de libros de caballería (recordemos a Dº Quijote) lo que quizá le hizo tener grandes sueños de grandeza llegando a aspirar al amor de la Infanta Catalina, hermana del Emperador Carlos I.
En 1521 (a los 30 años) cambió radicalmente de vida. Tras ser herido en el sitio de Pamplona por las tropas francesas, San Ignacio tuvo que guardar una penosa y larga convalecencia. Durante ese tiempo tuvo la oportunidad de leer la «Flos Sanctorum» (vidas ejemplares de santos), la «Vita Christi» de Rodolfo de Sajonia, y el «De imitatione Christi» de Thomas Kempis. Estas lecturas y su afición por los libros de caballería le llevaron a perfilar un nuevo ideal caballeresco dentro de su época: el de caballero de Cristo, un caballero andante en defensa de Dios. Y de acuerdo con dicho ideal, decidió romper con su vida anterior e irse a los Santos Lugares.
    A mediados de 1522, ya repuesto, San Ignacio abandonó su casa y peregrinó a Montserrat. Intercambió sus ropas con un mendigo y se hizo anacoreta. Tras un tiempo, marchó a Manresa, donde se dedicó a la caridad, la oración y la mortificación física.Dos años después, en 1524, comenzó a acercarse a la mística y empezó a vivir una serie de experiencias «sobrenaturales», «místicas», que fue plasmando en pequeñas notas literarias;por fin, marchó a Jerusalén, y regresó de nuevo a España.Más tarde,viajó a París, ciudad en la que permaneció entre 1528 y 1535. Se matriculó en la Sorbona y en ella se convirtió en un declarado papista. Durante este período acabó de perfilar lo que iba a ser la Compañía de Jesús. Conoció, entre otros, a Pedro Fabro, Francisco Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Bobadilla y Rodríguez, hombres que se constituirían en los futuros pilares de la Compañía.
José María Pemán, en su obra "El Divino Impaciente" dedicada a San Francisco Javier, narra con verso ágil las andanzas en París de este grupo insigne de los proto-seguidores del de Loyola.
F.J.

 

martes, 8 de diciembre de 2015

Flos Sanctorum: Vida de San Francisco Javier.

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Francisco de Jasso Azpilcueta Atondo y Aznáres de Javier, más conocido como Francisco de Javier o Francisco de Jasso (7 abril1506 – 3diciembre1552) fue un religioso y misionero navarro de la Compañía de Jesús nacido en el Castillo de Javier de la Villa homónima y fallecido en la isla de Sanchón (China).

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El castillo natal de Francisco Javier.
Donde el río Aragón empieza a regar las fértiles tierras de la ribera de Navarra existía un castillo medieval, edificado en el siglo XIII sobre otro más antiguo y renovado por sus padres.
 Coronado de macizas torres y rodeado de un foso con altos muros y puentes levadizos, demostraba a las claras su carácter defensivo frente al vecino Reino de Aragón.
Fue canonizado por la Iglesia Católica con el nombre de San Francisco Javier.

Francisco de Javier fue un relevante misionero jesuita, miembro del grupo precursor de la Compañía de Jesús y estrecho colaborador de su fundador, Ignacio de Loyola.

Se destacó por sus misiones que se desarrollaron en el oriente asiático y en el Japón. Recibió el sobrenombre de Apóstol de las Indias.
El papa Alejandro VII, en el año 1657,  incorporó como patrono del reino de  Navarra  a San Francisco Javier que a partir de entonces comparte con San Fermín.

Cronología del Santo:

7-4-1506. Nace en el Castillo de Javier (Navarra, España).

1525. Marcha a París para estudiar en la Sorbona.

15-8-1534. Hace los votos de Montmartre con Ignacio y otros cinco compañeros.

24-6-1537. Ordenado sacerdote en Venecia.

1540. Destinado a las Indias.

7-4-1541. El mismo día de su 35 cumpleaños sale de Lisboa.

6-5-1542. Llega a Goa. Desde allí, durante unos 7 años evangeliza buena parte del sur de la India, Ceilán, Malaca, etc.

15-8-1549. Llega a Kagoshima, Japón.

1551. Regresa a la India y hace nuevos proyectos.

3-12-1552. Muerte en la isla de Sanchón, frente a las costas de China.

12-3-1622. Es canonizado junto a San Ignacio, Santa Teresa, San Isidro Labrador y San Felipe Neri por el Papa Gregorio XV.

1904. San Pío X le nombra Patrono de las Misiones.

Francisco Javier en París.

París siempre ha tenido fama de ciudad alegre y divertida; pero ninguno de sus barrios era tan bullicioso y jaranero como el Latino, donde se hacinaban los cincuenta colegios que componían la Universidad de la Sorbona.
 La sociabilidad innata de Javier unida a su jovialidad será una constante hasta el fin de su vida.
 La extrema severidad de los reglamentos de esos Colegio Mayores no era obstáculo para Javier para escapar del colegio de noche y respirar un poco de libertad por las timbas y tabernas, que tanto abundaban en el barrio Latino.
 A Javier le gustaba beber, jugar a las cartas y, sobre todo, cantar, pero sin caer en obscenidades.
 Y así hasta tropezar con Iñigo de Loyola.

La conversión de Francisco Javier.

Un buen día Javier se encuentra con un estudiante guipuzcoano, cojitranco, reconcentrado y muy devoto, con 16 años por encima de los suyos: era Ignacio (Iñigo) de Loyola.
 Y providencialmente acabaron hospedándose en la misma habitación del Colegio Mayor de Santa Bárbara.
 Mientras Javier era un joven fogoso, de porte distinguido y apuesto, con anhelos de gloria, queriendo brillar en el mundo... Ignacio sólo ambicionaba glorificar a Dios y servir a la Iglesia.
 Pero Javier ante la reiterada pregunta de Ignacio "¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?" terminó por renunciar al mundo y hacerse jesuita jurando sus votos.

Posteriormente viajó, viajó siempre, durante toda su vida de activo misionero. Enseñaba, bautizaba, confesaba, creaba fe, esperanza, amor. La Iglesia crecía cada día, viéndole a él, escuchándole. Para él no existía el país imposible. Y un día quiso conquistar la inmensa China. Navegó, llegó a una isla, veía la costa del continente firme. Se sintió enfermo.
Javier fue probablemente el poeta que cantó esos versos del más puro acto de amor a Jesucristo:

“No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido. / Ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte. / Tú me mueves, Señor, muéveme el verte / clavado en una cruz y escarnecido. / Muéveme el ver tu cuerpo tan herido. / Muévenme tus afrentas y tu muerte. / Muéveme, al fin tu amor,  y en tal manera, / que, aunque no hubiera cielo,  yo te amara, / y, aunque  no hubiera infierno, te temiera. / No me tienes que dar porque te quiera. / Pues, aunque lo que espero, no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera”.

El Divino Impaciente.

José María Pemán, (*) en su inmortal obra, “El Divino Impaciente” describe muy bien, en sus sonoros versos, la biografía de San Francisco Javier  y su relación con su amigo Ignacio de Loyola:

DE IGNACIO A JAVIER:
“Te quiero siervo de Dios... / ¡pero sin jugar a santo!... Lo has de ser con menos brío: / cuando suena mucho el río / es porque hay piedras en él. / Virtud que se paladea / apenas si es ya virtud. /  No hay virtud más eminente / que el hacer sencillamente / lo que tenemos que hacer.../ El encanto de las rosas / es que, siendo tan hermosas,  / no conocen que lo son. / Pedro Fabro: en Javier fundo / mi ilusión y mi placer; /  que si yo gano a Javier, Javier me ganará un mundo... Vencida su inexperiencia / domada su vanidad / de él espero, si me es fiel, / milagros de santidad...”
IGNACIO A JAVIER QUE MARCHA HACIA LAS INDIAS
“Pídele a Dios cada día / oprobios y menosprecios, / que a la gloria, aun siendo gloria / por Cristo, le tengo miedo... / Ni el rezo estorba al trabajo, ni el trabajo estorba al rezo. / Trenzando juncos y mimbres / se pueden labrar, a un tiempo, / para la tierra un cestillo / y un rosario para el cielo... / Mientras tanto, Javier mío, / porque no nos separemos, / llévame en tu corazón, / que en mi corazón te llevo”.
JAVIER, AGOTADO, VA HABLANDO CON DIOS, en el EPILOGO de su obra: “Postrado a tus pies benditos,/ aquí estoy, Dios de bondades, / entre estas dos soledades / del mar y el cielo infinitos.../ Vencida de tanto hacer / frente al mar y a su oleaje, / ya va a rendir su viaje la barquilla de Javier.../  No puse nunca, Señor,/ la luz bajo el celemín... / Me diste cinco talentos /y te devuelvo otros cinco... / Cuida a mi gente española... / Y si algún día mi casta / reniega de Ti y no basta,/ para aplacar tu poder,/  en la balanza poner sus propios merecimientos.../ pon también los sufrimientos / que sufrió por Ti Javier... / Sí... no me ocultes tu rostro... / Ya va a buscarte tu siervo...” (Javier va dejando caer la cabeza...).

En Roma, en la iglesia del Gesú, se puede ver la imagen del Santo,  su brazo derecho levantado, agotado, como  si estuviera dando la absolución, bendiciendo o bautizando. Javier murió a los 46 años.  Sin duda fue el Impaciente, pero un impaciente divino, que conmovió el mundo, los siglos y la historia habiendo vivido solamente cuarenta y seis  años.
F.J.de C.
Madrid, 8 de diciembre de 2.015

(*) Nota: José María Pemán,(Cádiz, 1987 - Cádiz, 1981) poeta,dramaturgo, escritor, articulista y orador español católico  entre sus numerosísimas obras destaca El Divino Impaciente que estrenada en 1.934 en Madrid obtuvo un clamoroso éxito en pleno auge de la II República.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Vidas de santos: San Francisco Javier, "el Divino Impaciente"

San Francisco Javier
Recordatorio de San Francisco Javier en su octava.

Francisco de Jasso Azpilcueta Atondo y Aznáres de Javier, más conocido como Francisco de Javier o Francisco de Jasso (* 7 de abril de 1506 –† 3 de diciembre de1552) fue un religioso y misionero navarro de la Compañía de Jesús nacido en el Castillo de Javier de la Villa homónima y fallecido en la isla de Sanchón (China).
Fue canonizado por la Iglesia Católica con el nombre de San Francisco Javier.
Francisco de Javier fue un relevante misionero jesuita, miembro del grupo precursor de la Compañía de Jesús y estrecho colaborador de su fundador, Ignacio de Loyola http://fj-lasideasdejeugenio.blogspot.com/search?q=SAN+IGNACIO+DE+LOYOLA.
Se destacó por sus misiones que se desarrollaron en el oriente asiático y en el Japón. Recibió el sobrenombre de Apóstol de las Indias.
El castillo natal de Francisco Javier
Donde el río Aragón empieza a regar las fértiles tierras de la ribera de Navarra existía un castillo medieval, edificado en el siglo XIII sobre otro más antiguo y renovado por sus padres.
 Coronado de macizas torres y rodeado de un foso con altos muros y puentes levadizos, demostraba a las claras su carácter defensivo frente al vecino Reino de Aragón.
Francisco Javier en París
París siempre ha tenido fama de ciudad alegre y divertida; pero ninguno de sus barrios era tan bullicioso y jaranero como el Latino, donde se hacinaban los cincuenta colegios que componían la Universidad.
 La sociabilidad innata de Javier unida a su jovialidad será una constante hasta el fin de su vida.
 La extrema severidad de los reglamentos de esos Colegio Mayores no era obstáculo para Javier para escapar del colegio de noche y respirar un poco de libertad por las timbas y tabernas, que tanto abundaban en el barrio Latino.
 A Javier le gustaba beber, jugar a las cartas y, sobre todo, cantar, pero sin caer en obscenidades.
 Y así hasta tropezar con Iñigo de Loyola.
La conversión de Francisco Javier
Un buen día Javier se encuentra con un estudiante guipuzcoano, cojitranco, reconcentrado y muy devoto, con 16 años por encima de los suyos: era Ignacio (Iñigo) de Loyola.
 Y providencialmente acabaron hospedándose en la misma habitación del Colegio Mayor de Santa Bárbara.
 Mientras Javier era un joven fogoso, de porte distinguido y apuesto, con anhelos de gloria, queriendo brillar en el mundo... Ignacio sólo ambicionaba glorificar a Dios y servir a la Iglesia.
 Pero Javier ante la reiterada pregunta de Ignacio "¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?" terminó por renunciar al mundo y hacerse jesuita jurando sus votos.Posteriormente
viajó, viajó siempre, durante toda su vida de activo misionero. Enseñaba, bautizaba, confesaba, creaba fe, esperanza, amor. La Iglesia crecía cada día, viéndole a él, escuchándole. Para él no existía el país imposible. Y un día quiso conquistar la inmensa China. Navegó, llegó a una isla, veía la costa del continente firme. Se sintió enfermo.
Javier fue probablemente el poeta que cantó esos versos del más puro acto de amor a Jesucristo:
“No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido. / Ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte. / Tú me mueves, Señor, muéveme el verte / clavado en una cruz y escarnecido. / Muéveme el ver tu cuerpo tan herido. / Muévenme tus afrentas y tu muerte. / Muéveme, al fin tu amor,  y en tal manera, / que, aunque no hubiera cielo,  yo te amara, / y, aunque  no hubiera infierno, te temiera. / No me tienes que dar porque te quiera. / Pues, aunque lo que espero, no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera”.

El Divino Impaciente
José María Pemán, (*) en su inmortal obra, “El Divino Impaciente” describe muy bien, en sus sonoros versos, lo que Ignacio le iba diciendo y descubriendo a Javier:

DE IGNACIO A JAVIER:

“Te quiero siervo de Dios... / ¡pero sin jugar a santo!... Lo has de ser con menos brío: / cuando suena mucho el río / es porque hay piedras en él. / Virtud que se paladea / apenas si es ya virtud. /  No hay virtud más eminente / que el hacer sencillamente / lo que tenemos que hacer.../ El encanto de las rosas / es que, siendo tan hermosas,  / no conocen que lo son. / Pedro Fabro: en Javier fundo / mi ilusión y mi placer; /  que si yo gano a Javier, Javier me ganará un mundo... Vencida su inexperiencia / domada su vanidad / de él espero, si me es fiel, / milagros de santidad...”

IGNACIO A JAVIER QUE MARCHA HACIA LAS INDIAS

“Pídele a Dios cada día / oprobios y menosprecios, / que a la gloria, aun siendo gloria / por Cristo, le tengo miedo... / Ni el rezo estorba al trabajo, ni el trabajo estorba al rezo. / Trenzando juncos y mimbres / se pueden labrar, a un tiempo, / para la tierra un cestillo / y un rosario para el cielo... / Mientras tanto, Javier mío, / porque no nos separemos, / llévame en tu corazón, / que en mi corazón te llevo”.

JAVIER, AGOTADO, VA HABLANDO CON DIOS, en el EPILOGO de su obra, JM Pemán dice:
“Postrado a tus pies benditos,/ aquí estoy, Dios de bondades, / entre estas dos soledades / del mar y el cielo infinitos.../ Vencida de tanto hacer / frente al mar y a su oleaje, / ya va a rendir su viaje la barquilla de Javier.../  No puse nunca, Señor,/ la luz bajo el celemín... / Me diste cinco talentos /y te devuelvo otros cinco... / Cuida a mi gente española... / Y si algún día mi casta / reniega de Ti y no basta,/ para aplacar tu poder,/  en la balanza poner sus propios merecimientos.../ pon también los sufrimientos / que sufrió por Ti Javier... / Sí... no me ocultes tu rostro... / Ya va a buscarte tu siervo...” (Javier va dejando caer la cabeza...).

En Roma, en la iglesia del Gesú, se puede ver la imagen del Santo,  su brazo derecho levantado, agotado, como  si estuviera dando la absolución, bendiciendo o bautizando. Javier murió a los 46 años.  Sin duda fue el Impaciente, pero un impaciente divino, que conmovió el mundo, los siglos y la historia habiendo vivido solamente cuarenta y seis  años. 
Recomiendo a los lectores de este blog, la lectura de esta magistral obra de José Mª Pemán.
F.Javier de C.

(*) Nota: José María Pemán,(Cádiz, 1987 - Cádiz, 1981) poeta,dramaturgo, escritor, articulista y orador español católico  entre sus numerosísimas obras destaca El Divino Impaciente que estrenada en 1.934 en Madrid obtuvo un clamoroso éxito en pleno auge de la II República.