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miércoles, 12 de febrero de 2014

De pedofilia, pederastia y demás perversiones.



Según el DRAE, Diccionario de la Real Academia,  pedofilia o paidofilia, es “la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes”.
La pederastia,  es,  también según el mismo DRAE , “Abuso sexual cometido con niños”, por lo que desciende un escalón mas, superando  la atracción  y pasando al abuso en la perversión.

Parecería como que se intentara que el mundo asocie las palabras pederasta, pedófilo, degenerado, en suma,  a la Iglesia Católica  como institución y no a un grupo de individuos, obispos, sacerdotes, o religiosos que habiendo cometido un delito hay que juzgar, y en su caso condenar, pero no por su credo ni su pertenencia a la jerarquía eclesiástica, sino por un delito que cometieron, como lo cometen a diario otros que pueden ser incluso, personas muy cercanas a las víctimas: padres, padrastros, hermanos, familiares en distintos grados, vecinos, maestros, etc., y que como profesión pueden tener la de médicos, abogados, ingenieros, etc., y pueden ocupar cargos públicos,  semipúblicos o privados de todo tipo;  advirtiéndose que algunos medios, casi todos de una tendencia determinada, sienten una extraña fascinación por asociar las palabras Fe, Iglesia Católica, sacerdotes, curas, obispos, cardenales, Vaticano etc. para relacionar la jerarquía eclesiástica a lo más escatológico y podrido del ser humano.
La ONU, por su parte,  criticó al Vaticano recientemente en un durísimo informe por no haber reconocido nunca "la amplitud  de los crímenes" de abuso sexual contra niños por parte del clero y lo acusó de adoptar "políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos y a la impunidad de los responsables”.
Sin embargo, no debe olvidarse  que fue Benedicto XVI quien dio los primeros pasos hacia una política de "tolerancia cero" contra los abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes y que ahora está profundizando Francisco. El actual pontífice no sólo ha expresado en varias ocasiones su absoluta determinación a luchar contra la pederastia dentro de la Iglesia sino que, a sugerencia de los ocho cardenales que le asesoran (a los que se les conoce como el G8 vaticano), ha decidido crear una comisión específica para proteger a los niños de los curas pederastas.
Así lo ha reconocido, por su parte, también, por primera vez en sede internacional de Ginebra, el representante de la Santa Sede, el arzobispo Silvano Tomasi, durante su intervención que ha respondido ante un organismo internacional sobre los casos de pederastia cometidos por sacerdotes. Ha sido en Ginebra, ante el Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño."No hay excusa para cualquier forma de violencia o explotación de los niños. Estos crímenes no pueden justificarse nunca, ya sean cometidos en el hogar, en las escuelas, en la comunidad, en el ambiente de los deportes, o en las organizaciones y estructuras religiosas. Esta es desde hace tiempo la política de la Santa Sede.
La Santa Sede ha puesto en marcha políticas y procedimientos diseñados especialmente para tratar de eliminar esos abusos y para colaborar con las autoridades estatales en la lucha contra la pederastia.
Con respecto al último comunicado de la ONU, la Santa Sede respondió a través de otro comunicado, diciendo que toma nota de las observaciones finales del informe de la ONU y que éstas serán sometidas a un estudio y análisis minucioso. No obstante, dijo que lamenta ver en algunos puntos del informe “un intento [de la ONU] de interferir con la enseñanza de la Iglesia Católica sobre la dignidad de la persona y el ejercicio de la libertad religiosa así como de hacer gala de prejuicios ideológicos ampliando su campo informativo a toda la doctrina de la Iglesia sobre la vida, la reproducción, etc.” .

F.J. de C.
Madrid, 13 de febrero de 2.014

martes, 21 de diciembre de 2010

Benedicto XVI y su preocupación por el asunto de la pederastia.


Reproduzco del blog amigo Mi Ventana Indiscreta el siguiente artículo:

La obsesión de Benedicto XVI por lo esencial.

Todos los años por estas fechas los papas tienen la costumbre de mantener un encuentro con la Curia para intercambiar la felicitación de Navidad. En el "marco incomparable" (según el gracioso tópico redaccional) de una de las solemnes salas vaticanas, o, incluso, de la Sixtina, el Papa dirige un discurso a los miembros del pleno de su “equipo de gobierno” en el que pasa revista a los principales acontecimientos del año a punto de terminar, deslizando casi siempre consideraciones de fondo que no pasan desapercibidas a los informadores.

Por ejemplo, el año 2005, en la que fue su primera felicitación navideña, BXVI, aprovechó esta circunstancia para pronunciar un discurso absolutamente fundamental para comprender una de las lineas de fondo de su comprensión de la Iglesia contemporánea heredera de un concilio, el Vaticano II, de cuya interpretación sigue dependiendo todo el desarrollo teórico y práctico (pastoral) de la iglesia católica en el presente siglo. De obligada lectura y re-lectura...
Ayer, el Papa compareció una vez más ante su curia y les felicitó esta Navidad brindándoles unas consideraciones de fondo que me han vuelto a impresionar porque ponen de relieve el verdadero perfil de este hombre, tantas veces distorsionado por muchos medios de comunicación que siguen sin querer -o, más probablemente, sin poder- entender su profundidad espiritual y sus puntos de referencia básicos.
En este discurso al que me refiero, vuelve a poner de manifiesto la magnitud de la herida que ha infligido a todo el cuerpo eclesial el asunto de la pederastia. Leyendo sus consideraciones, se capta perfectamente que BXVI no hace teatro o da lectura a un guión escrito por algún funcionario cuando asume y reconoce abrumado hasta qué punto ha quedado ensuciada toda la iglesia y comprometido su testimonio por el "pecado" de algunos sus miembros más cualificados.
He subrayado deliberadamente la palabra pecado porque es precisamente el nivel religioso o teológico que esta palabra evoca el que permite al papa-teólogo situar correctamente su meditación. Una meditación que quiere siempre ir a lo esencial: Dios y la relación del hombre con su misterio.
Precisamente por situarse en ese nivel de profundidad, los diagnósticos y las "soluciones" que Ratzinger sugiere rebasan con creces las superficiales proclamas de los que exigen simplemente sanciones ejemplares (nunca excluidas, desde luego, de acuerdo con las leyes), o reformas estructurales de las que dependería la solución de un problema moral que es -reconozcámoslo- algo más que un problema: un enigma, un misterio; el mysterium iniquitatis que nos remite inexorablemente a la pregunta por el ocultamiento de Dios en nuestra sociedad, y previamente a ello, por las condiciones sociales y filosóficas que lo hacen posible o, tal vez incluso, para muchos, hasta deseable.
He querido destacar este aspecto de la última reflexión navideña del Papa, porque creo que nos permite captar una vez más hasta qué punto este hombre tiene la "obsesión" de lo esencial, con lo que, día tras día, le está diciendo a la iglesia a la que él sirve, de qué debe realmente preocuparse si quiere ser, como afirmó el Vaticano II, una Iglesia "reformata et semper reformanda", es decir: reformada y siempre en estado de reforma a la luz del evangelio. ¿Será por eso por lo que el papa Ratzinger gusta tan poco, e incluso irrita, a los maestros del simplismo y a los visionarios de las "revoluciones pendientes"?.
Federico de C.

http://miventanaindiscreta-federico.blogspot.com/