A día de hoy, 31 de enero de 2.016, ESPAÑA se encuentra en un estancamiento político a la espera de resolver la crisis desatada como consecuencia de los resultados electorales del 20 D 2.015. Conviene recordar que estos resultados dibujaron un panorama de multipartidos (14 formaciones distintas en el nuevo Parlamento) sin que ninguno obtuviera una clara mayoría para gobernar lo que se complicaba aún más por la difícil aritmética para conseguir una coalición de gobierno viable.
En estas condiciones, la papeleta que tiene S.M. el Rey Felipe VI se presenta muy complicada dado que según la Constitución 1978, arts. 62, d y 99 corresponde al Rey:
Proponer el candidato a Presidente del Gobierno previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso.
Uno, que ya tiene una edad, recuerda la situación creada durante la llamada “transición” tras la dimisión de Carlos Arias Navarro el 1 de julio de 1976, forzada por el entonces Rey Juan Carlos I.
La crisis política derivada de de dicha dimisión (“desastre Arias”) se complicaba todavía mas por la grave situación económica que requería ser afrontada con urgencia por un gobierno fuerte.
En aquellos días, a diferencia de lo que ocurre ahora, la presidencia de las Cortes estaba ocupada por un personaje de una enorme talla política que actuó con una gran habilidad y lealtad a la Corona puesta ante todo, al servicio de ESPAÑA y no de ningún partido concreto.
Se trataba de Don Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, (Gijón, 10 de noviembre de1.915 – Londres, 19 de junio de 1.980), I Duque de Fernández-Miranda que es considerado por muchos como el auténtico estratega de todo el proceso de Transición a la democracia en España.
Fue nombrado Presidente de las Cortes, cargo que llevaba aparejada la Presidencia del Consejo del Reino. Desde esta posición pudo orientar al Rey acerca de los entresijos del sistema político postfranquista controlándolo para desmontarlo desde dentro, pero actuando siempre con una enorme habilidad para ir "de la ley a la ley" como era su lema.
Torcuato Fernández-Miranda aplicando escrupulosamente la Ley Orgánica del Estado (la Constitución franquista todavía vigente en aquel momento) propuso que en la preceptiva terna de candidatos a Presidente se encontrara Adolfo Suárez:
"estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que el Rey me ha pedido" .
A partir de ese momento, el Rey pudo nombrar Presidente a Suárez que inició todo el proceso que posteriormente se convino en llamar “la Transición”.
Como se expone al principio de este artículo la papeleta que tiene en sus manos el Rey Felipe VI es muy complicada si bien hoy juegan a su favor algunas circunstancias favorables que no existían en 1.978:
- La primera es la situación económica del país mucho mejor hoy 2.016 que entonces (*el PIB creció un 3,2% en 2015, el mayor aumento del valor añadido generado por la economía española desde 2007).
- La segunda, una notable estabilidad política pues no en balde han transcurrido casi 40 años de normalidad democrática e institucional.
- En tercer lugar la pertenencia de nuestro país a organizaciones como la Unión Europea y a la OTAN.
Lamentablemente se dan hoy otras circunstancias que no son tan favorables para llegar a una solución razonablemente aceptable:
- La principal, a mi modesto entender, la constituye el sentimiento partidista y mezquino de los políticos actuales que a diferencia de los que protagonizaron la transición parece que no están dispuestos a flexibilizar sus posiciones en busca de un acuerdo; ello se une a la lamentable categoría humana y profesional de algunos de ellos que no ocultan su ambición política y parece que incluso hacen alarde de un poder real del que carecen.
- En segundo lugar, la lacra de la corrupción que afecta a los dos principales partidos nacionales y en mucha mayor medida al partido de los independentistas catalanes cuyos dirigentes, ex dirigentes y familiares permanecen acorazados frente a la acción de la Justicia.
- En tercer lugar el problema de los nacionalismos que amenaza seriamente romper el ESTADO.
Ante todo esto parece que los márgenes de maniobra del Rey son escasos.
Algunos políticos se pronuncian por la convocatoria de unas nuevas elecciones; esta solución es problemática dado que en virtud de la peculiar Ley electoral vigente es probable que se reprodujera una situación parecida a la actual, lo cual además de no haber resuelto el problema de fondo haría perder muchos meses con todos los inconvenientes de un gobierno provisional.
Estos días de largas negociaciones de S.M. con los partidos deberían, por tanto, finalizar con la investidura de un nuevo Presidente; nótese que según la Constitución, el Rey, debe proponer, a través del Presidente del Congreso, un candidato a la Presidencia del Gobierno previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria.Es decir, la Constitución prescribe como única condición que el candidato sea designado previa consulta ; en consecuencia, ¿podría S.M. desbloquear este “impasse” designando algún “tapado” para ser investido nuevo Presidente, lógicamente consensuado con los representantes de los partidos?.Sería quizás una operación similar a la “operación Suarez” de 1.976,(la diferencia es que hoy el Presidente del Congreso es el Sr. López,del PSOE, no Don Torcuato F. Miranda).
Quedan todavía varios días de consultas y negociaciones y dada la situación de aparente bloqueo, quién sabe como se resolverá esta crisis....
Esperemos que sea de la forma mas satisfactoria para los intrereses de la mayoría de los españoles que somos al fin y al cabo los que pagamos, mediante nuestros impuestos, esta fiesta.
F.J. de C.
Madrid, 31 de enero de 2.016