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domingo, 31 de enero de 2016

La transición.


A día de hoy, 31 de enero de 2.016, ESPAÑA se encuentra en un estancamiento político a  la espera de resolver la crisis desatada como consecuencia de los resultados electorales del 20 D 2.015. Conviene recordar que estos resultados dibujaron un panorama de multipartidos (14 formaciones distintas en el nuevo Parlamento) sin que ninguno obtuviera una clara mayoría para gobernar  lo que se complicaba aún más por la difícil aritmética para conseguir una coalición de gobierno viable.

En estas condiciones, la papeleta que tiene S.M. el Rey Felipe VI se presenta muy complicada dado que según la Constitución 1978, arts. 62, d y 99 corresponde al Rey:
Proponer el candidato a Presidente del Gobierno  previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso.

Uno, que ya tiene una edad, recuerda la situación creada durante la llamada “transición” tras la dimisión de Carlos Arias Navarro el 1 de julio de 1976, forzada por el entonces Rey Juan Carlos I.
La crisis política derivada de de dicha dimisión (“desastre Arias”) se complicaba todavía mas por la grave situación económica que requería ser afrontada con urgencia por un gobierno fuerte.
En aquellos días, a diferencia de lo que ocurre ahora, la presidencia de las Cortes estaba ocupada por un personaje de una enorme talla política que actuó con una gran habilidad y lealtad a la Corona puesta ante todo, al servicio de ESPAÑA y no de ningún partido concreto.
Se trataba de Don Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, (Gijón, 10 de noviembre de1.915 – Londres, 19 de junio de 1.980), I Duque de Fernández-Miranda que es considerado por muchos como el auténtico estratega de todo el proceso de Transición a la democracia en España.
Fue nombrado Presidente de las Cortes, cargo que llevaba aparejada la Presidencia del Consejo del Reino. Desde esta posición pudo orientar al Rey acerca de los entresijos del sistema político postfranquista controlándolo para desmontarlo desde dentro, pero actuando siempre con una enorme habilidad para  ir "de la ley a la ley" como era su lema.
Torcuato Fernández-Miranda aplicando escrupulosamente la Ley Orgánica del Estado (la Constitución franquista todavía vigente en aquel momento) propuso que en la preceptiva terna de candidatos a Presidente se encontrara Adolfo Suárez:
 "estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que el Rey me ha pedido"  .
A partir de ese momento, el Rey pudo nombrar Presidente a Suárez que inició todo el proceso que posteriormente se convino en llamar “la Transición”.

Como se expone al principio de este artículo la papeleta que tiene en sus manos el Rey Felipe VI es muy complicada si bien hoy juegan a su favor algunas circunstancias favorables que no existían en 1.978:

  • La primera es la situación económica del país mucho mejor hoy 2.016 que entonces (*el PIB creció un 3,2% en 2015, el mayor aumento del valor añadido generado por la economía española desde 2007).
  • La segunda, una notable estabilidad política pues no en balde han transcurrido  casi 40 años de normalidad democrática e institucional.
  • En tercer lugar la pertenencia de nuestro país a organizaciones como la Unión Europea y a la OTAN.
Lamentablemente se dan hoy otras circunstancias que no son tan favorables para llegar a  una solución razonablemente aceptable:

  • La principal, a mi modesto entender, la constituye el sentimiento partidista y mezquino de los políticos actuales que a diferencia de los que protagonizaron la transición parece que no están dispuestos a flexibilizar sus posiciones en busca de un acuerdo; ello se une a la lamentable categoría humana y profesional de algunos de ellos que no ocultan su ambición política y parece que incluso hacen alarde de un poder real del que carecen.
  • En segundo lugar, la lacra de la corrupción que afecta a los dos principales partidos nacionales y en mucha mayor medida al partido de los independentistas catalanes cuyos dirigentes, ex dirigentes y familiares permanecen acorazados frente a la acción de la Justicia.
  • En tercer lugar el problema de los nacionalismos que amenaza seriamente romper el ESTADO.

Ante todo esto parece que los márgenes de maniobra del Rey son escasos.

Algunos políticos  se pronuncian por la convocatoria de  unas nuevas elecciones; esta solución es problemática dado que en virtud de la peculiar Ley electoral vigente es probable que se reprodujera una situación parecida a la actual, lo cual además de no haber resuelto el problema de fondo haría  perder muchos meses con todos los inconvenientes de un gobierno provisional.
Estos días de largas negociaciones de S.M. con los  partidos deberían, por tanto, finalizar con la investidura de un nuevo Presidente; nótese que según la Constitución, el Rey, debe proponer,  a través del Presidente del Congreso, un candidato a la Presidencia del Gobierno previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria.Es decir, la Constitución prescribe como única condición que el candidato sea designado previa consulta ; en consecuencia, ¿podría S.M. desbloquear este “impasse” designando algún “tapado”   para ser investido nuevo Presidente, lógicamente consensuado con los representantes de los partidos?.Sería quizás una operación similar a la “operación Suarez” de 1.976,(la diferencia es que hoy el Presidente del Congreso es el Sr. López,del PSOE,  no Don Torcuato F. Miranda).
Quedan todavía varios días de consultas y negociaciones y dada la situación de aparente bloqueo, quién sabe como se resolverá esta crisis....
Esperemos que sea de la forma mas satisfactoria para los intrereses de la mayoría de los españoles que somos al fin y al cabo los que pagamos, mediante nuestros impuestos, esta fiesta.

F.J. de C.

Madrid, 31 de enero de 2.016

jueves, 3 de abril de 2014

¿Hay riesgo de guerra civil como apunta Rouco Varela?

Cardenal Rouco Varela


Mario Conde (Tuy, Pontevedra, 1948, Abogado del Estado,ex presidente de Banesto,empresario y político español)  ha publicado un interesante artículo bajo este título,que seguidamente reproduzco en su integridad.
En dicho artículo comenta las discutidas palabras del Cardenal Rouco en su homilia en el funeral, “de Estado” de Adolfo Suarez, aprovechando también la ocasión para lanzar insinuaciones mas o menos veladas acerca de la actual situación política y la que el vivió en primera persona, en los años 90 del pasado siglo, pues son bien conocidas las estrechas relaciones de Conde con S.M. el Rey y con Adolfo Suarez.
Como es normal, el hecho de que reproduzca aquí este interesante artículo,  no quiere decir que lo comparta íntegramente, en concreto y por ejemplo, cuando don Mario Conde dice:
“...creo que aunque en su fuero interno el Sr. Rouco Varela pensara en la posibilidad cierta de una guerra entre españoles, no debería ni siquiera referirse a ella de manera oficial, y menos con ocasión de un funeral. Me pareció un exceso de todo punto de vista, aunque hay, claro, quien opina lo contrario al entender que es mejor prevenir que curar….”
Esta opinión de Conde , mesurada, si bien discutible, queda muy  lejos de las invectivas que los políticos han lanzado contra Rouco y sobre todo aparece muy matizada en todo el artículo:
“....Pero en España, como antes decía, la guerra civil es asunto capital que conviene de todo punto de vista enviar al rincón recuerdo medido y no de la actualización constante…” 
Aquí acierta plenamente Don Mario pues prácticamente todos los políticos han convertido ese tema de la Guerra Civil en un tabú.
El Cardenal Antonio Rouco Varela (Villalba, Lugo,1936) es un veterano Príncipe de la Iglesia adornado por muchas y muy completas cualidades intelectuales, morales y además es, por su origen antropológico, un gallego, que además  ejerce como tal ; es decir, no es de esas personas que se pronuncie con absoluta transparencia a la hora de emitir opiniones y como dice el aforismo popular refiriéndose al carácter de los gallegos (casualmente, Conde también lo es)“nunca se sabe si sube o baja por las escaleras”.
Por consiguiente, el hecho de haber pronunciado en su homilía unas palabras como las que se reflejan en la cita, no debe ser considerada como un desliz sino como algo muy medido y a sabiendas de los comentarios que iba a suscitar.
Me vienen a la memoria (uno ya tiene una edad) las homilías de quien fue también Arzobispo de  Madrid, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón (Burriana, Castellón,1907 – Valencia, 1994) y en particular la pronunciada durante el acto de consagración de la Corona en la Iglesia Parroquial de San Jerónimo el Real en Madrid , el 27 de noviembre de 1975, que concitó las iras de los entonces llamados “inmovilistas” que tenían una especial inquina contra Dº Vicente -Enrique, no menor que la que siente hoy toda la “progresía” contra Rouco.
En esta ocasión, las reacciones de casi todos los políticos no se  diferencian de los lamentables y bochornosos espectáculos que tuvo que sufrir el pobre Tarancón cuando en muchas de sus presencias públicas tuvo que escuchar “Tarancón al paredón”.
Hoy los políticos han descalificado sus palabras con los mas duros téminos, lanzándose a degüello contra el Cardenal Rouco: “absolutamente impresentable”,  “indignante”, etc. demostrándose una vez mas que la libertad de expresión es un derecho que al parecer no rige para los representantes de la Iglesia Católica; otra cosa sería para los imanes pero ese sería ya otro tema.
F.J.de C.
Madrid, 4 de abril de 2.014.
Artículo que se cita:
Confieso que me sorprendió, a pesar de que en determinadas ocasiones algunas declaraciones  —y actuaciones— del Arzobispo de Madrid, Rouco Varela, contenían elementos adecuados para generar, como mínimo, una sorpresa. Pero esta vez fueron especialmente llamativas y no en vano han sido resaltadas por todos los medios de comunicación.  En el funeral de Estado de Adolfo Suárez, en su homilía, además de resaltar los valores que a su juicio adornaban al difunto, valores que, dicho sea de paso y sin la menor acidez, se recuerdan en el momento de su muerte y se olvidaron y negaron a lo largo de su vida, el Arzobispo se refirió al tema tabú de la guerra civil española.Era un día especialmente intenso y no solo debido a ese funeral sino al hecho de que en una entrevista concedida a un diario nacional, la periodista Pilar Urbano recordaba lo que, a su juicio, constituía la esencia de las relaciones reales entre Adolfo Suárez y D. Juan Carlos, que, si se cree lo por ella manifestado, no se parecen en absoluto a lo que relataban los medios de comunicación desde que se anunció la muerte del ex presidente del Gobierno. Y, esto es decisivo, no solo relataba un marco de relaciones no solo no buenas  sino,incluso , con ciertas punzadas de agresividad, sino que, además, añadía que el Rey tuvo participación en la elaboración del “proyecto Armada” que acabó derivando en un incontrolado —parece- intento de golpe de Estado.  Ya apunté en este Foro algo acerca de este vidrioso tema de las relaciones del Rey con Suárez y de éste con el Monarca, materia sobre la que tengo algunas experiencias, pero no es algo a ser tratado en este momento.Hay asuntos en la vida de una nación que se  propagan desde el poder con una versión que la gente termina por no aceptar en absoluto y prefiere construirse la suya propia que, casualmente, acaba pareciéndose mucho mas a la verdad que la oficialmente suministrada. Esto sucede con el 23 F y también, como me recordó un buen conocedor de estas materias, con el caso Banesto. Ese hombre, ya fallecido, me dijo que para saber la verdad de este tipo de sucesos orquestados desde el poder y por razones de poder, es necesario que los protagonistas principales desaparezcan físicamente. Pues bien, Suárez ha muerto. Y quizás por ello comienzan a salir estas noticias. Eso quiere decir que por el momento en el caso Banesto tendremos que seguir consumiendo paciencia. Esperemos…Pues el Sr Arzobispo dijo literalmente que el político cuyo funeral se celebraba “quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar”. Se refería no a la guerra civil en abstracto, como categoría de enfrentamiento entre hermanos, sino a la nuestra, a la que comenzó el pasado siglo en el recordado año 1936. Así que deseaba significar que algo de semejante porte podría volver a suceder. Y, claro, eso generó alarma. Debo decir que contenida,  porque posiblemente en otro país una declaración así habría  recibido mucha mas atención mediática. Pero en España, como antes decía, la guerra civil es asunto capital que conviene de todo punto de vista enviar al rincón recuerdo medido y no de la actualización constante.  Quizás por ello los medios de comunicación fueron comedidos.¿Tiene importancia que Rouco diga algo así? Pues sí, porque guste o no es una autoridad de la Iglesia y la Católica dispone de fuerza en España. Es evidente que ha disminuido mucho su influencia en la actualidad respecto de otros momentos históricos, pero sigue siendo importante. O cuando menos capaz de afectar a muchas personas. Por ello mismo creo que aunque en su fuero interno el Sr. Rouco Varela pensara en la posibilidad cierta de una guerra entre españoles, no debería ni siquiera referirse a ella de manera oficial, y menos con ocasión de un funeral. Me pareció un exceso de todo punto de vista, aunque hay, claro, quien opina lo contrario al entender que es mejor prevenir que curar.Pero, ¿de verdad hay riesgo de una guerra civil?. Me parece que ninguno. Para que exista una guerra es necesaria la localización de bandos con “razones” suficientes en cada costado para declararla y sufrir sus consecuencias. Los dos bandos de 1936 estaban claros, pero ¿hoy hay bandos? No los veo, al menos no con la entidad suficiente. ¿Acaso se refería Rouco a la solución bélica del problema de los independentismos secesionistas? Puede, pero ese costado tampoco veo que pueda acabar desencadenando una guerra civil. En fin, que me pareció un exceso verbal y una hipótesis que intelectualmente creo que carece de base.Hay violencia en la sociedad española. Claro que la hay. De eso no tengo duda y a las evidencias me remito. Pero es una violencia desordenada en algunos casos y canalizada adecuadamente en otros por elementos rupturistas con cualquier clase de orden. Es una protesta contra la clase política, el Sistema. En el fondo no hay enfrentamiento entre dos modelos alternativos que ofrecer a la sociedad. No lo veo, sinceramentePero sí que existe un rechazo radical y merecido de la clase política española por parte de muy amplios sectores de nuestra sociedad. Pero al día de hoy, siendo eso cierto, y existiendo un clima de hartazgo, cansancio, y hasta de irritación, no encuentro base suficiente para pensar siquiera en la posibilidad de una guerra civil, aunque solo sea, como decía, por la inexistencia de bandos organizados en torno a modelos alternativos por los que guerrear. Y confieso con humildad que hace un tiempo pensaba que las probabilidades de movimientos violentos eran mayores. Ahora, visto el grado de “acatamiento” de la sociedad española, creo que cualquier posibilidad de este tipo es altísimamente improbable. Mario Conde