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domingo, 20 de diciembre de 2015

Historia de ESPAÑA: Cinco Presidentes de Gobierno asesinados en Madrid en un siglo.


Este domingo, 20/12/2015,  electoral y de invierno casi primaveral se cumplen cuarenta y dos años del último magnicidio perpretado en Madrid; fue en la persona del Almirante  Luis Carrero Blanco.


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Luis Carrero Blanco, (Santoña, 4 marzo 1904;Madrid, 20 diciembre 1973), duque de Carrero Blanco; Almirante de la Armada española y Presidente del Gobierno del Generalísimo  Franco.
Nombrado Presidente  del Gobierno el 8 de junio de 1973, el 20 de diciembre de 1973,  falleció, víctima de un criminal  atentado  en la esquina de las calles Claudio Coello y Maldonado, de Madrid y cuando salia de su misa diaria; una potente explosión hizo volar materialmente su coche oficial.
A pesar de que su figura es hoy día apenas recordada, resulta indudable que el asesinato de Carrero cambió de forma radical la llamada “transición” española tal y como estaba pensada por Franco.
Nadie duda que con el Almirante Carrero como Presidente del Gobierno pilotando la transición todo hubiera sido distinto; ¿mejor? ó ¿peor? nadie podrá demostrarlo. El hecho incontrovertible es que su asesinato dio lugar, mas todavía que la muerte del Generalísimo dos años después,  al comienzo de una nueva etapa de la Historia de ESPAÑA.
En este blog se han dedicado numerosos artículos a la figura del Almirante Carrero y a las todavía oscuras circunstancias de su asesinato.Para el lector interesado enlazo el siguiente.



Un total de cinco Presidentes del Gobierno español fueron asesinados en los 104 años transcurridos desde el  magnicidio del General Juan Prim y Prats el 27 de diciembre de 1870, hasta el citado atentado terrorista de ETA que voló el coche del Almirante Luis  Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973.
Entre ambas fechas, también fueron asesinados los siguientes presidentes:

Antonio Cánovas del Castillo el 8 de agosto de 1.897.
José Canalejas y Méndez , el 12 de noviembre de 1912.
Eduardo Dato e Iradier el 8 de marzo de 1921.


Seguidamente se expone una breve semblanza biográfica de ellos.

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General Prim

Juan Prim y Prats (Reus, 6 de diciembre de 1814 –Madrid, 30 de diciembre de 1870), conde de Reus,marqués de los Castillejos y vizconde del Bruch, fue un militar y político liberal español del siglo XIX que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España. Tras la Revolución de 1868 se convirtió en uno de los hombres más influyentes en la España del momento, patrocinando la entronización de la Casa de Saboya en la persona de Amadeo I.
Juan Prim, murió tres días después del atentado, el 30 de diciembre de 1870, a causa de las infecciones en las heridas provocadas por los ocho disparos que recibió. A ciencia cierta, se desconoce tanto la autoría material del crimen, como el verdadero motivo de aquella conjura que se produjo en uno de los momentos más convulsos de la España decimonónica, cuando acababa de promulgarse la Constitución de 1869 y se había nombrado rey a Amadeo I.


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Antonio Cánovas del Castillo

Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 8 de febrero de1828 – Mondragón, Guipúzcoa, 8 de agosto de 1897) fue político y gran historiador, Presidente del Consejo de Ministros de España durante la mayor parte del último cuarto del siglo XIX.Es considerado como uno de los más brillantes políticos conservadores de la historia contemporánea española al ser el mayor artífice del sistema político de la Restauración, convirtiéndose en el máximo dirigente del Partido Conservador.
El 3 de enero de 1874, el general Pavía disolvió la Asamblea republicana e inició el periodo de la Restauración. Hasta que se proclamó a Alfonso XII como nuevo rey, Antonio Cánovas del Castillo se encargó primero de la regencia y después del Gobierno. Cánovas fue asesinado por el periodista italiano, anarquista  Michele Angiolillo, el 8 de agosto de 1897, en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda, mientras el presidente leía un periódico sentado en un banco. El motivo inmediato fue para vengar el fusilamiento de sus camaradas anarquistas en Montjuich ocurrido el verano anterior. El asesino fue juzgado y condenado a morir ejecutado en el garrote vil, apenas doce días después del crimen, el 20 de agosto de 1897.


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José Canalejas y Méndez

José Canalejas y Méndez (Ferrol, La Coruña, 31 de julio de1854 - Madrid, 12 de noviembre de 1912) fue un abogado y político regeneracionista y liberal español. Siendo Presidente del Consejo de Ministros, murió asesinado en un atentado terrorista.
A comienzos del siglo XX, el ferrolano José Canalejas y Méndez un político progresista y anticlerical al que, en su época, se le tildó de radical y atrevido, tuvo un gran enfrentamiento con los sectores más reaccionarios de la sociedad española. El 12 de noviembre de 1912, el presidente Canalejas se detuvo en el escaparate de una librería de la Puerta del Sol donde el anarquista aragonés Manuel Pardiñas le disparó también en la cabeza; cuando los guardaespaldas del Presidente de Gobierno estaban a punto de capturarlo, el asesino se suicidó pegándose dos tiros con su pistola Browning.

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Eduardo Dato e Iradier


Eduardo Dato e Iradier (La Coruña, 12 de agosto de1856 – Madrid, 8 de marzo de 1921). Abogado y político conservador español. Fue ministro de Gobernación durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y presidente del Consejo de Ministros, ministro de Gracia y Justicia, ministro de Estado, ministro de Marina y Presidente del Congreso de los Diputados de España durante el reinado de Alfonso XIII.
Su asesinato tuvo lugar junto a la Puerta de Alcalá, en Madrid, el 8 de marzo de 1921. Tres individuos que viajaban en una moto con sidecar se aproximaron al coche oficial del presidente Eduardo Dato y agotaron los cargadores de sus Mauser alcanzándole con siete proyectiles. Los asesinos fueron capturados; se trataba de los anarquistas catalanes Pere Mateu, Ramón Casanellas y Luis Nicolau, miembros de un comando de la CNT que pretendía vengar la represión del Gobierno contra los obreros de Barcelona. En octubre de 1923 fueron condenados a muerte pero Alfonso XIII conmutó la pena capital por cadena perpetua en febrero de 1824 pero sorprendentemente, al proclamarse la II República, fueron liberados .
F.J. de C.
Madrid, 20 de diciembre de 2.015



viernes, 9 de octubre de 2015

Historia de ESPAÑA: La batalla de Lepanto


La Galera Real de Juan de Austria

Entre los siglos XIV y XVI la cristiandad se vio amenazada por los turcos del imperio otomano, que dominaban Tierra Santa, Oriente Medio, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y la Península. Muchas diócesis desaparecieron y muchos mártires derramaron su sangre. Los musulmanes controlaban el mar mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana, mientras los monarcas de este territorio se mantenían divididos y parecían no darse cuenta.
Una gran pinza turca amenazaba gravemente Europa. Su dominio o influencia había llegado por el norte de África hasta casi Marruecos y, apuntando a Viena, hasta Hungría y Transilvania. El Papa Pío V a principios de 1571 exponía a los embajadores de España y Venecia:
“El estado de la cristiandad es de tal fragilidad que…bastaría un soplo para derribarla…agotaré los medios existentes para unir las fuerzas cristianas contra su mayor enemigo…”
El 1 de septiembre de 1571 la flota cristiana quedó lista para partir desde Mesina (Sicilia).
Así nació la Santa Liga entre el Papado, España y Venecia, con una pequeña contribución de la Orden de Malta.
El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto, en la que la Santa Liga,luchó contra los turcos con un claro objetivo: destruir su escuadra para recuperar la seguridad del comercio marítimo y del cultivo en las tierras costeras.
Lepanto fue un acontecimiento decisivo para la cristiandad y para Europa.
Para entender la enorme trascendencia de aquella batalla, hay que situarse en el momento histórico:

Año de gracia de  1571. En España reina Felipe II, y España reina en el mundo, desde el Mediterráneo hasta las islas Filipinas. Pero en Oriente, precisamente al otro lado del Mediterráneo, la potencia turca es un enemigo formidable. Los turcos, el Imperio Otomano, son los herederos históricos del califato islámico, el mismo Islam que dominó España durante siglos….

Una Liga para defender la Cruz.


Felipe II y el Papa intentan organizar una gran flota para dar la batalla al Turco. Es preciso construir una alianza. La flota española es fuerte, pero no lo suficiente –recordemos que al mismo tiempo estamos en América y en Asia. Hace falta que venecianos y genoveses ayuden; pero los venecianos acarician la idea de llegar a un pacto por separado con los turcos, un pacto que les permita mantener sus rutas comerciales a cambio de concesiones o tributos. Sólo la conquista turca de Chipre, en 1570, y el posterior saqueo de Venecia, convence a los italianos de que no hay componenda posible.

Pío V redobla sus esfuerzos. Felipe II le sigue. Los reinos del norte de Europa (ingleses, alemanes) se desentienden del llamamiento papal, pero los italianos terminan secundando la idea. Hacia el verano de 1571 los cristianos componen su flota: darán la batalla en las mismas bases del Turco. Lo encuentran en las costas griegas, en el golfo de Lepanto.

Felipe II puso al frente de la flota a su hermanastro Juan de Austria, que tenía sólo 26 años, pero venía de sofocar la revuelta morisca en España y gozaba de un prestigio enorme. Junto a él estaban los mejores nombres de la Armada española: los catalanes Requeséns y Cardona y los castellanos Gil de Andrade y Álvaro de Bazán. Con ellos, el genovés al servicio de España Gian Andrea Doria, sobrino del gran almirante Andrea Doria.

Las galeras del Papa las dirigía un viejo señor de la guerra, Marco Antonio Colonna; las de Venecia, otro veterano, Sebastián Veniero, sustituido después por Barbarigo.

Y enfrente, el gran almirante turco, Alí Bajá, con un famosísimo pirata argelino, Uchali o Luchalí, y el gobernador de Alejandría, Mohamed Siroco; junto a ellos, un personaje de fábula, el renegado Pertev Pachá, cristiano convertido al Islam a quien los jefes de la Liga se la tenían jurada.

La Liga cristiana presentaba 231 barcos entre galeones y galeras, 50.000 marineros y galeotes y 30.000 soldados, de ellos 20.000 españoles. Nunca se había visto una potencia semejante en el mar.

Pero la armada turca era mayor todavía: unas 300 naves, con un número de hombres superior a 40.000 soldados, sin contar galeotes y remeros.

La mayor batalla naval librada hasta entonces.


La batalla fue el 7 de octubre. Aquí la Historia y la leyenda parecen lo mismo. Alí Bajá, desde el puente de su “Sultana”, recibió a los cristianos con un cañonazo, invitándoles a comenzar la batalla. Juan de Austria, cortés, respondió con otro cañonazo e izó su estandarte: la cruz de Cristo flanqueada por los escudos de los aliados.



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La bandera de la Galera Real

Las naves cristianas habían avanzado hasta allí formando una gran cruz. Los turcos abrieron sus barcos en una gigantesca media luna. Juan de Austria fijó en el palo mayor de su nao una gran talla del Crucificado donada por la ciudad de Barcelona.
La estrategia de la Liga consistía en encerrar a los turcos en el golfo y atacar en masa. Pero los turcos vieron el peligro y trataron de envolver al centro del ataque cristiano, que mandaba Juan de Austria, mientras los piratas de Luchalí trataban de envolver uno de los flancos cristianos para darle la vuelta a la operación: encerrar a los cristianos en el golfo. No pudieron.

La inteligencia siempre es importante en todas las cosas de la vida, y la flota española, buscando cómo hacer más daño en las filas turcas, tuvo una idea muy brillante. Hasta entonces, la mecánica habitual del combate en el mar consistía en embestir al enemigo con el espolón de proa y abordarlo después. Pero las galeras turcas eran más y estaban mejor armadas, de modo que la flota cristiana se encontraba en inferioridad tanto en potencia de fuego como en número de unidades de abordaje.
Así que a uno de los nuestros, García de Toledo, se le ocurrió que recortando los espolones podría instalarse más artillería en la proa y aumentar el fuego directo contra el enemigo justo antes del abordaje, barriendo la cubierta y reduciendo la resistencia del rival. La idea funcionó de maravilla.
El mismo García de Toledo fue quien sugirió dar la batalla lo más cerca posible de la costa griega, junto a las bases turcas, para reducir la capacidad de maniobra del enemigo; muchos marineros musulmanes, al verse en peligro y tan cerca de su costa, optaron por saltar al agua e intentar llegar a nado hasta la orilla.

Hay que imaginar el aspecto que podían ofrecer todos aquellos barcos escupiendo fuego; no sólo el fuego de los cañones, sino también el de los arcabuces, porque don Juan de Austria había mandado repartir a su cuantiosa infantería, el Tercio de Mar, por todas y cada una de las galeras cristianas, de manera que no había barco que no tuviera una buena porción de infantes disparando sobre el contrario; la infantería española y la italiana, respondieron con fuego en abundancia.

Los venecianos, todo hay que decirlo, desmintieron su fama y pelearon con mucho arrojo; su jefe, Barbarigo, murió en su puesto. Tras el choque vinieron los abordajes. La batalla duró en total cinco horas. En pleno combate, Don Juan de Austria, para paliar la inferioridad numérica, mandó soltar a los galeotes –los remeros que movían las galeras, generalmente penados- y les ofreció la libertad si se sumaban al asalto. Ni que decir tiene que todos lo hicieron.
De hecho, fue uno de estos remeros quien cortó con un hacha la cabeza del almirante turco, Alí Bajá. La Historia no ha retenido el nombre de este remero español. Lo que sí ha retenido es el nombre de un gran personaje que combatía en la galera “Marquesa”. Nos lo cuenta un documento oficial que venía a decir así:

“Cuando se avistó la armada del Turco en esta batalla naval, el tal Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura…... el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta con su salud. Y peleó como valiente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla….. Y acabada la batalla, cuando el señor don Juan de Austria supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado Miguel de Cervantes, le aumentó cuatro ducados más de su paga. De dicha batalla naval salió Miguel de Cervantes herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de lo cual quedó estropeado de la dicha mano. De lo cual doy fe y firmo…”

El balance de Lepanto.


Miguel de Cervantes, en efecto; que luego, en Don Quijote, recordará esta batalla como “la más alta ocasión que vieron los siglos”. La verdad es que hay pocas dudas sobre el balance de la batalla.

Los turcos perdieron 250 barcos, 130 de ellos apresados por la Liga; los cristianos sólo perdieron 17. Los turcos perdieron cerca de 24.000 hombres; los cristianos, la mitad de esa cifra.
Además, 8.000 turcos fueron apresados y su almirante y sus capitanes murieron en el combate. Todos menos el avieso pirata berberisco, Luchalí, que consiguió escabullirse antes de que acabara la batalla.
Don Juan envió al Rey el estandarte de Alí Bajá. Y a los hijos del jefe turco, apresados en la batalla, se los envió al Papa.
Fue una gran victoria. Fue también la última gran batalla naval que vio el Mediterráneo.

Después se ha hablado mucho del verdadero peso que Lepanto tuvo en la Historia, disminuyendo su importancia.
A Felipe II se le ha reprochado que no supo explotar la victoria: pudo haberla aprovechado para barrer de piratas la costa del norte de África y tomar Argel, pero no lo hizo. 
La propia Liga cristiana también pudo haber desembarcado en las costas griegas…... pero se disolvió muy poco después de la batalla.
Los venecianos no tardaron en llegar a pactos con los turcos.
Felipe II, por su parte, tenía otros problemas en Flandes y en las rutas americanas.
El Gran Turco no tardó en recomponer su flota: el Mediterráneo oriental seguiría siendo suyo.

….Sin embargo, Lepanto fue importantísimo respecto a la situación anterior:
Primero: a los turcos se les asestaba un golpe que nadie esperaba.

Segundo: las ambiciones del sultán en el Mediterráneo occidental se desvanecían.

Tercero: España manifestaba de manera muy clara su hegemonía en Europa, especialmente frente a Francia e Inglaterra.

Cuarto, y quizá lo más decisivo: la Cristiandad lograba detener el avance del Islam en un momento de gran peligro.

Después de Lepanto, ya nadie dudó de que Occidente, a pesar de sus guerras internas y sus profundas enemistades, podía defenderse contra el Imperio Otomano.

Nota: amplio resumen del brillante artículo de José Javier Esparza, en http://gaceta.es/
Por la transcripción:

F.J. de C.

Madrid, 9 de octubre de 2.015

martes, 16 de diciembre de 2014

Historia de España contemporánea: Cinco Presidentes de Gobierno asesinados.



Cinco Presidentes del Gobierno español fueron asesinados en los 104 años que van del magnicidio del general Prim el 27 de diciembre de 1870, hasta el atentado de ETA que voló el coche del almirante Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973.
Entre ambas fechas, también fueron asesinados los presidentes Eduardo Dato (Madrid, 8 de marzo de 1921), José Canalejas, (Madrid, 12 de noviembre de 1912) y Antonio Cánovas del Castillo,(Mondragón, Guipúzcoa, 8 de agosto de 1897).

Por otra parte, el 19 de abril de 1995, José María Aznar, cuarto presidente del Gobierno de España en el periodo1996-2004,  siendo jefe de la oposición, fue víctima de un intento de asesinato por parte del grupo terrorista ETA; a las 08.05 am, cuando viajaba en su vehículo para llegar a la sede de su partido,  el comando Madrid de ETA hizo estallar (mediante un método similar al utilizado 22 años antes para matar al almirante Luis Carrero Blanco) un coche bomba con 40 kilos de amosal y otros 40 de tornillería, afortunadamente Aznar salió ileso gracias al blindaje de su coche.

Seguidamente se recuerdan brevemente las biografías y circunstancias de los  magnicidios citado:
  • Luis Carrero Blanco
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Luis Carrero Blanco, (Santoña, 4 marzo 1904;Madrid, 20 diciembre 1973), duque de Carrero Blanco; Almirante de la Armada española y Presidente del Gobierno del anterior Jefe del Estado, Generalísimo  Franco.

Luis Carrero Blanco fue nombrado Presidente  del Gobierno el 8 de junio de 1973 y  el 20 de diciembre de 1973, hace cuarenta y un años,  falleció, víctima de un criminal  atentado  en la esquina de las calles Claudio Coello y Maldonado, de Madrid cuando salía de su misa diaria en la iglesia de los PP. Jesuitas; una potente explosión hizo volar materialmente su coche oficial, y fallecieron también los escoltas acompañantes.

Resulta indudable que el asesinato de Carrero cambió de forma radical la llamada “transición” española tal y como estaba pensada por Franco: “todo quedará  atado y bien atado”, repetía el Generalísimo, sin saber lo que se venía después.

Nadie duda que con el Almirante Carrero como Presidente del Gobierno pilotando la transición todo hubiera sido distinto; ¿mejor? ó ¿peor? nadie podrá demostrarlo. El hecho incontrovertible es que su asesinato dio lugar, mas todavía que la muerte del Generalísimo dos años después,  al comienzo de una nueva etapa de la Historia de ESPAÑA.

Está plenamente demostrado que el brazo ejecutor del asesinato fue un comando de ETA; lo que no está suficientemente aclarado pues quedan sin despejar numerosos interrogantes, es si existió toda una oscura trama que indujo a los asesinos a ejecutar el magnicidio. El comando  ejecutor del atentado estaba formado por cinco terroristas: todos ellos fueron detenidos, juzgados y encarcelados  y cuatro años después, en 1977, incomprensiblemete amnistiados (parece que es costumbre inveterada de los gobiernos españoles indultar a los asesinos magnicidas,tal como hizo Alfonso XIII con los de Eduardo Dato) .

La organización terrorista ETA sigue existiendo hoy, cincuenta años después de su creación,   y además, bajo el disfraz del partido político BILDU, legalizado por infame sentencia del Tribunal Constitucional, está presente en algunas instituciones del Estado (Parlamento,  muchos ayuntamientos en las provincias vascongadas, entre otros el de San Sebastián así como presidiendo la Diputación de Guipúzcoa).
Ultimamente se está viviendo una auténtica convulsión social al contemplar como estan saliendo de la cárcel muchos terroristas de ETA, después de cumplir apenas una mínima parte de su condena, pero este es otro tema.

En este blog hemos dedicado varios artículos a la memoria del Almirante Carrero, hombre de acendradas convicciones y de una honradez digna de encomio, mas hoy dia en que la corrupción generalizada de los politicastros españoles salta a diario a la opinión pública.
En este 42º aniversario del magnicidio del Almirante Carrero y como recuerdo a su insigne figura propongo releer los anteriores artículos dedicados a su memoria en este blog:




  • Eduardo Dato e Iradier
https://lh4.googleusercontent.com/Bu10fsUjauIyjEy7IMY0S8t7OqWd-5AuOqV0-zB5oH8tiRKFqI0JpTpio_jHw7hcgsndCPWUNKsRCoaZL0CW5qy-f12OjkORINZCj_3UFncovitmhGdoEysatw
Eduardo Dato e Iradier (La Coruña, 12 de agosto de1856 –Madrid, 8 de marzo de 1921) . Abogado y político conservador español. Fue ministro de Gobernación durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y presidente del Consejo de Ministros, ministro de Gracia y Justicia, ministro de Estado, ministro de Marina y Presidente del Congreso de los Diputados de España durante el reinado de Alfonso XIII.
Su asesinato tuvo lugar junto a la Puerta de Alcalá, en Madrid, el 8 de marzo de 1921. Tres individuos que viajaban en una moto con sidecar se aproximaron al coche oficial del presidente Eduardo Dato y agotaron los cargadores de sus Mauser alcanzándole con siete proyectiles. Los asesinos fueron capturados por una mera casualidad del destino (un policía oyó a un agricultor quejarse de que una moto con sidecar, que pasó a toda velocidad, estuvo a punto de atropellar a su mula); se trataba de los anarquistas catalanes Pere Mateu, Ramón Casanellas y Luis Nicolau, miembros de un comando de la CNT que pretendía vengar la represión del Gobierno contra los obreros de Barcelona. En octubre de 1923 fueron condenados a muerte pero Alfonso XIII conmutó la pena capital por cadena perpetua en febrero de 1824 pero sorprendentemente, al proclamarse la II República, fueron liberados y corrieron diversa suerte: Casanellas falleció en 1933 en un accidente de moto; Nicolau, en una contienda de la Guerra Civil, en 1939; y Mateu en 1982, en el sur de Francia donde pasó el resto de su vida.

  • José Canalejas y Méndez

José Canalejas y Méndez (Ferrol, La Coruña, 31 de julio de1854 -Madrid, 12 de noviembre de 1912) fue un abogado y político regeneracionista y liberal español. Siendo Presidente del Consejo de Ministros, murió asesinado en un atentado terrorista.
A comienzos del siglo XX, el ferrolano José Canalejas y Méndez un político progresista y anticlerical al que, en su época, se le tildó de radical y atrevido, tuvo un gran enfrentamiento con los sectores más reaccionarios de la sociedad española sobretod  a raíz de aprobar la llamada Ley del Candado que impedía establecer nuevas órdenes religiosas; decisión que provocó un clima de auténtica crispación social. El 12 de noviembre de 1912, el presidente Canalejas se detuvo en el escaparate de una librería de la Puerta del Sol donde el anarquista aragonés Manuel Pardiñas le disparó también en la cabeza; cuando los guardaespaldas del Presidente de Gobierno estaban a punto de capturarlo, el asesino se suicidó pegándose dos tiros con su pistola Browning.

  • Antonio Cánovas del Castillo
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Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 8 de febrero de1828 –Mondragón, Guipúzcoa, 8 de agosto de 1897) fue político y gran historiador, Presidente del Consejo de Ministros de España durante la mayor parte del último cuarto del siglo XIX.Es considerado como uno de los más brillantes políticos conservadores de la historia contemporánea española al ser el mayor artífice del sistema político de la Restauración, convirtiéndose en el máximo dirigente del Partido Conservador.
El 3 de enero de 1874, el general Pavía disolvió la Asamblea republicana e inició el periodo de la Restauración. Hasta que se proclamó a Alfonso XII como nuevo rey, Antonio Cánovas del Castillo se encargó primero de la regencia y después del Gobierno. A diferencia del anterior magnicidio, Cánovas fue asesinado por un único hombre, el periodista italiano Michele Angiolillo, el 8 de agosto de 1897, en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda, mientras el presidente leía un periódico sentado en un banco. Primero le dio un tiro en la sien derecha y, según se desplomaba el cuerpo al suelo, le volvió a disparar dos veces más, en el pecho y la espalda. El motivo inmediato fue para vengar el fusilamiento de sus camaradas anarquistas en Montjuich ocurrido el verano anterior; el motivo de base, era su ideología anarquista, que se enmarcaba en una época muy violenta (bomba en el Liceo de Barcelona, doble atentado contra el rey, la Mano Negra en Andalucía, disturbios, etc.) El asesino fue juzgado y condenado a morir ejecutado en el garrote vil, apenas doce días después del crimen, el 20 de agosto de 1897.




  • Juan Prim y Prats
http://www.eltriangle.eu/cat/img2/general-Prim.jpg
Juan Prim y Prats (Reus, 6 de diciembre de 1814 –Madrid, 30 de diciembre de 1870), conde de Reus,marqués de los Castillejos y vizconde del Bruch, fue un militar y político liberal español del siglo XIX que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España. En su vida militar participó en la Primera Guerra Carlista y en la Guerra de África, donde mostró relevantes dotes de soldado. Tras la Revolución de 1868 se convirtió en uno de los hombres más influyentes en la España del momento, patrocinando la entronización de la Casa de Saboya en la persona de Amadeo I. Murió asesinado poco después.
Juan Prim, murió tres días después del atentado, el 30 de diciembre de 1870, a causa de las infecciones en las heridas provocadas por los ocho disparos que recibió. A ciencia cierta, se desconoce tanto la autoría del crimen (si fue orquestado por un grupo político de absolutistas o republicanos; por algún complot de masones e incluso por los revolucionarios cubanos que luchaban por la independencia de la isla) como el verdadero motivo de aquella conjura que se produjo en uno de los momentos más convulsos de la España decimonónica, cuando acababa de promulgarse la Constitución de 1869 y se había nombrado rey a Amadeo I (que llegó a Madrid justo para dar el pésame en el entierro de Prim) restaurando una efímera monarquía que, a su vez, dio paso a la aún más breve I República.


F.J.de C.
Madrid, 16 de diciembre de 2.014