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lunes, 24 de octubre de 2011

Ante la nueva "tregua trampa" de Eta: Lágrimas socialdemócratas, lágrimas de cocodrilo.

El candidato Rubalcaba y el Lendakari vasco, López, lloran desconsoladamente en un acto político pre-electoral en San Sebastián donde recuerdan "el sufrimiento acumulado durante medio siglo por la violencia etarra".http://www.diariovasco.com/20111022/web/hemos-quitado-bombas-ahora-201110221448.html
Ahora corresponde recomendar un libro excelente y de enorme actualidad, para ello nada mejor que la pluma de un insigne periodista Carlos Herrera, locutor de éxito en Onda Cero, donde dirige su programa matutino "Herrera en la Onda".
El artículo que sigue, fue publicado en el suplemento XL Semanal de ABC del domingo 23 de octubre de 2.011:

Las lágrimas socialdemócratas de Zp

El desbordante y agudo periodista Santiago González -patrón de un blog repleto de talento- http://santiagonzalez.wordpress.com/2011/10/23/no-escriban-ahora-sus-comentarios-haganlo-despues-de-la-publicidad/acaba de publicar un libro demoledor: Lágrimas socialdemócratas. Viene a ser la crónica de la impostación del zapaterato que felizmente finaliza: el buenismo, el relativismo, el sentimentalismo, la ascensión del rencor, el uso permanente del eslogan como forma de comunicación, la simpleza intelectual y otras características de este tiempo desfilan impertinente pero fielmente por un texto que, en ocasiones, roza la genialidad. Santi comienza haciendo contrición de sus pecados ideológicos de juventud, plagada de lecturas de Althusser o de películas lentas y pasadísimas de René Allio. Cuando asomó por su vida Adam Smith, comenzó a resquebrajarse su andamiaje marxista y desde ahí al cataclismo todo fue un paso. La caída del Muro, las barbaridades de la Revolución cubana y otras hazañas de la izquierda reinante le supusieron un estrepitoso encontronazo con la realidad, lo que lo llevó no a hacerse de derechas, pero sí a irse quitando dogmas inamovibles de encima. La llegada de esta izquierda angelical y demoniaca a la vez que ha representado la década zapaterista del PSOE ha brindado la ocasión para escribir este libro imprescindible en el que, partiendo de su lema esencial -las palabras han de estar al servicio de la política y no al revés-, se recolecta una colección de perlas definitorias del personaje y su circunstancia.
Recolecta González una impagable suerte de gotas del vaso lacrimal socialdemócrata, esa impostura tan teatral que ha escenificado el presidente y su entorno con una pericia actoral envidiable. ZP enseña sus llagas, su sufrimiento por el bien de todos, su preocupación casi paternal por los españoles, y la bondad se hace carne en cada uno de sus pasajes. No es un tipo malo, creo yo, destila bonhomía e irradia indudable simpatía personal, pero en el plano público atesora pasajes no aptos para diabéticos.
Alguno de quienes han compartido gestión de la cosa pública no han disimulado en su seguidismo: Bono, siendo ministro de Defensa, asombró a los norteamericanos cuando les aseguró que prefería morir a matar y Alonso, desempeñando también ministerio, aseguró que cuando un niño aprende a decir -paz- brota la semilla del español. Solo comparable a la afirmación de Carme Chacón -también desde Defensa- de que el Ejército español siempre será pacifista, lo cual es un oxímoron inalcanzable para cualquier mortal.
El libro glosa las aportaciones inmarcesibles de diferentes actores de este zapaterato de próxima disolución: por él transitan todos aquellos que han hecho del buenismo y la falsa angelicalidad una forma de vida política. Elena Valenciano y su descubrimiento de la injusticia social de los Reyes Magos es un regalo impagable, pero no lo es menos la confesión del porqué de su nombre de Soraya Rodríguez, mujer que asegura haber sido bautizada así como homenaje de sus padres a la princesa Soraya, en su día repudiada por el sah y, por lo tanto, merecedora de un acto de solidaridad como ese.
No está mal el relato de la entrevista a Bibiana Aído, una de las reinas simbólicas de este tiempo, en el que, una vez enterada de una acción de violencia de género, le espetó al fotógrafo: «Ahora no me pidas que sonría». Se va, pues, el creador de una atmósfera ignoro si sincera, pero a buen seguro fructífera en escenas inolvidables. Cuando pasen los años y nos preguntemos si alguna vez fue verdad aquello a lo que asistimos durante estas dos legislaturas, habremos de acudir a este libro para comprobar que fue cierto, que no ha sido una ensoñación agrandada por el tiempo, ese gran muñidor de leyendas.
ZP marcha a su León de su alma a contemplar las nubes desde una butaca privilegiada: no sabemos si ese silencio obligado le impedirá seguir brindándonos alguna perla cultivada, pero no somos merecedores de la angustia que producirá su ausencia, con lo que habrá que esperar que, de vez en cuando, reaparezca. Un hombre que ha sembrado tanta belleza no merece disolverse en los días callados.http://xlsemanal.finanzas.com/web/firma.php?id_firma=14890&id_edicion=6787