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lunes, 8 de diciembre de 2014

Retrato familiar de los Reyes de España, por Antonio López.


Recientemente el pintor español Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 6/01/1936), probablemente nuestro mejor  pintor actual, del género hiperrealista, ha hecho entrega a Patrimonio Nacional  del cuadro de los Reyes y su familia que el Rey (emérito) Juan Carlos I le había encargado en 1994.

Como era de esperar este cuadro ha suscitado toda clase comentarios, que van desde las críticas al artista por el notable retraso en su ejecución hasta consideraciones políticas de todo tipo, en particular referidas a la familia real que con la abdicación de Juan Carlos y proclamación del Rey Felipe VI, así como las incidencias procesales de la todavía Infanta Cristina y su esposo que están de plena actualidad.

En el presente artículo me limito exclusivamente a reproducir íntegro un artículo publicado en Libertad Digital (www.libertaddigital.com/)por Federico Jiménez Losantos, uno de los escritores y comunicadores mas cultos de nuestro país y  que maneja hábilmente una prosa afilada y en ocasiones sarcástica como podrá observar el lector  en este caso.
Dicho artículo se explica por sí solo por lo que considero innecesario realizar ningún comentario adicional por mi parte.

Con el artículo se acompañan algunas fotos del retrato en cuestión, un video de YouTube y también una reproducción de otro retrato histórico: “La familia de Carlos IV” , de Goya, que se encuentra en el Museo del Prado.

F.J.de C.
Madrid, 8 de diciembre de 2.014



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La Familia Real: El cuadro completo de A.López



La Familia Real (detalle)

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La Familia Real, (otro detalle)

Fotografía de Chema Conesa, de 1994, utilizada por A.López como modelo inicial.


La Familia del Rey Carlos IV, Goya; Museo del Prado, Madrid.

La Corona en cuadroNo digo yo que Antonio López tuviera la obligación de seguir a pies juntillas el cuadro por excelencia de cualquier Familia Real española que es La Familia de Carlos IV de Goya. Pero entre copiarlo y vaciarlo cabía un término medio, un compromiso entre lo que cabe y lo que sobra. Dicen que en el soberbio retablo goyesco hay algunos que no descienden demasiado de Carlos IV, aludiendo a la cruz de aquella pareja cuyo cirineo, dicen, fue Godoy. Pero los hijos del Rey son los que el Rey reconoce como hijos y, por eso, incluso después de la invención republicana del ADN, no cabe dudar del fundamento de la monarquía hereditaria: la indiscutibilidad del Sucesor. Siempre acechó la tentación de trocar la lotería hereditaria por una especie de meritocracia aristocrática electiva, pero la historia de España muestra que la monarquía por elección acababa decidiéndola el "puñal del godo", mecanismo electoral crudelísimo: 40 reyes visigodos en dos siglos. Ante semejante vértigo sucesorio, mejor no discutir paternidades regias.La distancia del Príncipe y el resto de la FamiliaPero Antonio López no hace en La familia deJuan Carlos I un retrato familiar, sino un editorial político con abrasiva interpretación dinástica. De otro modo, no se explica que la clave de un cuadro que, por serlo de una monarquía, está en el Rey y en su unión con los demás, sobre todo con quien debe sucederlo, aquí no esté en la unión sino en la desunión, porque el Príncipe está a un palmo del resto, poniendo tierra de por medio. Desde que Carlos IV y Fernando VII se dieron de coces ante Napoleón en Bayona, es la primera vez que el futuro rey de España -presente ya, tanto ha tardado el cuadro- no aparece acercándose a su familia sino largándose. Es como si Antonio López se hubiera leído el discurso de la proclamación de Felipe VI y lo hubiera vaciado en metáfora: cuanto más lejos, mejor.Aparte de la distancia o tajo dinástico, otros aspectos del cuadro llaman muchísimo la atención, siempre en contra de Juan Carlos I. Por de pronto, la mengua en su talla física, cuya intención quedó clara el día en que López, Borbón y Borbón y de Borbón Grecia se fotografiaron ante el cuadro. El Emérito, pese a sus muchos achaques, operaciones de cadera e innumerables triquitraques óseos, sigue siendo más alto que su señora. No así en el cuadro: Juan Carlos es como el recorte de un retrato suyo que, por ser de tela, hubiera encogido al lavarlo. En cambio, Sofía, tal vez por haber sido lavada en seco, conserva sin merma alguna su anchurosa envergadura. El resultado es que Sofía es la que reina en el centro de la imagen mientras que Juan Carlos parece aferrarse al cuello de la infanta Elena para no seguir menguando y jibárizándose, conforme se aleja en la perspectiva del cuadro.No parece acoger con agrado Elena esa mano paterna que, a modo de zarpa, se posa en su cuello. Tampoco a López parece gustarle mucho la infanta. Para empezar, la pinta medio calva, como Olivia Pope en Scandal, pero con las robustas pantorrillas que usaba antes de casar con Marichalar y convertirse en lo que antaño se llamaba una real hembra. Yo la he tenido delante el día de la boda de su hermano y doy fe de que, de espaldas, puede competir con la monumental Tania Doris, la gran vedette del Teatro Apolo barcelonés, cuando, escoltada por Luis Cuenca y Pedrito Peña, bajaba al patio de butacas y enarbolando un peine blanco de siete palmos se sentaba sobre un afortunado paleto y le cantaba: "Péiname, nene, que te conviene". Aquí, parece enfadada con algún jinete y con la falda muy menguada tras algún lance sabináceo.Cristina no parece CristinaA la presunta infanta Cristina, en cambio, le sobra falda por doquier. Y no digo "presunta" por fastidiar, aludiendo a su delicada situación judicial, sino a que creo que la que aparece rozando la pulsera revenguiana de Elena no es la señora de Urdangarín, otro que, como su ex-cuñado, deja mucho hueco en esta destartalada exhibición de vacíos de Antonio López, sino porque la que aparece con esa falda cuatro tallas mayor que la suya es su prima Alexia de Grecia, tras el único plan de adelgazamiento exitoso de los muchos emprendidos antes de sus problemas canario-inmobiliarios. De ahí los pingos de la falda, que no son alivio de faltriquera pedralbesina sino sobras textiles que la enflaquecida muestra con indisimulada satisfacción. Aparte de Sofía, musa del pintor y con hartas razones de venganza, es la única que sonríe. Porque está flaca y no es de la familia. Si no, ¿de qué?Y abordemos, en fin, la pregunta más difícil que suscita el cuadro de esta monarquía en cuadro, este estudio de piso después de una mudanza o de almacén de pintura y estucado que deja el local por cese en su actividad. ¿Es Felipe de Borbón y Grecia el señor que aparece echándose a un lado? Mucho cambia uno en veinte años, pero ni de novio de la Sartorius parecía, como aquí, hermano mayor de Moreno Bonilla. A lo mejor, empeñado en desmarcarse, acabó por irse del todo, dejando el sitio a uno de esos jóvenes tan bien peinados y mejor plantados del AVE Madrid-Sevilla. A lo peor, tenía prisa por hacer de chófer de Artur Mas, entre Barcelona y Cartagena.
Federico Jiménez Losantos


lunes, 15 de noviembre de 2010

El Valle de los Caidos, una muerte anunciada.





Reproduzco del blog amigo Tellagorri, http://tellagorri.blogspot.com
 el siguiente artículo.
Escena 1. Un grupo de 23 monjes, seguidos por 30 niños de su escolanía, abandona su claustro y abadía para celebrar misa al borde de la carretera. Sólo así les permiten el encuentro con sus feligreses. Rezar al raso es también su protesta. 

Escena 2. Ninguna bandera de España, con o sin águila, ni camisa azul, ni Cara al Sol acompaña la sepultura de Franco. Además, poca gente lo sabe, bajo la famosa losa no enterraron a Franco. Está en otro sitio.

Y entre las dos escenas un grupo de benedictinos firmes en la tierra, como los pinos que hunden sus raíces en Cuelgamuros, clamando en silencio: "No nos moverán del Valle de los Caídos". Es la rebelión. El epílogo a una larga batalla que los religiosos se niegan a dar por perdida. 
Han chocado de bruces con un triste convencimiento: el Gobierno socialista quiere conseguir, cueste lo que cueste, que los monjes de la orden de San Benito abandonen el monasterio y todas las dependencias del Valle de los Caídos. Un paso más en su intento de "lavado integral" respecto al significado político  que tiene este monumento erigido por Franco.

Váyanse de una puta vez del Valle..! ¡A ver cuándo se enteran ustedes de que en España ya no se va a misa!

Ese es el grito que desde hace un año resuena en la cabeza de los benedictinos. Las voces se escucharon entre las cuatro paredes del despacho del entonces subsecretario de Presidencia, Juan José Puerta Pascual, ubicado en pleno corazón del complejo de La Moncloa (a escasa distancia del que ocupaba entonces su jefa, María Teresa Fernández de la Vega). 

Ocurrió el 21 de diciembre de 2009 y fueron testigos el susodicho alto funcionario, el abad del Valle de los Caídos, padre Anselmo Álvarez, el prior de la congregación, padre Alfredo Maroto, y también un director general de Presidencia, Pablo Larrea Villacián.

"En esa reunión de tres horas, se le faltó el respeto al abad", es lo único que se atreven a comentar, respecto a lo allí sucedido, los propios monjes.

La tragedia familiar del padre Anselmo, abad del Valle, es toda una memoria histórica de España: su padre, lechero que abastecía al monasterio de la Encarnación, en Madrid, fue fusilado en el Madrid de la guerra por el Frente Popular; una hermana suya de 13 años murió víctima de los bombardeos franquistas sobre Madrid en diciembre de 1936, y un tío suyo republicano murió combatiendo en la batalla de Brunete. Los tres familiares se encuentran hoy, sin identificar, en los osarios del Valle. 

A día de hoy las relaciones entre el Sultán de Moncloa y los monjes están completamente rotas y los propios benedictinos han iniciado acciones judiciales en defensa de sus derechos. Por eso, cada vez que suena el teléfono en el monasterio, los monjes tiemblan, ya que saben que no es el cartero quien llama, y sí el Gobierno para dar, siempre verbalmente, nuevas órdenes que limitan y persiguen la libertad religiosa de los fieles y su propia libertad de culto: 
"Padre Anselmo, el Gobierno ha tomado nota del grave deterioro del Valle y se ocupará, sin la participación de ustedes, de la restauración del complejo monumental (diciembre de 2009)".

"Padre abad, la escultura de la Piedad de Ávalos debe ser restaurada. Vamos a proceder, con una sierra radial, a su partición "(enero 2010). 






"Queridísimo padre Anselmo, mañana quedará cerrada la basílica por motivos de seguridad. Para poder acudir a misa se deberá entrar por el monasterio"(lunes de Pascua, 6 de abril de 2010, cierre total del Valle y de la puerta de la basílica alegando la restauración de la Piedad)... 

" Querido padre, vamos a abrir los osarios para realizar una cata e identificar restos" (octubre de 2010).
"Padre abad, tenemos órdenes de la Delegación del Gobierno, a partir de hoy no se va a permitir el acceso a la misa de 11, salvo para aquellas personas que ustedes conozcan y den su expresa autorización personal" (pasado sábado 6 de noviembre)".

La vida en el Valle de los Caídos no siempre ha sido así. En otros tiempos, no tan lejanos, las relaciones de los benedictinos con Patrimonio del Estado fueron excelentes. Incluso durante la época de Felipe González. Eran años donde el Valle formaba parte del 3,2,1 del hit parade de los monumentos nacionales más visitados en España. Caravanas de autobuses y coches con turistas de todo el mundo no cesaban de visitar el monumento, sacando fotos dentro y fuera de la basílica y Patrimonio veía incrementar sus ingresos, año tras año, mediante la venta de entradas, una tienda de recuerdos y regalos, dos cafeterías, el funicular y un restaurante donde se celebraban bodas, bautizos y comuniones. Entre puestos directos e indirectos, más de 300 personas vivían del negocio del Valle.

Hoy de todo aquello no queda nada. Sólo 23 monjes, una escolanía-colegio con 50 niños, siete profesores, un educador y cinco personas de mantenimiento.

 Zapatero ha conseguido todo un milagro: benedictinos en las portadas de los periódicos exigiendo libertad religiosa.

Preguntado sobre algo tan excepcional como celebrar una misa al lado de una carretera: "Es una decisión que se adoptó el día anterior en Capítulo, valorando las circunstancias que ocurrieron ese sábado. Pensé: "Si hay que ir a la cárcel por defender mi fe y ejercer un derecho fundamental, se va". 

El hospedero es el padre Eufrasio, de 82 años. Es uno de los monjes que vinieron desde Silos en 1958 para fundar este nuevo recinto monacal. 

Y es que la paciencia benedictina, heredada desde los monjes copistas de la Edad Media, tiene sus límites. ¿Sucede ahora lo mismo, con este novedoso "no nos moverán" de los monjes? 

-¿Tiene cinco minutos?, me gustaría hablar con usted, le dice el periodista.

-No sabe usted la cantidad de gente que conozco y que ha pasado por el Valle. El primero, el Rey Juan Carlos. Cuando era Príncipe de Franco venía mucho por aquí. El que nos quiere mucho es Adolfo Suárez, siempre ha sido muy cariñoso con nosotros. Rodolfo Martín Villa también nos tenía mucho aprecio. Y es que por el Valle ha pasado todo tipo de gente: Juan de Borbón; los reyes de Bélgica; Richard Nixon; el propio Papa Benedicto XVI, cuando era cardenal Ratzinger en 2000, estaba en los cursos de El Escorial y vino al Valle. Como yo hablo alemán estuve charlando un rato con él." 

El padre Eufrasio no para de contar anécdotas. Lo cierto es que desde 1976, El Rey no ha vuelto a pisar el Valle, y sería un milagro que el Papa visitara en 2011 a estos pobres monjes con problemas. Ni siquiera la Conferencia Episcopal ha emitido un comunicado de apoyo. Están completamente solos. Pero no se piensan mover de allí. Por muy fuerte que soplen los vientos de izquierda o de derecha. 

¿Resistirán?


Nota: ver también mi artículo en este blog y también sobre este mismo tema de fecha 22/03/2010