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domingo, 17 de agosto de 2014

Verdades y mitos sobre Israel y Palestina.



Seguidamente reproduzco el artículo:
EL MITO DE PALESTINA
Por  Francis Nadizi
dado que lo considero muy interesante y lo comparto en su totalidad; me parece que el autor acierta y hay que reconocerle la valentía que supone enfrentarse,sobre todo en Europa, a toda la multitud de “progres” que odian a Israel y mitifican a los palestinos, sin saber la mayoría de las veces ni una palabra sobre problemas tan complejos y enconados como éste que requieren análisis históricos desapasionados, no partidistas y sobre todo carentes de prejuicios y de  los consabidos simplismos de las películas de “buenos y malos”.

Complementariamente a este artículo enlazo la siguiente presentación:
Verdades sobre Israel

F. J. de C.
Madrid, 17 de agosto de 2.014


EL MITO DE PALESTINA
 
La situación en Medio Oriente parece fácilmente comprensible para todo el mundo: los palestinos quieren una patria y los musulmanes quieren controlar los lugares que consideran sagrados. ¿A que es fácil?
Pues bien, en mi condición de periodista árabe y estadounidense que ha acabado conociendo a fondo la situación en Medio Oriente a punta de comentar lanzamientos de piedras y disparos de mortero, hoy en día puedo afirmar que el origen de tanta violencia y revueltas nada tiene que ver con la reivindicación de una patria por parte de los palestinos, ni tampoco con la decisión de los musulmanes de controlar un puñado de lugares que consideran sagrados.
¿Indignados por mis comentarios?
En ese caso, ¿cómo explican ustedes que, antes de la Guerra de los Seis Días, en 1967, no se manifestara en serio ningún movimiento a favor de la independencia de los palestinos?
¿Antes de 1967?, pensarán algunos. "Pero si los israelíes no habían ocupado aún Cisjordania y la ciudad vieja de Jerusalén...". Y con razón. Pero durante aquella guerra, la razón de que Israel conquistara Judea, Samaria y Jerusalén Este no tuvo que ver con los palestinos o con Yasser Arafat. La verdad es que esos territorios habían sido ocupados por el rey Hussein de Jordania en 1948.
En el tiempo transcurrido desde entonces, ¿quién le ha pedido al soberano hachemita que devuelva a los palestinos esos territorios?
¿Acaso las Naciones Unidas han aprobado una sola resolución sobre este tema?
La respuesta es, llana y simplemente: NO.
De paso: ¿por qué nadie se pregunta por qué tantos palestinos descubrieron entonces su identidad de la noche a la mañana, justo después de que Israel hubiese ganado aquella guerra?
¡La única verdad es que Palestina es un mito!
El nombre "Palestina" fue utilizado por primera vez en el año 135 de la actual era por el emperador romano Adriano, a quien no le bastó con borrar al pueblo judío de la faz de Judea (su patria desde hacía nada menos que un millar de años! ), ni tampoco con destruir su Templo en Jerusalén, y que, después de prohibir a los judíos hollar de nuevo su tierra natal, quiso borrar todo rastro de la civilización judía bautizando su antiguo hogar con un nombre acuñado por los filisteos.
Los filisteos eran ese pueblo al que perteneció Goliat, que siglos antes vencieron los hebreos. Con aquel gesto, los romanos buscaban agraviar aún más a sus enemigos. También quisieron ponerle otro nombre a Jerusalén -"Alea Capitolina"- pero el invento no tuvo éxito.
Lo cierto es que Palestina, considerada como entidad autónoma, nunca ha tenido existencia histórica. ¡Nunca!
La región ha caído sucesivamente bajo el dominio de romanos, cruzados cristianos, musulmanes (quienes, por cierto, nunca hicieron de Jerusalén su capital), otomanos y, durante un breve periodo, británicos, poco después de la Primera Guerra Mundial. Después de la Declaración Balfour, en 1917, los británicos se mostraron favorables a una cesión al menos parcial de la región al pueblo judío, para que en ella pudiera establecer un Estado soberano.
No existe nada parecido a una lengua palestina.
Ni siquiera existe una cultura específicamente palestina.
Nunca ha existido una Palestina gobernada por palestinos.
En realidad, los palestinos son árabes, y son inseparables de los jordanos (Jordania también fue creada recientemente, en 1922, por los británicos).
Ya va siendo hora de que comprendamos que el mundo árabe controla el 99,9 % del territorio de Medio Oriente, y de que Israel apenas representa el 0,1% de su superficie total.
Pero por lo visto, con esto los árabes no tienen suficiente.
Lo quieren TODO. Y precisamente esto es el fondo de su rechazo a Israel.
La avidez. La arrogancia. La envidia. La codicia.
Por eso da igual que Israel haga concesiones: el mundo árabe nunca se dará por satisfecho.
Pero, ¿y los santuarios del Islam? Pues resulta, sencillamente, que no hay ni uno solo en Jerusalén.
¿Qué es escandaloso lo que digo?
Ya lo creo.
Y es que ningún medio de comunicación internacional se ha atrevido jamás a proferir esta verdad, porque es políticamente incorrecta.
Y sí, me sé de memoria el argumento: " la mezquita Al-Aqsa y el Templo de la Roca en Jerusalén, después de La Meca y Medina, son el tercer lugar sagrado de peregrinación para el Islam".
Y bien, ya va siendo hora de decirlo:
¡Es falso!
En realidad, Jerusalén no aparece mencionada en el Corán, mientras que La Meca es citada más de un centenar de veces.
Pero lo que es Jerusalén, ni una sola (por contraste, su nombre aparece mencionado hasta ¡699 veces! en la Torá.)
De hecho, no hay ninguna prueba histórica de que el profeta Mahoma haya estado en Jerusalén.
Siendo esto así, ¿cómo es posible que Jerusalén se haya convertido en el tercer lugar de peregrinación para los musulmanes?
Actualmente, éstos suelen remitir a un pasaje impreciso del Corán, la sura 17, que lleva por título "El viaje nocturno" (1).  Donde se evoca la vez que en sueños Mahoma fue llevado " del templo sacro al templo más lejano que hemos consagrado a nuestro culto.
En el siglo VII, los musulmanes identificaron los dos templos mencionados en esta sura como La Meca y Jerusalén.
Esta tenue base es el único vínculo entre el Islam y Jerusalén que actualmente pueden aducir los musulmanes.
En otras palabras, un vínculo basado en sueños, imaginación, interpretaciones y mitos. Por el contrario, el pueblo judío puede demostrar que su arraigo en Jerusalén se remonta a los tiempos del patriarca Abraham.
La más reciente oleada de violencia que ha padecido Israel se originó, supuestamente, en una visita del líder del Likud, Ariel Sharon, al Monte del Templo, donde se hallan los cimientos del Templo construido por Salomón.
Por tanto, el lugar más sagrado del judaísmo. Sharon y su séquito fueron recibidos a pedradas e insultos.
Sé de lo que hablo, porque estuve ahí.
¿Quién no es capaz de imaginar lo que sienten los judíos cuando son amenazados y maltratados, y cuando se les impide el acceso al lugar de culto más importante del judaísmo?
Llegados a este punto, alguien podría preguntar: ¿cómo llevar la paz a Medio Oriente?
Francamente, pienso que nadie es capaz de aportar una solución duradera a esta situación.
Pero si de algo estoy convencido, es que el primer paso debería consistir en decir la verdad.
Seguir prodigando mentiras sólo puede agravar el caos actual. Seguir alegando reivindicaciones espurias para despreciar el legítimo derecho que 5.000 años de historia otorgan a los judíos -un derecho cimentado, además, en pruebas históricas y arqueológicas irrefutables- sólo conduce a agravar la pésima reputación de esta diplomacia de mentirosos.
*Nota*
(1) Los musulmanes basan en el Corán sus pretensiones sobre Jerusalén, pero resulta que Jerusalén no aparece mencionada en el Corán ni una sola vez.
La sura 17 contiene una vaga alusión a "la mezquita más lejana": "Infinito en Su gloria es Aquel que transportó a Su siervo en la noche de la Casa Inviolable de Adoración a la Casa Lejana de Adoración". ¿Acaso hay alguna prueba sólida de que se trata de Jerusalén? La respuesta es: ¡No!*
En tiempos de Mahoma, muerto en 632 de la era cristiana, Jerusalén era una ciudad cristiana del reino bizantino. No fue conquistada por el califa Omar hasta seis años después. Durante ese periodo, la ciudad sólo albergaba iglesias, y en el Monte del Templo se levantaba la iglesia bizantina de Santa María. Hacia el año 711, es decir 80 años después de la muerte de Mahoma, la iglesia fue transformada en mezquita y bautizada Al-Aqsa para así sustanciar la incomprensible sura 17 del Corán. Cuando redactó el Corán, por tanto, Mahoma no podía referirse a esta mezquita, fundada tres generaciones después de su muerte. Por lo demás, Mahoma no manifestó nunca especial simpatía por Jerusalén.
En una oportunidad, autorizó a sus seguidores a rezar en dirección a Jerusalén durante unos meses, con la idea de convencer a los judíos de convertirse al Islam. Al ver que fracasaba su iniciativa, el12 de febrero de 624 impuso la prohibición de rezar en dirección a Jerusalén.
Jerusalén nunca fue para los musulmanes un lugar sagrado.
Francis Nadizi