martes, 11 de diciembre de 2012

Religión: El embrujo del Adviento




El artículo que sigue está reproducido del blog amigo http://miventanaindiscreta-federico.blogspot.com.es
Nuestra sociedad celebra, cada año con ribetes más disparatados, la fiesta de Navidad. No tenemos costumbre, sin embargo, de celebrar, al menos con signos sociales externos, el tiempo que la prepara y que las iglesias cristianas llaman Adviento. Se opera entre nosotros, por tanto, una especie de solapamiento hacia atrás, con rasgos claramente invasores, de la Navidad que en el mundo del comercio alcanza cotas casi esperpénticas pues pretende que adoptemos el ´"espíritu navideño" haciendo nuestras compras en cuanto termina octubre.Sin embargo, el tiempo de Adviento es particularmente hermoso. Me atrevería a decir, precisamente por ese ninguneo que sufre gracias a la distorsión a que le somete una navidad pésimamente entendida, que, en su humildad, puede convertirse en un tiempo -cuatro semanas nada más- contra-cultural, políticamente incorrecto, provocativo.Aquí van unas sencillas reflexiones sobre él:
 I
"Para gustar del Adviento tenemos que permitir que nuestros sentidos entren en armonía con todo lo que acontece en esta estación del año: el verano queda ya muy lejos; casi nadie recuerda sus calores, ni su ambiente relajado e informal. No. Ahora empezamos a sentir frío, incómodo pero tonificante, y con una cierta melancolía nos resignamos a ver cómo oscurece antes -y oscurece mucho-, cómo caen a sus anchas las hojas como si quisieran desnudarnos… Estamos en otoño: el mundo se nos va muriendo, y parecen apagarse esa vida y esa fuerza que nos anunció espléndida la primavera.Pues bien, en medio de ese otoño agridulce, precursor de un invierno aún más destemplado, los cristianos somos convocados a la vigilia y a la preparación de la gran fiesta del Sol naciente. El Adviento es, ante todo, tiempo de espera y de esperanza. Negación de lo decadente, descubrimiento de una vida que surge misteriosamente desde el fondo de aquello que a primera vista es fracaso y muerte".
 II
"En el Adviento esperamos una venida, acariciamos también una presencia, y nos inquietamos ante lo que podría parecer un gélido vacío. El Adviento es un tiempo fuerte que nos quiere hacer fuertes avivando en nosotros la ilusión de la promesa.Este tiempo tan hermoso, humilde y elegante al mismo tiempo, tiene su propia fisonomía en la liturgia de la Iglesia y en el contenido espiritual que expresa cada día -sobre todo, cada domingo– la Palabra proclamada. Veamos:Al Adviento le sienta bien el color morado: ni triste ni sombrío, simplemente sobrio y comedido; la esperanza requiere atención y vigilancia, no casa con explosiones de color que podrían desembocar en banales distracciones. Quiere el Adviento más a las plantas de señorial hoja verde que a esas exuberantes flores ebrias de color y de olor.Aprendamos de su pedagogía".
 III
Costumbre centroeuropea, últimamente estamos también los mediterráneos adoptando durante el Adviento el símbolo de la corona. Esta rueda verde con sus cuatro velas, nos permite recordar rítmicamente que vamos caminando hacia esa plenitud de luz que terminaremos por descubrir en la Estrella deslumbrante del portal de Belén.El Adviento es camino sosegado y perseverante.Durante estas semanas, la comunidad no canta el Gloria. No porque esté triste, sino porque prefiere guardar todas sus energías para que, a partir de la noche santa, resuene la voz de los que casi gritan: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz…El Adviento nos invita a contemplar sus propias figuras: los profetas con Isaías a la cabeza, Juan el Bautista, y, sobre todo, María: expectante, admirada, iluminada por el Espíritu, una pizca desconcertada. María, icono de esperanza firme, de fe recia, y servicio eficaz. También Isabel y Zacarías, aunque en otro plano, pueden ayudar a vivir el Adviento.
 IV
El Adviento tiene también su música: una música suave como el arpa, el órgano, o la flauta, nos debería acompañar alejándonos de toda estridencia.
Pero además –y quizás, sobre todo- el silencio. Tiempo de Adviento, tiempo de silencio. Para que no se oiga más que al Espíritu, para que Él nos cubra también con su sombra, como a María,  y, como a Ella, nos haga fecundos. Un silencio que permite captar el susurro de Dios cuando nos habla; porque Dios no nos habla nunca a voces: no quiere ahogar nuestra palabra, parece tener miedo a nuestro rechazo…Adviento: Dios ha venido, Dios viene, Dios vendrá. Adviento: audacia de los que le han descubierto cerca, le han añorado lejos, y le vislumbran por doquier. No deterioremos el Adviento,dejémoslo ser lo que es: humilde y elegante espacio para mirar a un horizonte abierto y lleno de promesas.

Federico de Carlos








2 comentarios:

Unknown dijo...

Todo se pierde y en España que estamos atestados de iluminados de la falacia mucho más. Dudo mucho que los botelloneros, Ninis y carne en cañón con ínfulas sepan que es Adviento, cual es el sentido de la Navidad, ni sepa más allá del paquete de arroz que le dan en Cáritas, que es la Iglesia...

Un saludazo.

Moon dijo...

Hola Fj.

Preciosa entrada. Nos encontramos en un punto de tal despropósito que vamos a llegar a
tener que ocultar lo que somos o sentimos.

Tengo un Power Point, con los datos y cifras de lo que hace la Iglesia ,a través de sus centros. Algo que ningún sindicato ,ni amigo de la progresía ha hecho ni piensa hacer en su vida, Les daría vergüenza, si es que les quedara algo. Es una pena que no se pueda subir por aquí.

Saludos.