La economía no es una ciencia exacta, por ello, han aparecido variadas teorías económicas que propugnan soluciones totalizadoras abordando desde muy distintos puntos de vista, principalmente filosóficos ó ideológicos, que consideran infalibles, soluciones diversas para alcanzar el bien universal de la humanidad o como mínimo de los ciudadanos de su país; así en los dos últimos siglos hemos visto nacer (y morir) desde el marxismo al capitalismo ultra liberal, desde el corporativismo fascista hasta los sistemas socialistas y social-demócratas del estado del bienestar, desde Keynes hasta los “chicago-boys”.
Sin embargo, todas las recetas que han aportado estos teóricos de la política económica (algunos, incluso premios Nóbel de la materia) se han caracterizado por su escasa validez en el tiempo y en el espacio; es decir, lo que en un momento dado fue posiblemente efectivo para una nación concreta ha fracasado rotundamente en otra; y la misma solución no ha podido aplicarse con mediano éxito en épocas distantes; no hace al caso analizar ahora los numerosos ejemplos que confirman lo anterior.
Así pues, en la gravísima crisis mundial que estamos apenas empezando a vislumbrar, se observa cómo están dando palos de ciego los responsables de las economías mundiales pues no aciertan a encontrar en sus ficheros recetas válidas para el momento y los técnicos más conspicuos apenas ponen en marcha una receta ya la están cambiando.
Sería, por tanto, muy osado pretender presentar en este modesto escrito, un plan de medidas económicas concretas o incluso criticar demasiado severamente las que ya han adoptado o se están adoptando.
Ciñéndonos al caso de ESPAÑA, seguidamente, si cabe enunciar algunos aspectos de índole general, más bien sencillos de entender y sin pretensiones de dogmatismo alguno aunque, por el momento, pocos comentaristas parece que quieren exponer.
Dado que, al fin, se ha reconocido de forma clara y explícita que el país está inmerso en una crisis muy grave y cuya profundidad y duración se desconocen, es preciso que los responsables políticos estén dispuestos a afrontar la situación tomando medidas concretas y dolorosas.
La primera acción sería de orden informativo, advirtiendo sinceramente al país sobre la naturaleza de la crisis presente, que muy posiblemente representa el final de toda una época de prosperidad y el comienzo de un nuevo ciclo económico; será necesario mentalizarse para adaptarse a soportar un cambio en el modo de vida: ello obligará a tener que soportar SACRIFICIOS por todos los sectores y estamentos de la sociedad. En definitiva, deberá desterrarse la idea, tan grata de escuchar a los oídos del votante, de que “esto nos sale gratis porque es otro quien lo paga” o bien soñar con la extensión a nivel nacional del PER andaluz. Consecuentemente habrá que establecer un rigurosísimo plan de austeridad y saneamiento de la economía con restricciones de todo gasto improductivo tanto en el sector público como en el privado que deberá fomentar el ahorro, al tiempo que se sienten las bases para una profunda reforma estructural de la economía cosa que se viene demorando desde tiempo casi inmemorial.
En el sector público se producirá, ya se esta produciendo, un déficit presupuestario cuya magnitud se debe controlar rigurosamente. Para ello, será necesario podar la estructura administrativa del Estado central y autonómico, eliminando todos los ministerios y consejerías que han quedado sin una verdadera función real (o nunca la tuvieron); igualmente reducir el número de asesores de Presidencia, y demás organismos inútiles que constituyen un verdadero e hipertrofiado gobierno paralelo; también se deben establecer algunas medidas ejemplarizadoras de cara a la opinión publica: congelación de sueldos, dietas, gastos de representación, aviones y vehículos oficiales, gasto suntuario en general etc. de todos los altos cargos del Gobierno de la Nación, Autonomíco, Parlamentos, Municipios, y Entes públicos en general que viven de los presupuestos y gastan de ellos, como si ese dinero fuera inagotable; los expertos de Hacienda conocen perfectamente los capítulos de los PGE (presupuestos generales del estado) en los que se puede utilizar la goma de borrar para conseguir notables ahorros; particular importancia debería revestir la anulación de las múltiples y millonarias subvenciones que hasta la fecha se reparten generosamente a colectivos de todo tipo y la mayoría de ellos de dudosa naturaleza pero muy útiles por los réditos políticos que conceden.
A pesar de todas estas medidas, en el improbable caso de que todas ellas se apliquen, inexorablemente se producirá un fuerte déficit presupuestario pues el Estado debe, por una parte, atender todas las necesidades de tipo social que esta situación genera, y por otra hacer frente a las dotaciones de efectivo para evitar que se derrumben instituciones financieras y otras grandes empresas generadoras de empleo; estas enormes inyecciones de liquidez deberían controlarse rigurosamente para que no se conviertan en una mera fuente de alimentación de subsidios a la larga, improductivos. La primera tentación que debera evitarse es la solución fácil de subir los impuestos; sin embargo nada más lejos de lo aconsejable si se pretende generar actividad productiva que a su vez genere empleo; en efecto, la generación de puestos de trabajo debe ser el principal objetivo de la política económica en esta etapa ya que el desempleo constituye el máximo y mas grave problema para ESPAÑA y su crecimiento descontrolado contamina toda la vida económica y social actuando como acelerador de todos los demás problemas; sencillamente no es posible convertir a la mayor parte de la sociedad española en perceptora de subsidios de desempleo.
En resumen, la tarea que se presenta es pues enorme y para llevarla a cabo, ESPAÑA se encuentra con dos problemas añadidos:
1º.- La estructura del estado de las Autonomías, que por definición descentraliza la gestión del presupuesto, y deja en manos de los gobiernos autónomos la administración de mas de la mitad de los recursos del país. La carencia de rigor presupuestario con la que se producen las decisiones de estos gobernantes y su permanente dedicación a cosechar el voto fácil de sus ciudadanos dan como resultado un creciente gasto que se manifiesta en la hipertrofia de cargos, subvenciones, y en general gastos suntuarios e improductivos de toda índole.
2º.- La demagógica actitud de Zapatero, carente ya de toda credibilidad e incapaz de afrontar medidas impopulares que puedan dañar su beatífica sonrisa y su imagen política; cuando se piensa solamente desde el punto de vista del propio beneficio electoral y no de los intereses generales de la nación se producen esas decisiones demagógicas y populistas a las que nos tiene acostumbrados.
Pero gobernar una nación y más en momentos como los que estamos viviendo requieren la presencia de un auténtico dirigente con liderazgo verdadero que por encima del aplauso fácil, comprado a precio de oro, adopte las medidas que sin duda significan de inmediato, “sangre, sudor y lágrimas” pero que sientan las bases para un futuro mejor.
F. J
2 comentarios:
Comparto tu post de la A a la Z.
La situaión ya es dramática, y se va a tornar el próximo trimestre en pavorosa.
La clave está en si los Sindicatos pesebreros,adocenados y corruptos vana permanecer impasibles ante la tragedia de miles de familias sin recursos o van a dar el paso definitivo para ponerse en huelga y obligar al Gobierno a tomar medidas.
Me sumo a la opinión de Natalia Pastor. Y estoy de acuerdo con el primer de los pasos: "la austeridad". Debemos mostrar todos austeridad. Es tiempo de ser hormiga y no cigarra. Ojalá veamos cómo (aunque sea sólo por crear un precedente) ZP se baja el sueldo como hizo el presidente Islandés. Os dejo mi blog por si os sirve de inspiración para "criticar" o denunciar la situación en la que vivimos en España. Feliz Año!.
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