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sábado, 17 de mayo de 2014

ECONOMIA: “El Capital en el siglo XXI” por Thomas Piketty.




El economista francés Thomas Piketty (T.P. en adelante) ha publicado en 2013 en Francia un ensayo  titulado “Le Capital au XXIe siècle” ( El capital en el siglo XXI, todavía no traducido al español ), traducido al inglés el pasado marzo -Capital in the Twenty-First Century (Belknap Press, 2014)- que desde su aparición ha constituido un éxito editorial impresionante siendo objeto de numerosos comentarios en Finantial Times,(que ha llegado a llamarle “el Marx del siglo XXI”), NYTimes, The Economist, el Nóbel Krugman y un largo etc.

Thomas Piketty (Clichy, Francia, 7 de mayo de 1971) economista, a los 22 años leyó su tesis doctoral preparada en la London School of Economics, que trataba acerca del “Ensayo sobre la redistribución de la riqueza”. Durante dos años dio clases en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets, de los USA). A su regreso a París fue director del EHSS (Escuela de Estudios Sociales) y más tarde, su cargo actual, nombrado presidente de la Escuela Económica de París.

El voluminoso libro de T.P. reúne los resultados de muchos años de trabajo y de numerosos artículos académicos y no deja indiferente a ningún economista del mundo, ya sean socialdemócratas o neoliberales, estos, naturalmente, contrarios a las teorías de T.P. mientras por el contrario, los más progresistas han valorado muy positivamente sus ideas; así el Nobel Paul Krugman, por ej.
En su libro,T.P. expone, evolución histórica de la distribución de la renta y la riqueza en 20 países (entre otros, Francia, Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Suecia, Alemania, etc.).llegando a la conclusión de que “el capitalismo es un gran sistema en términos de su capacidad para crear riqueza pero, advierte, no corrige automáticamente los aumentos en la desigualdad. En su opinión, no debemos dejarnos engañar por el descenso en la desigualdad experimentado por Europa Occidental y Estados Unidos después de la segunda guerra mundial. Este se debería a una combinación de eventos extraordinarios: la voluntad política de introducir un sistema impositivo muy progresivo, la destrucción de capital causada por la guerra y unas décadas de crecimiento económico excepcional. En el futuro, en ausencia de políticas impositivas suficientemente agresivas, y un estancamiento en el crecimiento, Piketty pronostica un aumento de la desigualdad que podría volver a alcanzar los niveles del siglo XIX. lo que  argumenta y concluye mediante un compendio de datos históricos, estadísticas, cuadros, gráficos, etc. de diversos países del mundo (pero, ¡ojo!, no se olvide que comportamientos pasados, NO necesariamente contribuyen a predecir los futuros), un formidable trabajo de 15 años junto a sus colaboradores que aparece en el momento de mayor crisis económica desde el crack de 1929. Un momento en el que arrecian en el mundo las desigualdades sociales.
Resumiendo mucho, (pues se trata de un volumen de mas de 700pgs.) podríamos destacar los siguientes puntos:
1.  El capitalismo es un buen sistema económico para generar riqueza, pero no corrige automáticamente los incrementos de desigualdad.
2.  Los ricos son cada vez más ricos. La relación entre el valor generado por las rentas de capital y la tasa de crecimiento económico no es constante a lo largo del tiempo. Cuanto más bajo es el crecimiento económico, más peso tienen en la riqueza de un país las rentas de capital. Es decir, los ricos son cada vez más ricos respecto al resto de la población. Lo formuló con su famoso r > g (donde r es el rendimiento del capital y g,la tasa de crecimiento económico).
3.  La riqueza se concentra. Las rentas de capital tienden a agruparse mucho más que las rentas del trabajo, por lo que con el paso del tiempo los hijos de los ricos serán más ricos que sus padres, mientras que la renta del resto de la sociedad crece mucho más lentamente.
4.  Un parón en el siglo XX.En el siglo XX el incremento de la desigualdad se ha frenado por las dos guerras mundiales y por la política económica fuertemente redistributiva que aplicaron todos los gobiernos posteriores a las conflagraciones. El acelerado crecimiento económico mundial de la segunda mitad del siglo XX, la implantación de políticas fiscales progresivas y la generalización de los sistemas de protección social redujeron la diferencia entre el retorno de las rentas de capital y el de las del trabajo.
5.  Vuelta a la desigualdad en el XXI. El economista francés observa cómo las diferencias de renta se han acentuado desde los años 70 hasta ahora. Las economías desarrolladas han vuelto al crecimiento sostenido, pero débil, de forma que se reproduce su argumentación: la riqueza se concentra en cada vez menos manos; por ello, si no se corrige, las sociedades desarrolladas podrían alcanzar niveles de desigualdad similares a los de épocas anteriores a la revolución industrial. Si las diferencias son demasiado elevadas, dice Piketty,  se reduce la igualdad de oportunidades y, por tanto, se pone en riesgo la democracia. El economista pone como ejemplo lo sucedido en Rusia desde el desmoronamiento de la Unión Soviética, donde una oligarquía cada vez más reducida y adinerada controla el país.
6.  ¿Solución: Subir impuestos a los grandes patrimonios?  Aquí es donde Piketty, que reconoce que sólo ha leído de Karl Marx el Manifiesto del  partido comunista, se opone a cualquier postulado marxista. Es un demócrata que tiene la experiencia del comunismo y su análisis quiere poner de manifiesto, como ya hemos dicho, el peligro que supone el aumento de la desigualdad para la democracia. Pero la solución que propone es lo más flojo de su argumentación... porque es una utopía: la creación de un impuesto a la riqueza, que se aplicaría en todo el mundo,  para redistribuirla en la sociedad.
Las predicciones de Piketty deberían preocuparnos especialmente en países como España, donde se combina un panorama demográfico desolador con unas perspectivas de crecimiento muy poco halagüeñas.
Pero Piketty no es determinista. Al contrario, opina que el futuro depende tanto de la economía como de la política y de las medidas fiscales que las sociedades adopten. La solución preferida de Piketty, un tanto utópica, sería la introducción de un impuesto a la riqueza a escala mundial. Si todos los gobiernos intercambiasen automáticamente la información bancaria, sería posible gravar a las grandes fortunas y transferir estas rentas al resto de la sociedad.
Una de las principales controversias del libro está relacionada con el papel inequivocamente negativo que Piketty asigna a la desigualdad. Un cierto nivel de desigualdad puede contribuir a fomentar la innovación y el crecimiento económico. La introducción de tasas impositivas marginales del 80% a la riqueza y a la renta, tal y como propone Piketty, podrían tener un efecto negativo sobre la actividad económica. Sin embargo, Piketty insiste en que un nivel de desigualdad demasiado elevado corrompería el funcionamiento de la democracia y cercenaría la igualdad de oportunidades. Otros puntos objeto de debate son el papel del capital humano o la posibilidad de que la tasa de retorno del capital pueda mantenerse a los mismos niveles en un contexto de bajo crecimiento de la productividad y de la población.
Durante muchos años las discusiones académicas sobre desigualdad habían estado centradas en el incremento en la desigualdad de la rentas del trabajo, atribuible en parte al cambio tecnológico sesgado en favor de los trabajadores más hábiles. El trabajo de Piketty pone de relieve el papel fundamental que sigue teniendo en el siglo XXI la distribución de las rentas del capital como determinante de la desigualdad.
F.J.de C.
Madrid, 18 de mayo de 2.014
Nota: Este artículo se ha redactado en base a la lectura de informaciones y comentarios leídos en la prensa especializada pero no en el texto original; el autor que suscribe, que no es un especialista en la materia sino un simple aficionado y curioso lector, pide perdón de antemano por los posibles errores que haya cometido en su redacción.