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jueves, 17 de marzo de 2011

De libertad religiosa, respeto a la ley e impunidad.

Hace unos días se ha producido un grave incidente en el Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid cuando un grupo de unos 70 radicales entró a tropel en la capilla  de culto católico. Una vez allí interrumpieron a los alumnos que rezaban y comenzaron a leer sus críticas a la Iglesia Católica e iniciaron sus insultos contra los creyentes y sus sacerdotes.
En pura teoría, acudir frente a una capilla católica y definirse en contra de esa religión resultaría un acto incluido  dentro de la libertad ordinaria. Pero no fue eso lo que sucedió. Los organizados penetraron en el recinto católico, profirieron insultos y descalificaciones, chanzas, burlas, se desnudaron, hicieron exhibición de prácticas lésbicas…
Se trata de grupos organizados de féminas, (en este caso de Madrid al menos) muy violentas, antisistema, ultra izquierdistas y proclives a los malos modales, además de sucias, en el sentido mas higiénico del término y muy alejadas de esa serenidad y sosiego que debería caracterizar el estilo de la vida universitaria.
En estas condiciones, me pregunto: ¿Encaja ese proceder dentro de la libertad de expresión religiosa?, es evidente que no; antes al contrario, según prestigiosos juristas  es un delito contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos tipificado en los artículos 522 a 526 del Código Penal y que , es más, consideran que este delito podría perseguirse de oficio por el Ministerio Fiscal; veremos si lo hace, cosa que me permito dudar ya que de momento no ha realizado.
El gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid ya ha pedido la dimisión del Rector, dado que sin embargo, veamos cómo ha reaccionado la Universidad, en la persona de su máximo representante el Rector Magnífico Carlos Berzosa (individuo éste de conocido sectarismo amén de gestor nefasto):
"El Rectorado de la Universidad Complutense de Madrid condena los hechos ocurridos en el día de ayer en la capilla de Somosaguas, en los que un grupo de jóvenes invadió el espacio de culto y realizó actos ofensivos contra la Iglesia católica y los creyentes"........, seguidamente, pide reflexionar sobre la "necesidad de mantener el respeto a la pluralidad de cultos y creencias religiosas" y hace un llamamiento "a la tolerancia y la convivencia ante las expresiones de las mismas".Por último, y pese a que se trata de un hecho que podría ser un hecho constitutivo de delito, como queda dicho anteriormente, bajo las normas que velan por la libertad de culto en España, el rectorado se limita a decir que abrirá "un expediente informativo con objeto de delimitar posibles responsabilidades"(deseo señalar que existe más de un video que recoge la grabación detallada de estos delictivos hechos).
Una toma de posición como la expuesta ya indica, sin lugar a dudas,  que este “Magnífico Rector”, no piensa ejercer su autoridad sancionando con la expulsión inmediata de la Universidad a este grupo de delincuentes que, por otra parte, están plenamente identificados.
La conclusion de todo este lamentable episodio no puede ser otra que la vergüenza y tristeza de contemplar hasta dónde ha caído la UNIVERSIDAD pública como institución casi milenaria (en las privadas, hasta el momento, no se han producido estos lamentables acontecimientos) .
La existencia de grupos pseudoterroristas, antisistema, “batasunos”, o como quiera llamárseles  está casi generalizada, también en Europa.
Lo que NO es habitual, es la pasividad de las máximas autoridades del Estado ante los delitos flagrantes que estos grupos cometen y que al menos en muchas de las univerdades públicas españolas campan por ellas con impunidad y sin el menor  contratiempo.
El asalto a la capilla del campus de Somosaguas ha puesto de manifiesto lo barato que es atacar a los católicos en España y cómo el Gobierno y la Fiscalía generalmente deciden mirar para otro lado cuando se ofenden los sentimientos religiosos de los cristianos, tanto en España como con la brutal persecución que viven en países musulmanes.
Esto es lo que hace que una vez más, desgraciadamente, se haga realidad, en su peor sentido,  el slogan: “España es diferente”.    
F.J.