Seguidamente reproduzco de http://www.conec.es
el interesante artículo de JOSÉ MIGUEL VIÑAS:
El meteorito que el pasado 15 de febrero de 2013 penetró en la atmósfera terrestre, cruzando los cielos de la región rusa de Chelyabinsk, se convirtió en cuestión de minutos en la noticia del día. Su desintegración casi total al atravesar los niveles más bajos de atmósfera generó un detello de luz tan brillante que durante algunos segundos superó al sol en luminosidad, y dio lugar a una explosión 185 veces más potente que la de de la bomba atómica de Hiroshima, con una onda expansiva que causó del orden de 1.200 heridos, la mayoría de ellos por cortes causados por la rotura de cristales. En 5 ciudades de aquella fría región de Rusia se produjeron cuantiosos daños materiales a consecuencia de dicha explosión.La caída de meteoritos es un fenómeno más común de lo que se cree. El de Chelyabinsk se estima que tenía originalmente –antes de fragmentarse– unos 10 metros de diámetro y un peso de unas 10 toneladas. Diariamente caen a la Tierra entre 50 y 100 toneladas de rocas de origen extraterrestre, la mayoría de las cuáles no llega al suelo –en cuyo caso habría que hablar de un meteoroide– o lo hacen como fragmentos de tamaño microscópico. En ocasiones lo que caen son restos cometarios o polvo interestelar, dando lugar a las estrellas fugaces.Es bastante habitual que a los meteorólogos y a los hombres del tiempo nos pregunten los periodistas sobre estos asuntos, por ejemplo con motivo de las lluvias de estrellas fugaces que, como las Perseidas (lágrimas de San Lorenzo) o las Leónidas, tienen lugar en fechas fijas del calendario. Con el meteorito de Rusia también se nos pidió opinión y a algunos de mis colegas les surgió la duda, ¿es realmente nuestro cometido?Un meteorólogo no tiene, en principio, mucho que aportar sobre el origen, la geología o la composición química de los meteoritos/meteoroides que llegan a la Tierra; sin embargo, desde el momento en que una de esas rocas penetra en la atmósfera, pasa a convertirse también en un meteoro. La Meteorología es la ciencia de los meteoros y los meteorólogos son los que la profesan. Se podría objetar que a diferencia de los meteoros convencionales (lluvia, granizo, nieve…), cuyo origen es atmosférico, un meteorito como el de Chelyabinsk, a la par que meteoro, es de procedencia extraterrestre, lo mismo que cualquira de los trozos de hielo con polvo entreverado que se desprenden de un cometa. Aristóteles pensaba que los cometas se generaban en el seno de la atmósfera, lo que justificaba su estudio. Su obra “Los meteorológicos”, escrita hacia el año 340 a. C., fue durante muchos siglos el tratado de referencia en materia meterológica.Las imágenes y videos del meteorito de Chelyabinsk no dejan lugar a la duda sobre su condición de meteoro, y por partida doble. Aparte de la estela de condensación que dejó en su recorrido celeste, provocada por el súbito enfriamiento de los gases resultantes de la desintegración del pedrusco, su incandescencia generó la traza luminosa antes apuntada, por lo que puede también catalogarse como un fotometeoro. Más allá de la anécdota que supone el hecho de que en un momento dado, un pequeño meteorito o estrella fugaz atraviese la atmósfera, creo que en un tema como este tienen cabida las opiniones de profesionales de muy distintas disciplinas científicas, entre ellas la Meteorología. Los meteorólogos, a través de sus redes de observación global, han de velar por todo lo que acontece en la atmósfera, meteoritos incluídos.Jose Miguel VIÑAS