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miércoles, 1 de abril de 2020

Características del virus Sars-Cov- 2 19, y tratamiento con inmunoglobulina anti COVID-19.

Introducción.
El presente artículo consta de dos capítulos diferentes aunque relacionados entre sí.
En el primer capítulo, se explican brevemente y de manera tan rigurosa como didáctica, algunas características del virus Sars Cv-2,(productor de la pandemia COVID-19) nuevo para nuestra especie y sobre el cual  todavía se sabe muy poco en cuanto a su forma de actuar y a sus posibilidades de sobrevivir fuera de un organismo humano.
En el segundo capítulo que podría considerarse como  aplicación práctica de los conceptos descritos en el primero, se describe un acuerdo de investigación entre el laboratorio de la U. Johns Hopkins de EE.UU. y la multinacional española Grifols para tratar en España a los pacientes de coronavirus con la terapia desarrollada entre ambas.
Capítulo I.- “El coronavirus y los anticuerpos”
Este virus,  Sars Cv-2 que produce en el hombre la enfermedad Covid-19 ha dado ya suficientes pruebas de ser extremadamente contagioso, pero a su capacidad infectiva demoledora hay que añadir un dato de gran importancia: es un virus nuevo y por tanto ningún ser humano había estado en contacto con él, por lo que nadie tenía anticuerpos cuando estalló la pandemia.
Tanto la vacunación como la sueroterapia nos surten de anticuerpos contra las enfermedades que combaten; lo hacen de manera diferente, ya que la vacunación nos induce a generar dichos anticuerpos a partir de la inoculación de una muestra del agente patógeno suficientemente atenuado, mientras la sueroterapia, o seroterapia, nos suministra los anticuerpos directamente, anticuerpos que previamente han sido fabricados por otros individuos.
Por aclarar el concepto con ejemplos muy conocidos, nos referimos a las primeras vacunas de la Historia, como la de la viruela, obtenida por Edward Jenner a partir de pústulas desecadas de las ubres de las vacas que padecían una variante benigna de la enfermedad conocida como Cowpox, o enfermedad de los vaqueros.
El genio investigador del microbiólogo británico le hizo intuir que al ordeñar las vacas enfermas, los ganaderos y los lecheros habían adquirido un estado de fortaleza que les permitía rechazar la enfermedad; acertó de pleno e inició, con la práctica de la vacunación por inoculación de polvillo de pústulas desecadas en forma subcutánea, la carrera que conduciría a la victoria sobre la que hoy consideremos enfermedad completamente erradicada.
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La seroterapia permitió otro salto hacia delante en la carrera de la prevención de enfermedades que no puede tener descanso; en este caso fue otra enfermedad temible, el tétanos, producido por la infección anaerobia de heridas profundas, como los pinchazos con viejos clavos, que una vez producida se logró detener a tiempo inoculando al paciente suero de caballo.
Son los equinos muy resistentes a la bacteria tetánica, que transportan en su intestino, debido precisamente a los anticuerpos contra ella que contiene su sangre, de manera que una vez extraída la misma se separan los glóbulos y se depura el componente líquido hasta obtener el suero con anticuerpos.
En el caso de la Covid-19 ningún ser humano podía tener anticuerpos cuando el virus, recién nacido por mutación, se mostró capaz de colonizar a nuestra especie; la invasión fue tan fácil como masiva, como desgraciadamente venimos comprobando.
Pero a estas alturas del avance de la pandemia, hay en nuestro planeta un verdadero ejército de seres humanos que ya ha tenido contacto con el nuevo virus y que ha sido capaz de generar anticuerpos; desgraciadamente algunos han muerto, algo que no pretende ni éste ni ningún otro agente infeccioso, ya que su éxito está en multiplicarse dentro de las células del atacado, salir y buscar nuevas víctimas.
Los que se han curado por padecimiento de la enfermedad son un verdadero tesoro inmunológico, porque han generado anticuerpos y su plasma podría constituir una esperanza para sus semejantes, si la medicina y la ingeniería genética logran aislarlos, manipularlos y utilizarlos en seroterapia.
Pero hay algo más: una de las características más preocupantes de la pandemia es que todo parece indicar que los asintomáticos son capaces de contagiar, lo que dificulta extraordinariamente la prevención de los contagios; pueden ser decenas o cientos de miles, y ellos también seguramente se han cargado de anticuerpos, incluso los que ni siquiera sospechan que han padecido la enfermedad por haberla confundido con un simple catarro.
Como tampoco sabemos exactamente cuándo se produjo en China la mutación originaria de la pandemia, no podemos decir con exactitud desde cuándo se está inmunizando de forma pasiva esta población silente, pero el pasado invierno ha sido pródigo en "gripes atípicas" o en "catarros" de larga duración. Los médicos de familia saben bien que han tenido que atender a muchos pacientes con este tipo de síntomas, muchos de ellos no coincidentes con exactitud con los de la gripe estacional.
No sería extraño que las campañas recién iniciadas en España para que la población que ha superado la enfermedad, que ya se acerca hoy a las quince mil personas, permanezca en contacto con los servicios médicos que los han atendido. ¿Podríamos asistir a una campaña masiva de donación de plasma? La posibilidad no parece desdeñable, ya que la seroterapia llegará con adelanto respecto a la vacuna.
Pero falta todavía mucho por saber, en función de lo reciente de la aparición de la pandemia. Algunas preguntas de interés serían ¿duran los anticuerpos por padecimiento lo suficiente para poder ser empleados en seroterapia? ¿Quedan inmunizados los curados por un tiempo largo o incluso por tiempo indefinido?
Es tiempo de investigación por parte de los científicos, de abnegación digna del mayor agradecimiento por parte de los profesionales que están en plena batalla y de colaboración de todos manteniendo escrupulosamente el aislamiento. De la mayor parte de los políticos, evidentemente no de todos, prefiero por el momento no acordarme.Miguel del Pino Luengo es biólogo y catedrático de Ciencias Naturales.
Capítulo II.- Acuerdo entre laboratorio EE.UU. y la multinacional Grifols: “España comenzará a tratar a los pacientes de coronavirus con una terapia que ya se utiliza en los Estados Unidos”


Los conceptos explicados en el artículo precedente, dan pié para citar al equipo de  investigadores de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU) quienes basaron sus proyecciones en que la clave para desacelerar y tratar el coronavirus podría estar oculta en la sangre de aquellos que ya se han recuperado de la enfermedad.
Así, la sangre de aquellos que pudieron sanarse podrá servir para intentar recuperar a los más enfermos del COVID-19, luego de un acuerdo entre el laboratorio de la compañía multinacional española  Grifols, la Agencia Federal de Alimentación y Drogas de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y la autoridad de Desarrollo e Investigación Biomédica Avanzada (Barda, por sus siglas en inglés).
Especializada en hemoderivados, Grifols espera empezar a producir inmunoglobulina anti COVID-19 a partir de julio en los Estados Unidos con el fin de ayudar a frenar la evolución del coronavirus. Este es el plazo aproximado que maneja la multinacional
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Grifols pretende usar su experiencia en el terreno de plasma para hacer frente al coronavirus y anunció un acuerdo de colaboración con diversas instituciones estadounidenses y organismos federales de salud pública de ese país, entre ellos la propia FDA, para recoger plasma de pacientes recuperados del COVID-19, procesarlo y producir inmunoglobulinas hiperinmunes.
Grifols pone a disposición del proyecto su red de centros de donación de plasma aprobados por la FDA y se encargará de examinar e identificar a los donantes, juntamente con otros organismos de salud estadounidenses, y de procesar el plasma para producir las inmunoglobulinas hiperinmunes en sus instalaciones especialmente diseñadas y aisladas para enfermedades infecciosas en Clayton, Carolina del Norte.
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“Si todo va como esperamos, pensamos que en julio podemos disponer de las primeras dosis de inmunoglobulinas”, ...dado que el proceso de producción de esas proteínas plasmáticas dura “entre unas 4 y 6 semanas”.
En los EE.UU.ya ha empezado a tratar a pacientes de coronavirus sin esperar a obtener inmunoglobulinas anti COVID-19, simplemente con la transfusión de plasma de personas recuperadas de esta enfermedad a otras en estado grave, una solución que la compañía quiere empezar a testar en España en un ensayo clínico que quiere arrancar en abril.
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 “Nuestra intención es mantener la actividad de nuestras fábricas y nuestros centros de plasma”, ha concluido el directivo de Grifols.

Por la transcripción:
F.J. de C.
Madrid, 1 de abril de 2020