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domingo, 10 de enero de 2016

La Cabalgata de los Reyes Magos y el “trágala”.




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Cabalgata de Reyes en Madrid, con Alcaldesa Carmena y los Reyes Magos disfrazados



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Las 'Magas de Enero' recibidas por el alcalde Joan Ribó en el Ayuntamiento de Valencia.


Los artículos 16,1 y 16, 3 de la Constitución española establecen que  “... Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.....  sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”.

ESPAÑA es un país cuyos ciudadanos son mayoritariamente cristianos. Sin duda alguna, las  fiestas Navideñas y dentro de  ellas la festividad de los Reyes Magos, junto con las de Semana Santa constituyen las manifestaciones de mas alto contenido religioso y cristiano y nadie puede sostener que representen ningún tipo de  atentado al orden público.

Centrándonos en la fiesta de los Reyes Magos y su Cabalgata, objeto de este artículo, todo el mundo estará de acuerdo en que es la fiesta por excelencia de todos los niños; la ilusión emocionada con la que esperan la llegada de Sus Majestades es indescriptible y tan obvia que no requiere mas explicaciones.

No es de la misma opinión un sujeto llamado Rafael Bazán, concejal de Participación Ciudadana en el Ayuntamiento de Podemos en Museros (Valencia), que vomitó la siguiente frase que pasará a la historia :
"A la M****a  los reyes magos, el papá noel y la p**a madre que los parió".
Mas grave todavía es que en otros importantes Ayuntamientos españoles como Madrid, Valencia, Zaragoza, etc. la tradición de la Cabalgata se haya malogrado frente el republicanismo, el feminismo y todos los ismos que, juntos y revueltos en la cabeza de alcaldesas, alcaldes, concejalas y concejales de pelaje “podemita” y asimilado han confluido para  organizar esos espectáculos chabacanos, soeces, vulgares y horteras en que han convertido la popular Cabalgata:
Los camellos y los caballos de los Reyes se han excluido de las carrozas, lo mismo que el Misterio, el burro y el buey del portal de Belén; las populares  “ocas de Miguelín”, en Madrid, desaparecidas en virtud de evitar un presunto ensañamiento con los animales; fuera también las ovejas.

También hubo transposición de género: “reinas magas” en lugar de reyes, a la espera de que en alguna edición posterior haya una “niña Jesusa”, adoptada por una pareja de homosexuales: dos Josés o dos Marías. Se pretende reponer en cada solsticio las carrozas y orgías del orgullo gay.

En algunos distritos eran  mujeres vestidas de reyes, con su barba postiza (?) o quizá se trataba de las auténticas mujeres con barba de circo.

Pero, ¡cuidado!, las payasadas vistas este año en la Cabalgata no son tan payasadas como los podemitas  y asociados se empeñan en hacer ver, intentando quitarle hierro al asunto y mofándose  de quienes les dan importancia.
Constituyen un auténtico trágala(*), que obliga por la fuerza de su mayoría a aceptar o soportar este escarnio.

La acción de esta extrema izquierda va subvirtiendo una cosa aquí, otra allá, y generando un clima caótico de división y confrontación palpables.

Son acciones muy pensadas para crear bandos. No suponen, de momento, grandes revoluciones ni grandes cambios, pero enfadan a la gente y la obligan a posicionarse a favor o en contra; lo mismo sea poniendo a reinas magas, que cambiando nombres del callejero en sus ciudades... o quitando Nacimientos monumentales.

La jugada es tan clara como perversa pues no dejan opción en contra: si uno decide ser hipócrita y  “pasar”  de sus actos, entonces acabará consintiendo de facto todo lo que hagan; pero si por el contrario, éstos se  valoran en toda su gravedad situándose rotundamente en su contra, entonces serás tachado de  “facha” y cavernícola por no aceptar “la modernidad” y dar desmesurada  importancia a lo que, supuestamente, para ellos, no la tiene.


Quien se crea que esto es inocente, es él mismo un inocente. Todas las acciones expuestas son sólo un punto más de un programa extenso y coherente de desmantelamiento de todas las tradiciones y las señas de identidad españolas. Y esto no es una teoría de la conspiración, sino la consecuencia palpable de su odio enfermizo por todo lo que significan las tradiciones mas sentidas por la inmensa mayoría de los españoles.

Una reflexión final: este tipo de acciones no se atreverían nunca a realizarlo con las tradiciones y sentimientos del colectivo musulmán, muy respetable desde luego pero cuya respuesta no sería indudablemente la misma.
F.J.de C.
Madrid, 10 de enero de 2.016.

(*) Según el diccionario de la R.A.E.«Trágala, tú, servilón», canción  con que los liberales españoles zaherían a los partidarios del gobierno absoluto durante el primer tercio del siglo XIX.

Coloq.Hecho por el que se obliga a alguien a aceptar o soportar algo a la fuerza. No paso por ese trágala.