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miércoles, 15 de marzo de 2017

J.F.Kennedy: La última teoría de la conspiración.


John F. Kennedy, J.F.K., (Brookline, Massachusetts, 29 de mayo de 1917-Dallas, Texas, 22 de noviembre de 1963) fue el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Elegido en 1960, J.F.K. , ejerció como presidente desde el 20 de enero de 1961 hasta su asesinato el 22 de noviembre de 1963.
El asesinato de J.F.K.tuvo lugar el viernes 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, Estados Unidos a las 12:30 de la hora estándar del centro (18:30 UTC). J.F.K.fue mortalmente herido por disparos mientras circulaba en el coche presidencial en la Plaza Dealey.

Tres investigaciones oficiales concluyeron que Lee Harvey Oswald, un empleado del almacén Texas School Book Depository en la Plaza Dealey, fue el asesino. Una de ellas concluyó que Oswald actuó solo y otra sugirió que actuó al menos con otra persona más. El asesinato todavía está sujeto a especulaciones, siendo origen de un gran número de teorías conspirativas.
La bibliografía existente sobre el asesinato de J.F.K. es muy abundante por lo que parecería difícil poder decir algo nuevo sobre el suceso; sin embargo, en el presente artículo se comenta ampliamente el siguiente libro:
«Teoría de la conspiración. Deconstruyendo un magnicidio: Dallas 22/11/63» (Ed. Navona, 640 páginas,32 euros)
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cuyo autor, Javier García Sánchez ,se atreve a adentrarse en un caso lleno de medias verdades y manipulaciones varias y rastrear contrastando en los muchos libros que se han publicado sobre el asunto.
El autor sostiene que si bien Oswald participó en la logística del atentado, «es posible incluso que sin conocer el destino final del mismo, logró zafarse de quienes tenían como objetivo silenciarlo» durante las primeras horas posteriores al magnicidio. Pero Oswald era un peón, probablemente el más insignificante de una infraestructura creada por la C.I.A. porque es a la Agencia a la que señala García Sánchez como responsable directa del complot. La sentencia de muerte de Kennedy vino dictada por un documento, la directriz NSAM-263, en la que se aprobaba el inicio de la retirada escalonada de las tropas estadounidenses destinadas en Vietnam, algo que supuso un duro traspiés para los halcones del Pentágono, los mismos que hacía tiempo que no perdonaban al joven presidente su política de no intervención militar en Cuba.
Sin embargo,según la teoría de la Comisión Warren, (el grupo de trabajo ordenado por Lyndon Johnson encabezado por Earl Warren, presidente de la Corte Suprema ) no existió conspiración alguna en Dallas. La Comisión Warren estableció la creencia de que un loco solitario con simpatías comunistas llamado Lee Harvey Oswald realizó tres certeros disparos desde el edificio del almacén de libros de texto, situado en la plaza Dealey, los mismos que asesinaron a quien era entonces el líder del mundo libre. Poco después, otro loco, Jack Ruby, dueño de un cabaret por el que pasaba lo más florido de la policía de Dallas, se saltaba todos los controles de seguridad y mataba de un tiro a Oswald, una escena que fue retransmitida por las cámaras de todo el mundo.

Nombres propios

El voluminoso trabajo de García Sánchez, no se limita a plantear las líneas generales de la conspiración, sino que proporciona muchos de los nombres propios que habrían participado en ella. Uno de los que suena con más fuerza es el de un agente de la CIA llamado Howard Hunt; este sujeto estuvo involucrado en otro de los episodios turbios de la Casa Blanca, el escándalo Watergate que le costó la presidencia a Richard Nixon.
Hunt era uno de los principales «fontaneros» de Nixon, pero el 22 de noviembre de 1963 estaba en Dallas. El propio Hunt, en el lecho de muerte, se encargó de realizar una moribunda confesión admitiendo que lo sucedido en Dallas era una operación de la CIA. Para acabar de liarlo todo más, existe una carta de Oswald a un tal «sr. Hunt», redactada dos semanas antes del crimen, en la que el presunto asesino pide instrucciones sobre lo que tiene que hacer. Hunt no era el único hombre de la Agencia en Dallas aquel día.
El autor, Javier García Sánchez,  nos recuerda que en esa fecha también estaban presentes más tipos peligrosos, como Frank Sturgis –otro de los condenados por el escándado Watergate–, David Ferrie –quien poco después se convertiría en uno de los ejes de la investigación de Garrison–, Bernard Baker, David Atlee Phillips y David Sánchez Morales

La última llamada

Hay una pista muy jugosa que podría ayudar a comprender si verdaderamente Oswald era un agente de la C.I.A.; se trata del recibo de la última llamada que Oswald pidió realizar desde las dependencias de la Policía de Dallas. Era el 23 de noviembre de 1963 y le quedaban pocas horas de vida. La telefonista de la comisaría, Alveeta A. Trenton, tuvo la buena idea de salvar este documento en el que consta que Oswald trató de llamar, aunque sin suerte, al oficial John Hurt, de Raleigh, Carolina del Norte, quien debía ser uno de sus jefes directos en el ONI, es decir, la Inteligencia Naval. Si Oswald sabía algo –y ciertamente sabía mucho– se llevó sus secretos a la tumba el 24 de noviembre de 1963, después de ser asesinado por Jack Ruby.
Fue la primera de las muchas muertes sospechosas que tendrían lugar en los siguientes años, un muy alarmante listado de accidentes de tráficos, suicidios, balas perdidas o mezclas de drogas que hicieron que se perdieran a testimonios clave en esta historia.
García Sánchez realiza un desconcertante recuento de decesos:
  • La primera de esas víctimas fue Karyn Kupcinet, una actriz que había logrado algunos pequeños papeles en televisión, y que aseguró que había visto juntos a Oswald y Ruby en el Club Carrousel de Dallas, el mismo local que regentaba este último.
  • Unos días más tarde encontraban el cadáver de Jack Zangretti, quien afirmó públicamente que en el magnicidio habían intervenido tres hombres y que uno de ellos acabaría matando a Oswald.
  • El 8 de mayo de 1964 se suicidó el agente de la CIA Gary Underhill, el primero en insinuar que la Agencia podría estar detrás del asesinato de John F. Kennedy.
  • En 1965, la opinión pública quedó sorprendida con la inesperada muerte de Dorothy Kilgallen, una periodista conocida por sus apariciones en televisión y radio, y que aparentemente habría fallecido de una sobredosis accidental.La triste noticia tenía lugar poco después de que Kilgallen hubiera explicado que Jack Ruby la había concedido una entrevista en la que lo contaba todo. Nunca aparecieron las notas de esas conversaciones.
  • Florence Earl Smith, una íntima amiga de la reportera, de quien en un primer momento se sospechó que las podía guardar,  apareció también muerta 48 horas después del deceso de Kilgallen.
  • Pero la más llamativa de estas extrañas muertes tuvo lugar en junio de 1966. Bowers era la persona que había observado a determinados hombres y vehículos sospechosos en el famoso montículo de hierba, el lugar en el que se cree que habría estado oculto el responsable del último disparo, el que acabó con Kennedy. Pero Bowers no pudo hablar más porque se mató estrellándose contra la única columna de cemento que había en toda una autopista.
Uno de los aspectos más interesantes que se apuntan ahora en este libro es el de señalar, precisamente, a los autores materiales del crimen del presidente norteamericano, todos ellos hombres coordinados por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana y pagados por la mafia.

De Bolivia a Chile

Otro de los sospechosos que se han mencionado con anterioridad es David Sánchez Morales.
Morales no era un agente cualquiera: entre sus responsabilidades también estaba la de ser uno de los encargados de la estación de reclutamiento de la CIA  en Miami. Cuando el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos volvió en 1976 a ahondar en los sucesos de Dallas, Morales ya supo que, a partir de ese momento, era un hombre marcado.
A su abogado Robert Walton le confirmó que él estuvo en la capital texana cuando se produjo el magnicidio. «Yo estaba en Dallas el día que nos cargamos a aquel cabrón, y yo estaba en Los Ángeles el día que nos cargamos al pequeño hijo de puta», dijo.
Morales fue llamado a declarar ante el comité y, como ya pueden imaginar y teniendo en cuenta las «accidentales» muertes que han rodeado siempre esta investigación, no llegó a hacerlo nunca. Si existía alguien que sabía cómo había que terminar con el presidente de Estados Unidos y no ser descubierto nunca, ese era, precisamente, David Morales, aunque ya jamás sabremos lo que pasaba por su cabeza porque murió repentinamente en Tucson el 8 de mayo de 1978.
Otro de los nombres más interesantes de todos los que son citados por Javier García Sánchez es el de Malcolm Wallace, a quien se ha definido como el hombre de confianza de Lyndon B. Johnson, para los asuntos más delicados. Una de las huellas de Wallace aparece en la caja de cartón que, según el Informe Warren, habría usado Oswald para apoyarse mientras disparaba contra John Fitzgerald Kennedy.
Varios testigos han afirmado, especialmente un hombre de negocios texano y amigo de Lyndon Johnson llamado Billie Sol Estes, que Wallace se encontraba detrás de Oswald en la ventana del sexto piso del almacén de libros de texto en Dallas, la llamada guarida del asesino. Mac, por supuesto, murió en 1971 en un extraño accidente de automóvil.
F.J. de C.
Madrid, 15 de marzo de 2.017

Nota: Basado en la recensión del libro «Teoría de la conspiración. Deconstruyendo un magnicidio: Dallas 22/11/63» de Javier García Sánchez , publicada en  LaRazón

domingo, 23 de noviembre de 2014

John F. Kennedy un mito desaparecido.


John Fitzgerald Kennedy (Brookline, Massachusetts, 29 de mayo de 1917-Dallas, Texas, 22 de noviembre de 1963) fue el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Fue conocido como John F. Kennedy, Jack Kennedy por sus amigos y popularmente como JFK
La imagen  de Lyndon B. Johnson jurando su cargo de nuevo Presidente de los EEUU de América en el avión presidencial, con los restos aún calientes del presidente  Kennedy, constituye un ejemplo ilustrativo de lo simple que resulta sustituir a alguien por muy valioso e importante que este sea.
Los Kennedy se habían convertido en reyes y  Camelot era el nombre con el que se conocía a la Casa Blanca de la época de JFK. Es imposible saber si esa imagen mítica hubiese llegado hasta nosotros si JFK no hubiera sido asesinado poco después del mediodía del 22 de noviembre de 1963, hace ahora 51 años.
La trágica muerte de JFK ha cubierto su personalidad de un halo de prestigio que disipa su verdadera identidad y su mas que discutible gestión política como presidente de los Estado Unidos de América.
Pero  ¿qué logró verdaderamente Kennedy durante su relativamente breve mandato?  ¿realmente la HISTORIA (con mayúsculas) habría sido diferente si hubiera sobrevivido?
JFK fue el resultado perfectamente conseguido de marketing político, de una venta de imagen asombrosamente eficaz, sustentada sobre unas bases  indudables de cualidades y valores humanos del personaje; un político carismático, con una gran ambición de poder, el máximo que se puede alcanzar en el mundo entero.

  • JFK fue el presidente de la “nueva era”, de “la nueva frontera”, de la defensa a ultranza de los grandes valores de la justicia y de la libertad.
  • El presidente de los grandes y sonoros discursos y frases inolvidables: “Ich bin ein Berliner” (Yo soy berlinés) ante el MURO;  “hacer que el país avance de nuevo"  en su campaña; “No hay que preguntarse qué puede hacer el país por mí, sino que puedo hacer yo por mi país” en su discurso de toma de posesión, y tantas otras frases que siempre se repiten y recuerdan como características del personaje y su brillante locuacidad (o la de sus “gurús”).
  • Hay que anotar en su haber, la creación de programas como el Cuerpo de Paz y la Alianza para el Progreso para América Latina; además, preparó a su país para enviar al hombre a la luna a finales de los años sesenta.

  • “América ha perdido la inocencia”  proclamó enfáticamente un locutor de la tv cuando anunció la muerte de JFK. Tal era la aureola angélica del difunto.


Pero ya no se olvida que en sus famosos “mil días”  (escasos) fue responsable de muchas decisiones insensatas o cuando menos equivocadas, como por ejemplo:
  • Abril de 1961, desembarco fracasado en Bahía de Cochinos, Cuba.
  • El  envío  de miles de   “asesores” a Vietnam: que JFK los aumentó a 16.000, cuando antes de su llegada a la presidencia los Estados Unidos había solo algunos cientos.
  • La crisis de los misiles (octubre de 1962) estuvo a punto de desencadenar una guerra nuclear  siendo justo  reconocer, sin embargo,  que fue manejada con cierta habilidad por un JFK que consiguió la retirada de esos misiles que amenazaban la costa este de los Estados Unidos.

Un aspecto de la biografía de JFK  que después de su muerte se ha divulgado profusamente, es el de su vida amorosa; se ha extendido la imagen de un JFK  que tenía un apetito sexual desbordante."En público, los Kennedy aparecían como  la pareja estadounidense modelo. En privado, Jack no lo era tanto. Su aventura con Marilyn Monroe fue la más célebre, pero no la única.

Finalmente,¿quién mató a Kennedy?


JKF segundos antes de su muerte

La Comisión Warren hizo públicas sus conclusiones en septiembre de 1.964  y constituyen, hasta ahora,  la versión oficial: Oswald actuó solo, disparó tres balas y no formaba parte de conspiración alguna para asesinar al presidente.

Sin embargo, en  1976, un Comité de la Cámara de Representantes reabrió la investigación. Tres años después, concluyeron que hubo cuatro disparos, probablemente dos tiradores y, por tanto, una conspiración, si bien, hasta el momento, no se ha condenado a nadie por participar en la conspiración. La desclasificación prevista para 2017 de todos los documentos relativos al asesinato de Kennedy tal y como establece la 'JFK Assassination Records Colllection Act' aprobada en 1992, parece que podría arrojar nuevos datos a un caso hasta ahora irresoluble al cien por cien. Entre ellos, los más de 1.000 documentos que aún no ha querido hacer públicos la CIA.
Como escribe el periodista Tim Weiner, ganador del premio Pulitzer, en su magnífica historia de la CIA, Legado de cenizas (Debate): “Un airado disidente que admiraba a Castro, de quien la CIA tenía razones para creer que se le podría haber reclutado como agente comunista y que buscaba un modo de regresar a Moscú a través de La Habana, estaba vigilando la ruta que iba a recorrer la caravana del presidente en Dallas. La CIA y el FBI jamás cruzaron sus informes y el FBI jamás estuvo cerca de seguirle pista.Según declararía J. Edgar Hoover en un memorando redactado el 10 de diciembre de 1963 y que se mantendría en secreto hasta finales del siglo XX: ”un caso de ‘flagrante incompetencia” .
Aquello fue el preludio de la que sería su actuación en las semanas anteriores al 11 de septiembre de 2001.

F. J. de C.
Madrid, 23 de noviembre de 2.014.


Nota:Como complemento a este artículo, se acompañan dos interesantes  enlaces a sendos reportajes del diario ElMundo y un video de YouTube:




viernes, 22 de noviembre de 2013

John F. Kennedy y el mito Camelot



La imagen  de Lyndon B. Johnson jurando su cargo de nuevo Presidente de los EEUU de América en el avión presidencial, con los restos aún calientes de John F. Kennedy, JFK, constituye un ejemplo ilustrativo de lo simple que resulta sustituir a alguien por muy valioso e importante que este sea.
Los Kennedy se habían convertido en reyes y  Camelot era el nombre con el que se conocía a la Casa Blanca de la época de JFK.Es imposible saber si esa imagen mítica hubiese llegado hasta nosotros si JFK no hubiera sido asesinado poco después del mediodía del 22 de noviembre de 1963, hace ahora 50 años.
La trágica muerte de JFK ha cubierto su personalidad de un halo de prestigio que desvanece su verdadera identidad y mucho mas su gestión como presidente de la nación mas poderosa del mundo. Fue uno de esos acontecimientos tan estremecedores, que ya es tópico comentar para las personas que lo vivieron recordar dónde estaban y que hacían cuando supieron la noticia.
Pero  ¿qué logró verdaderamente Kennedy durante su relativamente breve mandato?  ¿realmente la HISTORIA (con mayúsculas) habría sido diferente si hubiera sobrevivido?
Kennedy fue el producto mas conseguido de una venta de imagen asombrosamente eficaz, sustentada sobre unas bases  indudables de cualidades y valores humanos del personaje; un político carismático, sin duda, que aspira al poder máximo que se puede alcanzar en el mundo entero y no solamente en los Estados Unidos.
La batalla inicial de su campaña electoral se ganó en la televisión, contra un NIXON que entonces todavía no había sido sometido a ese lavado de cara que años después le llevó a la presidencia.
“América ha perdido la inocencia”  proclamó enfáticamente un locutor de la tv cuando anunció la muerte de JFK. Tal era la aureola angélica del difunto.
Se trataba del presidente de la “nueva era”, de “la nueva frontera”, de la defensa a ultranza de los grandes valores de la justicia y de la libertad.
El presidente de los grandes y sonoros discursos y frases inolvidables: “Ich bin ein Berliner” (Yo soy berlinés) ante el MURO;  “hacer que el país avance de nuevo"  en su campaña; “No hay que preguntarse qué puede hacer el país por mí, sino que puedo hacer yo por mi país” en su discurso de toma de posesión, y tantas otras frases que siempre se repiten y recuerdan como características del personaje y su brillante locuacidad

Pero se olvida que en sus famosos “mil días”  (escasos) se tomaron muchas decisiones, cuando menos,  muy poco acertadas, como en abril de 1961,  la operación fracasada en la Bahía de Cochinos, Cuba; o el  envío de  “asesores” a Vietnam, que cuando JFK llegó a la presidencia los Estados Unidos había solo algunos cientos pero que el los aumentó a 16.000 (Johnson finalmente incrementó las tropas estadounidenses a más de 500.000 efectivos).
La crisis de los misiles (octubre de 1962) estuvo a punto de desencadenar una guerra nuclear  siendo justo y necesario reconocer que fue manejada con firmeza y habilidad por un JFK que consiguió la retirada de esos misiles que amenazaban la costa este de los Estados Unidos; en situaciones difíciles actuaba con prudencia y sentido práctico y no de dejándose llevar de sus prejuicios ideológicos  progresistas. Hay que anotar también en su haber, la creación de programas como el Cuerpo de Paz y la Alianza para el Progreso para América Latina; además, preparó a su país para enviar al hombre a la luna a finales de los años sesenta.
Un aspecto de la biografía de JFK  que después de su muerte se ha divulgado profusamente, es el de su vida amorosa; se ha extendido la imagen de un JFK  que tenía un apetito sexual casi inextinguible y hoy se diría que trataba a las mujeres jóvenes y hermosas como objetos sexuales."En público, los Kennedy eran la pareja estadounidense modelo. En privado, Jack no lo era tanto. Su aventura con Marilyn Monroe fue la más célebre, pero no la única. Los españoles que conocemos de cerca  bastante de las aventuras de nuestros reyes no nos extrañamos de nada relativo a estas cacerías eróticas.

Finalmente,¿quién mató a Kennedy? es la pregunta que surge permanentemente cuando se recuerda el magnicidio; sobre el asesinato de Kennedy se han publicado muchísimos libros y rodado películas; en los próximos años se podría publicar quizá algún estudio definitivo, porque ya se han desclasificado todos los documentos.
En septiembre del año siguiente al magnicidio,solo  diez meses después, la Comisión Warren hizo públicas sus conclusiones que constituyen la versión oficial: Oswald actuó solo, disparó tres balas y no formaba parte de conspiración alguna para asesinar al presidente.
Como escribe el periodista Tim Weiner, ganador del premio Pulitzer, en su magnífica historia de la CIA, Legado de cenizas (Debate): “Un airado disidente que admiraba a Castro, de quien la CIA tenía razones para creer que se le podría haber reclutado como agente comunista y que buscaba un modo de regresar a Moscú a través de La Habana, estaba vigilando la ruta que iba a recorrer la caravana del presidente en Dallas. La CIA y el FBI jamás cruzaron sus informes y el FBI jamás estuvo cerca de seguirle pista. Aquello fue el preludio de la que sería su actuación en las semanas anteriores al 11 de septiembre de 2001: un caso de ‘flagrante incompetencia, según declararía J. Edgar Hoover en un memorando redactado el 10 de diciembre de 1963 y que se mantendría en secreto hasta finales del siglo XX”.
Al final, como tantas veces, la explicación más sencilla parece la verdadera.

F. J. de C.
Madrid, 22 de noviembre de 2.013
Nota: Se acompaña enlace al interesante reportaje del diario ElMundo