http://youtu.be/5bX905hZlY4
Los italianos llegaron demasiado tarde a Estados Unidos. Su migración masiva se produjo a finales del siglo XIX o a principios del XX, cuando el Gobierno ya no repartía tierra gratis y los alemanes y escandinavos construían barreras contra los recién llegados. 'L'America' no era la tierra prometida que los italianos esperaban.
La mayoría de los que huían de la vida sin futuro en el sur de Italia se enfrentaron con la miseria y con la discriminación en Nueva York, San Francisco o Chicago. Los nuevos americanos aprendieron a ocultar sus orígenes. En los años 20 del siglo XX, el padre de Frank Sinatra cambió su nombre a 'Marty O'Brien' para atraer clientela a su bar. Y la reacción de la segunda generación fue, en algunos casos, la contraria. Cuando el líder de una banda le propuso al cantante cambiar su nombre por el más anglosajón 'Frankie Satin', el joven artista espetó: «The name is Sinatra. Frankie Fucking Sinatra». Lo cuenta Tom Santopietro en su libro recién publicado 'The Godfather Effect'.
Entre el miedo a la pobreza y la frustración, se formaron los grupos de protección habituales entre inmigrantes y que, algunos casos, cruzaban la frontera de la ayuda a la extorsión. En el sur de Manhattan, desde antes de que llegaran los italianos, había tarifas establecidas entre los violentos clanes: un dólar por unos golpes, dos dólares por una paliza, 30 por un secuestro, 100 por un asesinato. Pero fue en los años 20 cuando la mezcla de la Gran Depresión y la 'ley seca' dispararon el crimen organizado. El tráfico del alcohol vetado se convirtió en una vía fácil y muy lucrativa de supervivencia.
«La mafia la creó la Ley Seca... Fue el Gobierno con una decisión mala. El resultado de la tendencia en este país de los intolerantes a imponer su visión. Vuelve periódicamente», explica a ELMUNDO.es Asher Sarnoff, guía de un pequeño museo en el Village neoyorquino dedicado a la mafia. Eso era justamente lo que decía Sinatra, sospechoso beneficiario de la mafia e inspiración del cantante que aparece en 'El Padrino'.
Así se formaron los cinco clanes que dominaban el tráfico de alcohol, drogas e influencias: los Bonanno, los Genovese, los Colombo, los Lucchese y los Gambino. En muchos casos, no eran ni los más criminales ni los más poderosos, pero sí los que más salían en la prensa justo en el 'boom' de los diarios y la radio. Algunas familias, de judíos o de irlandeses, como la de Kennedy, salieron del círculo criminal y limpiaron su reputación en los años 30, cuando el alcohol volvió a ser legal. Pero los italianos se reconvirtieron a otros negocios en la sombra.
El papel de los clanes ilegales era objeto de tensión continua en la comunidad italo-americana, entre quienes querían integrarse, americanizarse y vivir según las reglas oficiales y quienes defendían que las instituciones públicas ya estaban corruptas y que el crimen era la manera natural de aprovechar el capitalismo del nuevo mundo.'El Padrino' empieza justamente con este dilema. La primera frase de la película, en la habitación oscura de Don Corleone, es «creo en América». Sale de los labios de Amerigo Bonasera, cuyo nombre es casi literalmente «adiós América». Él asegura haber sufrido la injusticia de los tribunales por ser italiano pese a intentar respetar las reglas y alejarse de la mafia.
Sarnoff, del museo de la mafia, recalca que las cinco familias —o, más bien, cinco clanes— siguen existiendo. «Se siguen reuniendo, aunque ahora sus encuentros parecen más un Consejo de Administración», dice. Tras décadas de arrestos, se han debilitado y se han diversificado. Las cinco neoyorquinas retratadas en 'El Padrino' mantienen el mito, aunque hayan cambiado de manos y hayan desaparecido los jefes más célebres de los años 30 y 40 en los que se basó Mario Puzo para su novela.
Queda poco de los jefes con el espíritu del Don cinematográfico. El personaje de Corleone, se supone, es una mezcla de varios 'capos', en particular de Vito Genovese, Joe Profaci, Carlo Gambino y Angelo Bruno. Aunque Puzo aseguró que, en realidad, su mayor inspiración para el personaje fue su madre. El escritor contaba sobre ella: «Ejercía el poder como lo hacía 'El Padrino'. Podía ser despiadada y a la vez inspiraba mucho afecto».
Escrito por
María Ramirez,http://www.elmundo.es/especiales/2012/cultura/el-padrino/mafia/nueva-york.html