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jueves, 12 de febrero de 2015

El Cine español y la Gala de los Premios Goya.



En los años 70, se hizo famosa en España una crítica tan breve como ácida que firmaba Alfredo Marqueríe sobre el estreno de una representación del por entonces popular autor Alfonso Paso. Rezaba lo siguiente: «Ayer se estrenó otra obra de Alfonso Paso. ¿Por qué?».
Parodiando al insigne crítico, podríamos decir  que el pasado 7 de febrero se celebró la Gala de los Goya, ¿por qué?.


Dicho “acontecimiento” que organiza la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España  se celebra todos los años para festejar a los cineastas españoles, mejor dicho, para que ellos se festejen entre si, es un remedo pretencioso, cursi y hortera de los mundialmente famosos OSCAR, que TVE retransmite hasta las tantas de la madrugada y que a decir de alguno de los que han tenido la paciencia de seguirla, este año ha batido todos los records en cuanto a duración y somnolencia.
El presunto jolgorio comenzó a las diez de la noche y duró  226 minutos, pero la sensación de algunos que la soportaron entera fue de que había transcurrido una eternidad pues la gala fue larga, larguísima.
La Gala de este año, a decir de los que la presenciaron, sin embargo, adquirió algunos aspectos mas positivos que las anteriores.
El principal, que no estuvo estuvo tan intensamente politizada como otras veces, salvo la desdichada intervención del ya muy pasado, Pedro Almodóvar, que dicho en términos vulgares, metió la pata con su proverbial mala educación y dirigiéndose al ministro de Cultura dijo "Señor Wert, usted no está incluido en esto de amigos de la cultura y el cine español", entre otras lindezas.
Dani Rovira

Dani Rovira, el presentador de la gala, sin embargo, ha conseguido algo que no lograron todos sus predecesores: no dejar a nadie indiferente. Rovira contó chistes, se bajó los pantalones, le lanzó una parrafada a Macarena Gómez hasta que ella le mandó callar... En general, se hizo con la audiencia y al final acabó hasta con su Goya al mejor actor revelación por la película  Ocho apellidos vascos.


Las palabras de Antonio Banderas, al que la Academia de Cine ha otorgado este año un Goya honorífico por toda su carrera, iniciada en los años 80, fueron emotivas  y con ellas se vivió uno de los mejores momentos de la noche; el actor recordó a sus padres, a su hija y confesó que, estuviera donde estuviera, nunca olvidaba sus orígenes: “Cada vez que terminaba un plano, una secuencia, mi mente estaba puesta en España. No en Arizona, en Cleveland, Ohio. No, no, no. Para mí lo importante era saber cómo se vería mi trabajo en mi tierra, en Málaga, en mi barrio”.
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Antonio Banderas.


Pese a todo, ha sido una verdadera fiesta del cine español, divertida en ocasiones, en la que la política ha quedado a un lado y los cineastas han mostrado al público su mejor género.

La isla mínima es un thriller perfecto, cine negro, policiaco con la acción en la España de comienzos de los años 80;  ha arrasado con 10 estatuillas.

La segunda película más premiada,El niño, que ganó 4, es un interesante thriller sobre el mundo del narcotráfico en el estrecho de Gibraltar.
La película más taquillera de la historia del cine español, 8 apellidos vascos, se alzó con 3 trofeos; y Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo 2.
La "perdedora" fue Magical Girl, una buena película también pero quizá excesivamente melodramática.

El cine español parece que en 2014 consiguió devolver el público a las salas con  películas comerciales, mas conectadas con el gran público que ese “cine de autor” aburrido, mediocre, sórdido, incapaz de ser estrenado en salas comerciales o si lo consigue, apenas completa unas pocas filas de los minicines.
El gran periodista y crítico de cine Alfonso SANCHEZ, (1911-1981) decía que una película buena era la que llenaba los cines, que en esa época eran grandes salas alguna de las cuales pasaba de las mil butacas.
Si es verdad que se produce un cierto cambio de rumbo en el cine español, bienvenido sea; antes, aun con censura, el cine español llenaba las salas y se veía favorecido por las preferencias generalizadas del “respetable” (público).
Hoy sin censura alguna, habría que recordar a los interesados,a pesar de sus protestas, las generosas subvenciones y proteccionismo del que gozan: cuota de pantalla que obliga a proyectar una película española por cada cuatro foráneas; esas subvenciones estatales pagadas por todos con nuestros impuestos y el apoyo de las televisiones públicas y privadas.
El tema del IVA, 21%, es efectivamente duro de soportar como lo es también para el resto de las industrias españolas que por otra parte no gozan de las  subvenciones directas e indirectas que tiene la industria del cine y que por mucho que lo pregonen los interesados está bastante lejos de ser un bien cultural que justifique un tipo de IVA reducido.
F.J.de C.
Madrid, 12 de febrero de 2.015