lunes, 8 de octubre de 2018

El Papa Pío XII.


Pío XII, cuyo nombre en el mundo era Eugenio Pacelli nació en Roma, el  2 de marzo de 1876 falleciendo, a los 82 años, en Castel Gandolfo, Italia, 9 de octubre de 1958; fue elegido Papa, sucesor número 260 de San Pedro, el 2 de marzo de 1939.
En 1965, su causa de canonización fue confiada por Pablo VI a la Compañía de Jesús y el papa Benedicto XVI lo declaró venerable el 19 de diciembre de 2009 por el “Decretum super virtutibus” con el cual se reconocieron oficialmente las virtudes heroicas del Papa  Pío XII.
La familia Pacelli, de rancio abolengo,  era muy cercana a la Curia Romana, ya que el padre era el decano de los abogados consistoriales y su hermano, Francesco, fue un jurado de la Santa Sede y miembro de la Comisión del Vaticano que preparó la redacción de los Pactos de Letrán.
Ordenado sacerdote el 2 de abril de 1899,  fue nombrado arzobispo titular de Sardi (Anatolia) y Nuncio apostólico en Munich; en 1920 fue nombrado Nuncio en la nueva República de Alemania decretado por la Asamblea de Weimar, y en esa oficina trabajó para concluir acuerdos entre la Santa Sede con Baviera (1925) y con Prusia (1929).
Creado cardenal el 16 de diciembre de 1929 por Pío XI, el 7 de  febrero de 1930 fue nombrado Secretario de Estado. Su profundo conocimiento de la lengua alemana junto con su especialización en Derecho Canónico fueron decisivos para la negociación y redacción  del Concordato de la Santa Sede con la Alemania de Hitler (1933).
Tras la muerte de Pío XI, el Cónclave eligió nuevo Papa, en apenas dos sesiones, dado que era el candidato favorito, al Secretario de Estado y Cardenal Eugenio Pacelli que adoptó el nombre de Pio XII, que comenzó así su largo pontificado (19 años, de 1939 a 1958), uno de los pontificados más difíciles y dramáticos entre los muchos que la Iglesia recuerda a lo largo de sus dos milenios de existencia: aparición del nazismo, implantación de la Revolución Marxista -  Comunista, 2ª Guerra Mundial, holocausto nuclear en Hirosima y Nagasaki, ”guerra fría”, etc.
Pacelli, como Secretario de Estado y por su formación académica, toda su carrera se había desarrollado en la administración vaticana; fue un Papa perfecto conocedor tanto de los entresijos de la Curia como de las relaciones diplomáticas.Sin embargo en su juventud intentó ser párroco e incluso una vez obispo, para conducir una diócesis de tamaño medio aunque acabó siendo diplomático, casi forzado a ello, a la vista de sus eminentes cualidades.
Claro precursor del Concilio Vaticano II, Pacelli es el más citado en los textos del Concilio (más de 200 veces). Durante su papado fue autor de numerosos escritos teológicos y doctrinales sobre la Iglesia, la liturgia, las misiones, el laicado, el sacerdocio, la vida religiosa. Se sirvió de su aguda inteligencia para promover el diálogo con las distintas ramas de la ciencia: derecho, medicina, ciencias de la naturaleza, arte, cultura. Sus importantes manifestaciones en las múltiples audiencias y mensajes radiofónicos eran escuchadas con auténtica atención y respeto incluso por personas de otras religiones e incluso agnósticas .
Actividades en el ámbito político / diplomático y leyenda negra.
Pío XII no solo fue defensor de Roma, sino que trabajó intensamente por la paz mundial. Cuatro relevantes concordatos (entre ellos el de ESPAÑA) se debieron a su mano. Se sabe con certeza que, en situaciones políticas sumamente difíciles, facilitó la reconciliación entre naciones, actuando él mismo como mediador. Promovió la paz en la Segunda Guerra Mundial, así como después en la Guerra Fría, a pesar de lo que hace creer una poderosa campaña difamatoria contra su persona cuyas consecuencias llegan hasta hoy.
Por ejemplo, en lo referente al análisis historiográfico acerca de la conducta del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial y en lo concerniente al “holocausto”, se pueden distinguir tres etapas claramente diferenciadas: una primera etapa, que va desde 1945 hasta 1963, en la cual la comunidad internacional tenía una imagen positiva del papel del Papa respecto a su intervención en favor del pueblo judío; una segunda etapa, que se extiende desde 1963 hasta entrado el siglo XXI, en la que predomina una visión muy crítica hacia Pío XII al que se quiere hacer ver como aliado de los nazis, una tesis abonada por una famosa película como “El Vicario” y una tercera etapa, en la que historiadores como Martin Gilbert, Ronald J. Rychlak y David Dalin vuelven a presentar una imagen positiva del pontífice.
Durante los años posteriores al final del conflicto, la opinión acerca del papel que jugó Pío XII durante la guerra era por demás favorable y laudatoria. Se pueden citar las opiniones de Isaac Herzog, Giuseppe Nathan, Leo Kubowitzki, Golda Meir, Dwight D. Eisenhower, Eugenio Zolli y Albert Einstein, entre otros.
A desvelar la verdad sobre ello han contribuido las iniciativas del Comitato Papa Pacelli-Associazione Pio XII, las investigaciones del padre jesuita Peter Gumpel, la antología de Gary Krupp o las obras de Michael Hesemann y tantos otros autores, que demuestran cómo Pío XII salvó de la muerte a millares de judíos. Acaba de publicarse el estudio de Johan Ickx sobre la actuación diplomática del entonces Eugenio Pacelli ya en la Primera Guerra Mundial, un precedente de lo anterior.
Tal como el Papa San Juan XXIII dice de él, desarrolló «una actividad pastoral que, en tiempos de guerra y de incertidumbre, afectó a innumerables personas individuales y a masas de gente». Acerca del asilo que ofreció en Roma a centenares de prófugos judíos dieron testimonio hace ya tiempo personalidades, alguna ya citadas, como Israel Zolli, Isaias Levi, Isaac Herzog, Joseph Nathan o Golda Meir.
Sin embargo, no sabemos hasta cuándo continuará esta falsa leyenda negra, y sería demasiado optimista creer que todo ha quedado clarificado.
Hay muchos episodios históricos en los que los documentos en los archivos del Vaticano confirmarán o anularán la evidencia de la participación positiva del Papa; por ejemplo,(*) “uno es el refugio brindado a 477 judíos en la Ciudad del Vaticano y sus enclaves en vísperas del rodeo alemán de judíos en Roma en 1943. Otros 4,238 judíos se salvaron cuando se les dio refugio en monasterios y conventos en toda la ciudad. Entre los que se encontraban en Roma en ese momento ya reconocidos por Yad Vashem estaba el padre Pietro Palazzini, más tarde cardenal. Solo los archivos del Vaticano pueden revelar qué papel desempeñó el propio Papa en estos dos actos de rescate, que salvó a las cuatro quintas partes de los judíos de Roma…”
La cuestión de la apertura de los Archivos Vaticanos resulta aquí central; si se abrieran hasta 1948 –ahora lo están hasta 1939–, dispondríamos de más información.
F.J. de C.
Madrid, 8 de octubre de 2.018
Notas:  con info del artículo de Pascual Cebollada Silvestre, SJ
Postulador general de la Compañía de Jesús, en el suplemento de ABC Alfa y Omega.
(*)Sir Martin Gilbert, historiador y biógrafo judío británico de Winston Churchill,

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