Introducción.
En la historia de la energía nuclear ha habido numerosos incidentes. Los más graves han sido:
En la central de Three Mile Island, en Pensilvania (EE UU), en 1979.
El de Chernóbil, en 1986, el peor accidente nuclear de la historia hasta ahora.
Ambos se produjeron por fallos humanos.No así el de Fukushima, 11 de marzo de 2,011 cuando un terremoto de magnitud 9 sacudió al este del Japón, seguido de un tsunami de 15 metros que desactivó el sistema de electricidad y enfriamiento de tres reactores de la planta nuclear de Fukushima Daiichi.
Three Mile Island (Pensilvania, EE.UU).
¿Cómo sucedió? El accidente comenzó a las 4.00 horas de la mañana del 28 de marzo de 1979, cuando hubo un fallo en un circuito de la planta y comenzó un prolongado escape de agua radiactiva a través de los circuitos de refrigeración del reactor. Se produjo mientras la planta operaba al 97% de sus 1.000 megavatios de potencia y fue consecuencia de procedimientos erróneos por parte de los operadores.
Los fallos pusieron en estado crítico el sistema de enfriamiento del reactor produciendo una grave fuga de materiales radiactivos a los circuitos secundarios que obligaron a evacuar la planta y sus alrededores.
No hubo víctimas mortales, pese a que en el momento del accidente unas 25.000 personas residían en zonas a menos de ocho kilómetros de la central.Hoy en día la central sigue funcionando y tiene licencia de explotación hasta el año 2034.El exhaustivo análisis de lo ocurrido fue aplicado en el diseño de todas las siguientes centrales nucleares.
Chernóbil (Ucrania)
El accidente nuclear más grave de la historia sucedió el 26 de abril de 1986, cuando el equipo que operaba en la central se propuso realizar una prueba con la intención de aumentar la seguridad del reactor. Durante la prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento súbito de potencia en el reactor 4 de esta central nuclear produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior.
Fueron arrojadas a la atmósfera unas 200 toneladas de material fisible con una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la que fue lanzada sobre Hiroshima.
Causó directamente la muerte de 31 personas, forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación de unas 135.000 personas y provocó una alarma internacional al detectarse radiactividad en diversos países de Europa septentrional y central. El gobierno soviético ocultó y mintió informando de una forma breve que había sucedido un accidente muy controlado y nada alarmante en la central. Fueron investigadores Suecos los primeros en darse cuenta del suceso.
Según los expertos ucranianos, Chernóbil se cobró la vida de más de 100.000 personas en Ucrania, Rusia y Bielorrusia -los países afectados por la catástrofe-, y miles de personas afectadas por la contaminación han sufrido o sufrirán en algún momento de su vida efectos en su salud. El cierre definitivo de la central se completó en el año 2000. Todavía hay una zona de exclusión alrededor de la instalación en la que la vida humana es imposible.
Fukushima
El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 sacudió al este del Japón, seguido de un tsunami de 15 metros que desactivó el sistema de electricidad y enfriamiento de tres reactores de la planta nuclear de Fukushima Daiichi y provocó uno de los accidentes nucleares más graves de la historia.
Vista la cercanía con grandes urbes (Tokio está a poco más de 200 kilómetros), más de 10 millones de personas podrían haber quedado expuestas a la nube de radiación. Se estima que la cantidad de radiación en el aire fue de menos del 15% que la liberada por el accidente nuclear de Chernóbil. Las mediciones individuales realizadas sobre trabajadores de la planta y la población evacuada (que se encontraba dentro de un radio de 20 kilómetros) muestran que efectivamente la dosis acumulativa promedio por persona fue unas 10 veces menor que la registrada en Chernóbil.
La central nuclear Fukushima Daiichi está formada por 6 reactores BWR. En ese momento, los reactores 1, 2 y 3 estaban operando, mientras que las unidades 4, 5 y 6 estaban en revisión periódica. Al producirse el seísmo, los tres reactores en funcionamiento pararon automáticamente (SCRAM) dejando de producir electricidad, aunque necesitaban seguir refrigerando los núcleos para evacuar el calor residual del combustible, una característica inherente de los reactores de fisión. En condiciones normales, esa refrigeración se produce gracias a la alimentación eléctrica exterior, pero la red nipona se encontraba dañada por el seísmo, así que la alternativa fueron los generadores diésel de emergencia. Dichos equipos arrancaron automáticamente, pero al llegar el tsunami se inundaron y dejaron de funcionar. La central estaba preparada para tsunamis, pero no de tal envergadura.
La situación posterior fue una secuencia de fallos tecnológicos debidos a la pérdida de alimentación eléctrica que acabó con la fusión de los núcleos de los tres reactores activos y el sobrecalentamiento de las piscinas de combustible por pérdida de refrigeración y de inventario de agua.
Medidas de seguridad.
Rápidamente, como es lógico, todos los países con centrales nucleares comenzaron a tomar medidas para verificar la seguridad de sus instalaciones, pero se planteó la necesidad de plantear una respuesta coordinada dentro de la Unión Europea. El Consejo Europeo del 24 de marzo de 2011 acordó la realización de unas Pruebas de Resistencia para valorar la capacidad de las centrales nucleares de suportar situaciones más allá de sus bases de diseño (accidentes previstos), determinar los márgenes de seguridad y las posibles medidas para mejorarla.
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) español participó en la elaboración de los planes y remitió a todas las centrales una serie de Instrucciones Técnicas Complementarias (ITC) a la Autorización de Explotación, en las que se requerían la realización de las pruebas de resistencia.
La experiencia de Fukushima ha demostrado es imposible identificar a priori todas las posibles causas de un accidente, pero son bien conocidas las barreras de liberación de los productos de fisión que se han de proteger. La estrategia consiste en utilizar una serie medios materiales y humanos flexibles con capacidad de adaptación a cada situación: es lo que la industria nuclear ha denominado estrategia FLEX.
El Informe Final de las Pruebas de Resistencia, junto con las ITC específicas para cada instalación, obligó a la realización una serie de mejoras en las centrales nucleares españolas, de las cuales las más importantes son las siguientes(el resto, más detallado, puede consultarse en Operador Nuclear (@OperadorNuclear)
- Centro de Apoyo en Emergencia (CAE), situado en Madrid y común para todas las centrales nucleares españolas. ….
- Centro Alternativo de Gestión de Emergencias (CAGE), situado en cada una de las centrales nucleares. ...
- Recombinadores Pasivos Autocatalíticos (PAR), capaces de combinar el hidrógeno producido durante la fusión del núcleo con el oxígeno del aire produciendo agua,....
- Venteo Filtrado de la Contención: sistema pasivo (sin alimentación eléctrica) ….
- Medios alternativos fijos y portátiles para suministrar agua a la piscina de combustible usado, que se añaden a los ya existentes…..
- Sellos Térmicos Pasivos de las Bombas del Refrigerante del Reactor (unidades Westinghouse). ….
- Generadores Diésel portátiles capaces de conectarse a la instalación fija de la central ...
- Motobombas autónomas de varias presiones ...
- Camiones cisterna, además de camiones remolcadores .
- Turbobomba de Agua de Alimentación Auxiliar a los Generadores de Vapor (PWR).
- Sistema Contraincendios Sísmico, ….
- Incremento de los márgenes sísmicos ...
- Estaciones meteorológicas portátiles autónomas, ..
- Guías de Mitigación de Daño Extenso (GMDE). ...
- Formación a todo el personal involucrado ..
- Colaboración con la Unidad Militar de Emergencias (UME) …….
La implantación de estas medidas ha supuesto un enorme esfuerzo en las centrales nucleares tanto por la enorme inversión económica como por la gran cantidad de horas de trabajo que miles de personas han dedicado al asunto.
La seguridad absoluta no existe y nadie puede afirmar rotundamente que nunca ocurrirá un accidente similar al de Fukushima, pero el refuerzo de la seguridad de nuestras centrales permite afirmar sin lugar a dudas que se ha minimizado enormemente tanto el riesgo de accidente como sus posibles consecuencias.
F.J. de C.
Madrid, 10 de marzo de 2.018
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