El eminente pensador José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – 18 de octubre de 1955) publicó un artículo el 15 de noviembre de 1930, en el periódico El Sol, titulado «Delenda est Monarchia», que quiere decir (para que se enteren las “victimas de la LOGSE” desconocedoras del latín): «Hay que destruir la Monarquía»
El mismo Ortega, notable intelectual y mediocre político, pero dotado de espíritu lúcido y muy brillante articulista, a los pocos meses de proclamada la Segunda República española, (14 de abril de 1931) escribió otro artículo el 9 de septiembre de 1931, en el mismo periódico: «Un aldabonazo» , donde se lee esta sentencia, que después se hizo famosa: «No es esto, no es esto». Claro, desde mayo hasta septiembre de 1931, numerosos teóricos y fanáticos de la República como panacea y solución de todos los males, ya habían quemado más de cien conventos, iglesias y seminarios en toda España y la revuelta social y desórdenes estaban generalizados.
El lunes 2 de junio 2014 el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, daba a las 10.30 h. una noticia histórica: el rey don Juan Carlos le había comunicado su intención de no seguir al frente de la Jefatura del Estado.
El Presidente añadía que sería el propio monarca el que comunicaría personalmente los motivos que le han llevado a tomar la decisión de abdicar. Y así fue. A las 13.00 horas fue emitido un mensaje televisivo grabado en el que don Juan Carlos ha explicado que ha llegado el momento de dar paso a una generación más joven, "que afronte con renovada intensidad los desafíos del mañana". El monarca, quien ve en su hijo "estabilidad" y "una nueva etapa de esperanza", pone así fin a 39 años de reinado. Su sucesor pasará a ser Felipe VI.
El Rey abdica en el peor momento de popularidad de la Monarquía desde la Transición, según las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y otros sondeos. El último estudio oficial del CIS, realizado hace solo un mes, daba a la Corona un suspenso claro, con 3,72 sobre 10 en contraste con las buenas notas que durante años logró la institución.La caída se ha mantenido casi de manera permanente en los últimos 10 años, pero dentro del aprobado hasta 2011.Hasta el año 2004, la Monarquía era la institución mejor valorada por los españoles en todas las encuestas oficiales y con bastante diferencia. Por ejemplo, hasta 1995 estaba en el notable, en una nota de 7,5, que fue bajando progresivamente.
No me gusta hacer leña del árbol caído; por eso no entro en comentar algunas de las causas que explican este clamoroso descenso en la popularidad del Monarca y de la Institución y que son de todos conocidas.
El Rey Juan Carlos I, ya es historia; no es posible todavía establecer un juicio histórico sobre su reinado ; eso se hará en el futuro cuando haya mayor perspectiva, se hayan abierto los archivos y se hayan despejado los mil y un interrogantes que encierra su largo periodo de reinado y su inesperada abdicación ; reinado que probablemente haya sido el mas largo que ESPAÑA haya vivido en democracia y paz, lo que no es poco.
Pero como era de esperar la abdicación del Rey ha abierto una vez mas el debate sobre la forma de Estado: Monarquía o República; prácticamente todos los partidos de izquierda se declaran republicanos, unos con mas intensidad que otros, pero en el fondo ninguno disimula sus preferencias, que por cierto, no se identifican con los deseos de los ciudadanos dado que un 57 por ciento de los españoles desea que España continúe como una monarquía parlamentaria, frente al exiguo 26 por ciento que prefiere una república,
Sin embargo sería muy conveniente no demonizar ninguna de ambas formas de Estado, dado que ambas pueden coexistir con una verdadera democracia. Una república no significa necesariamente el caos que supuso la 2ª República española que terminó como terminó; ni tampoco la Monarquía es incompatible con la democracia; existen sobrados ejemplos de que tanto una como otra son compatibles con un sistema verderamente democrático: Alemania, Francia, Italia, Suiza, los EE.UU, ejemplifican las repúblicas prósperas y democráticas, al igual que Reino Unido, Suecia, Noruega, Dinamarca, por su parte, representan monarquías democráticas con una enorme estabilidad y bienestar social.
Lamentablemente ocurre que la 3ª República que quisieran implantar los políticos mas extremistas de hoy, sería una nueva edición de la 2ª; con todo el sectarismo, rencor y cochambre que caracterizó aquella etapa.
En el Palacio del Congreso, en la mañana del jueves 19 de junio de 2.014, el nuevo Rey Felipe VI renovó su juramento a la Constitución, (realizado por 1ª vez al ser proclamado Principe de Asturias) y pronunció su primer discurso como Rey, el discurso de proclamación con las líneas maestras de lo que pretendía que fuera su mandato; importante discurso del Rey Felipe, por su contenido y por la forma en que se expresó y que puede leerse íntegro en el siguiente enlace:
Muy oportunas sus medidísimas palabras sobre la unidad de España, que no gustaron a los nacionalistas (¿que esperaban? los hay que, en su empecinamiento, pierden el oremus…)
Felipe VI es plenamente un Rey de la democracia constitucional. Y su discurso es la expresión de ese hecho pues en él ha expuesto cómo interpreta sus funciones constitucionales, arbitrando y moderando el funcionamiento regular de las instituciones (artículo 56 de la CE). También hay una llamada a reformar para actualizar los logros de nuestro pasado:”....mejorar ese valioso legado, y acrecentar el patrimonio colectivo de libertades y derechos que tanto nos ha costado conseguir. Porque todo tiempo político tiene sus propios retos; porque toda obra política -como toda obra humana- es siempre una tarea inacabada. , ”........
Felipe VI ha citado a Cervantes: “no es un hombre más que otro si no hace más que otro, ”. Su contenido moral, aunque viene de hace siglos, es sorprendentemente actual. Pero para afirmar su apuesta por el futuro, el Rey ha citado a cuatro poetas de nuestro tiempo, Antonio Machado, Salvador Espriu, Gabriel Aresti y Alfonso Rodríguez Castelao, que fueron y siguen siendo símbolos de una España que quería y quiere sacudirse su peor pasado.
Esperemos que este catálogo de intenciones y buenos propósitos se vea confirmado en el día a día de su reinado y en cumplimiento estricto de la Constitución evite S.M. Felipe VI conjugar ese nefasto verbo BORBONEAR que con tanta frecuencia lo han hecho sus mayores y a los que debe el nombre.
F.J.de C.
Madrid, 20 de junio 2.014
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