Hoy, martes 6 agosto 2.013 conmemoramos el 68 aniversario del lanzamiento sobre Hiroshima de la bomba atómica que se cobró la vida de cientos de miles de sus ciudadanos al final de la II Guerra Mundial.
Durante el memorial, celebrado en el Parque de la Paz de la ciudad, en el que se ha pedido el fin de la proliferación nuclear, se ha guardado un minuto de silencio.
En la ceremonia han participado el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el alcalde de Hiroshima que en sus discursos pidieron la abolición general de las armas nucleares para lograr "un mundo sin armas atómicas" habiéndose manifestado preocupado (el alcalde) por los deseos mostrados por Japón e India de cara a firmar un pacto de cooperación nuclear, así como por el peligro de la nuclearización de Corea del Norte y noroeste de Asia. El alcalde ha recordado también que Japón aún sufre, más de dos años después, los efectos del accidente en la central nuclear de Fukushima.
A esa misma hora que se producía el mencionado acto, el B-29 Enola Gay de las Fuerzas Aéreas de EEUU lanzó el 6 agosto de 1945 el que sería el primer ataque nuclear de la historia.
Se calcula que la bomba, que detonó con una intensidad de unos 16 kilotones a unos 600 metros de altura muy cerca de donde hoy se levanta el mencionado parque, acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas.
Sin embargo, para finales de 1945 los muertos se elevaban a unos 140.000 y las víctimas por la radiación en los años posteriores fueron muchas más.
Tras el ataque sobre Hiroshima, EEUU lanzó una segunda bomba nuclear el 9 de agosto de 1945 sobre la ciudad de Nagasaki, lo que forzó la capitulación de Japón seis días después y puso fin a la II Guerra Mundial.
Los ataques atómicos sobre las dos ciudades japonesas han sido los únicos que se han llevado a cabo a día de hoy.Esperemos y recemos porque también sean los últimos.
En marzo pasado, el número total de "hibakusha" (apelativo que se aplica en Japón a los supervivientes de las bombas) en Hiroshima y Nagasaki era de 201.779, 9.051 menos que el año pasado, y su edad media era de 78,8 años.
Cabe recordar aquí la figura del jesuita Pedro Arrupe, superior general que fue de la Compañía de Jesús y que en aquellos fatídicos días era superior del noviciado en esas ciudad por lo que vivió intensamente la tragedia. Así lo narra Pedro Miguel Lamet , jesuita y biógrafo de P. Arrupe:
“...Cuando escuchó el motor B-29, el Enola Gay, que pilotaba Paul Tibbets, pensaba que el “avión correo” que cruzaba habitualmente los cielos de la ciudad sobre las ocho de la mañana. Pero aquel iba a depositar una carga fatídica.Se produjo entonces el pika-don (en japonés fogonazo y estillado, por la mayor velocidad de la luz) e Hirishima se conviertió en pocos segundos en un desierto de cenizas. Arrupe recordaba cómo después de comprobar que sus compañeros estaban bien -el noviciado estaba a las afueras- bajó a la capilla y el reloj estaba parado a las 8:15. Un momento que para Arrupe fue parahistórico, fuera del tiempo y que le sirvió sin duda para ver claro toda su vida, iluminarse por dentro, y desear trasnformar esa fuerza destructora en energía constructiva.Con sus conoocimientos de medicina, carrera que estudió casi completa en la facultad San Carlos de Madrid, sin casi dormir ni comer curó a casi todos los fantasmas vivientes que llegaron cubiertos de ampollas y radioactividad a su casa. Llenaba cubos entereos con el gua que salían de esas ampollas y los sobralimentaba como única medicina. Yo aún conocí damnificados curados por él. Ese momento marca el ecuador de la vida de Pedro, que se convirtió sin duda en una explosión de creatividad en la Iglesia y la Compañía....."
F.J.de C.
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