domingo, 20 de enero de 2013

Cine español bueno:“Apartado de correos 1.001”




La cadena local de televisión “madrid 8 tv” tiene una programación muy interesante con proyecciones de películas españolas antiguas, la mayoría en blanco y negro, pero casi todas buenas o muy buenas e interesantes.
En este blog hemos dedicado varios artículos (por ejemplo,en 27-06-12)  a comentar películas del buen cine español, ejemplo: ”Embajadores en el Infierno”.
Lamentablemente, las películas españolas actuales, salvo honrosas y contadas excepciones, son tan malas que son incapaces de llenar, ni siquiera los minicines y eso cuando se estrenan, que muchas de ellas no ven la luz a pesar de la cuota de pantalla que obliga a proyectar una película española por cada cuatro foráneas; las generosas subvenciones estatales (que pagamos todos) y la ausencia total de censura no parecen suficientes para que el respetable público acuda a ver nuestro cine. El gran periodista y crítico de cine Alfonso SANCHEZ, (1911-1981) decía que una película buena era la que llenaba los cines, que en esa época eran grandes salas alguna de las cuales pasaba de las mil butacas.
La película que seguidamente comentamos, “Apartado de correos 1.001”, producida y estrenada en 1.950 es una película española muy buena que en su momento llenó esas grandes salas que poblaban las ciudades españolas de entonces.
La vi hace mucho tiempo por primera vez y cuando la volví a ver ayer en “madrid 8 tv”  recordé al maestro del cine negro Alfred Hitchcock pues muchas secuencias de este film en nada desmerecen al maestro de Hollywood.Si en lugar de española hubiera sido de producción americana, estoy seguro que habría alcanzado fama internacional.
La película que narra el asesinato de un joven en plena calle frente a la Jefatura de Policía de Barcelona, nos lleva por el mundo de los hampones que ya entonces controlaban el negocio de la droga.Los inspectores de la Brigada de Investigación Criminal investigan el asesinato y hallan, en la habitación del muerto, un ejemplar de "La Vanguardia". En el periódico encuentran señalado un anuncio solicitando un gerente para una empresa de productos químicos y con la indicación de escribir para más información al apartado de Correos 1001. Con este descubrimiento comienzan unas díficiles pesquisas policiales que llevarán hasta la detención del asesino.
Excelentemente explicados los avances de la investigación paso a paso, profesionalidad de la actuación policial, seguimientos, vigilancia, etc.; se cumplen con las normas del cine negro: uso continuo de la astucia criminal para escapar de la policía una y otra vez.
Una acción de ritmo perfecto, en momentos, de auténtica pesadilla que nos llevará por distintos escenarios hasta el desenlace definitivo.
Este realismo de documental muestra diversos aspectos de la ciudad de Barcelona, apareciendo, tranvías, autobuses de dos pisos, taxis y demás vehículos en cuyo parque todavía no había aparecido el posterior SEAT. También las entonces famosas "Atracciones Apolo"  y el frontón femenino son el marco donde tienen lugar alguna de las más conocida secuencias de la película.
El realismo documental aparece también en la indumentaria de los actores, bigote de la  época incluido;y  también esos policías secretos que al identificarse levantaban la solapa de la chaqueta y mostraban su placa oculta, junto con los “grises” omnipresentes.
La normativa moral del momento  exigía, por ejemplo, que "el criminal nunca gana" así como una apología de las fuerzas de seguridad.
El valor de "Apartado de correos 1001" va mucho más allá de lo histórico / sociológico. A ello contribuye un guión excelente de Julio Coll y Antonio Isasi-Isasmendi que mantiene al espectador en vilo hasta el desenlace final. Por su parte, la dirección de Julio Salvador mantiene la atención del espectador con un ritmo narrativo creciente. La escena, casi documental, en que se muestra todo el proceso que sigue una carta para llegar a su destino, resulta ejemplar en este sentido. La interpretación de Conrado San Martín y demás actores se mantiene en la línea de la calidad general del film.
Quizá el mejor elogio de esta película sea haber resistido el paso del tiempo; la historia policial de “Apartado de correos” podría rodarse hoy, 63 años después, en cualquier lugar del mundo, y todo tendría validez, incluyendo el tráfico y consumo de cocaina, algo inédito para aquella España de la posguerra en la que aún funcionaban las cartillas de racionamiento.
F. J. de C.

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