domingo, 25 de noviembre de 2012

Xi Jinping, el nuevo poderoso líder de China.



Xi Jinping,(1 junio 1953), natural de Fuping, en la provincia de Shaanxi. Su infancia, adolescencia y madurez están intrínsecamente marcadas por los avatares políticos que su padre Xi Zhonxung iba sufriendo desde que se lanzara a la lucha de guerrillas para combatir al enemigo republicano. Su valía en el campo de batalla le granjeó la amistad de Mao, quien lo convirtió en uno de sus principales aliados. Durante este tiempo, el joven Xi había alcanzado la educación secundaria sin verse salpicado por los asuntos políticos que llegaban a casa cada día. Sin embargo, junto con toda su familia tuvo que desplazarse al campo después de que el patriarca fuera acusado de traición en la paranoia maoísta de la Revolución Cultural.

Este hecho enmarca a Xi en la “generación perdida”, aquellos jóvenes nacidos en los 50 que se vieron forzados a abandonar sus estudios para dedicarse a labores agrarias. En el caso de Xi, su estancia en el condado de Yanchuan duró seis años, en los que, como él mismo reconoce, “moldearon mi carácter y mi visión”. Estuvo allí hasta 1977, cuando gracias a la reapertura de las universidades se matriculó en Humanidades y Ciencias Sociales, especializándose en teoría marxista, según los escasos datos biográficos que aporta la agencia oficial Xinhua.
En ese “destierro” de la familia Xi al campo, el primogénito entraría a formar parte del Partido Comunista en 1974, comenzando una carrera fulgurante auspiciada por la sombra paterna. En 1983 fue nombrado mishu, secretario personal de Geng Biao -héroe de la revolución y compañero del padre de Xi que por entonces era Ministro de Defensa-, puesto que le permitió codearse entre las élites del Partido Comunista y comenzar a abrirse camino hacia estamentos más altos.
Su primer caballo de batalla fue su nombramiento como gobernador de la provincia costera de Fujian con el objetivo de potenciar esta provincia como Zona Económica Especial, atrayendo inversión extranjera y estableciendo lazos comerciales con la cercana Taiwán. Si algo se le reconoce a Xi es su animadversión hacia las prácticas corruptas de miembros del Partido; aún así, en 1999 tuvo que ajustar cuentas ante los principales miembros del Comité Permanente por una presunta participación en la aceptación de sobornos ofrecidos a más de 64 miembros del Partido por el empresario Lai Changxin, quien había logrado amasar una fortuna de miles de millones de dólares con la venta ilegal de automóviles, cigarrillos y textiles que salían desde el puerto de Xiamen.
Xi salió airoso de este caso e incluso reforzado, pues desde Fujian, impulsado por sus vanagloriados logros económicos, llegó a la provincia de Zhejiang (la más rica de China) para convertirse en Secretario General hasta el año 2007; justo después pasó a desempeñar este mismo cargo en Shanghai, en una breve estancia de apenas siete meses, cuando recibió la llamada de Pekín para convertirse en miembro del Comité Permanente del Partido y en Vicepresidente.Una vez establecido como nuevo Vicepresidente, en los últimos dos años Xi Jinping ha iniciado un tour que le ha llevado por diferentes países mostrándose en calidad de próximo líder chino. Especialmente significativo fue su paso por Estados Unidos, donde a pesar de eludir las preguntas sobre su nombramiento, fue recibido con honores de jefe de estado y mostró esbozos de un posible acercamiento hacia la otra gran potencia: “El gran océano Pacífico posee suficiente espacio para China y Estados Unidos”, dijo en una tensa rueda de prensa donde no se manifestó ante las alusiones a los derechos humanos por parte de Hillary Clinton y Joe Biden. Durante su estancia, Xi mostró al mundo un rostro menos político charlando con los habitantes de un pueblo de Iowa donde residió durante algunos meses en su juventud y disfrutando del mejor baloncesto (una de sus sabidas aficiones) presenciando un partido de los Lakers.
Su marcha hacia el poder se ha visto empañada en estos últimos meses por acontecimientos que seguramente le han perturbado el sueño.
Primero, el ya conocido como “escándalo Bo Xilai”,(uno de los miembros mas poderosos del círculo de “príncipes rojos”) que ha acabado con su reciente expulsión del Partido y su inminente juicio.
El segundo susto fue una información publicada por el canal de noticias económicas Bloomberg en donde se citaba una serie de nombres de familiares de Xi (hermana mayor, cuñadas y cuñados) cuyas empresas se habían visto beneficiadas por ayudas estatales y cuyos ingresos habían despuntado en apenas unos años, además del propio patrimonio del matrimonio al que no le faltan ingresos.
Por último y más recientemente, rozando incluso lo cómico, la “desaparición” pública de Xi en los actos oficiales durante dos semanas dio lugar a informaciones de todo tipo –golpe militar en forma de atropello, infartos o embolias- y que parecen haber minado la imagen interior y exterior del político chino, así como la confirmación del hermetismo crónico en el que se encierra el Partido.
A Xi Jinping no le espera un mandato sencillo:

  • Las disputas con Japón en torno a la soberanía de las islas Diaoyu o Senkaku marcarán el inicio de su agenda política.
  • También el remonte de la ralentización económica que puede hacer estallar la temible burbuja de los precios.
  • La tensión social que crece en la misma proporción que la nueva clase media accede a los medios tecnológicos e informativos que escapan de la censura.
  • Las históricas disputas étnicas y fronterizas en el Tibet y Xingjiang.
  • Los poderosos grupos de interés de los sectores energéticos y de las telecomunicaciones que han crecido al cobijo del Estado y de la transición capitalista.
El pragmatismo que se le atribuye a Xi y su eficacia durante su paso por las provincias costeras de Fujian y Zhejiang pueden no ser suficientes para garantizar la “armonía” política dentro de una nueva generación de líderes a los que con toda seguridad se les va a pedir cambios profundos dentro del anquilosado Partido Comunista y mayor aperturismo y transparencia para una sociedad que ya mira más allá de los colores del yuan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno pues gracias, ya se algo mas del Sr. Xi. Ya tienen problemas internos por el tema de los inmigrados interiores y sin papeles a los que tratan peor que a bestias. Hace una semanas la policía disolvió una manifestación de estos a tiros. Dicen que solo dan los pasaportes para emigrar del campo a las ciudades a los amigotes del pope de turno del partido de la zona, con lo cual los demás van a las zonas especiales y muchas veces ni les pagan, no tienen seguro medico y no pueden ni alquilar una habitación. Les dan por todos lados y les explotan sin misericordia porque no pueden denunciar ya que están cometiendo ellos mismos un delito al emigrar sin pasaporte interior.
Saluditos.