Probablemente pocos españoles, incluso los que no son “victimas de la Logse” serían capaces de situar correctamente en un mapa la posición de Afganistan y tampoco conocen que la misión militar española desplegada en ese país es la mas peligrosa de nuestro Ejército y Guardia Civil, que hasta la fecha se ha saldado con 98 fallecidos; la cifra de efectivos desplegados actualmente supera los 1.500 hombres y mujeres y han pasado por allá desde 2.003 cuando comenzó nuestra presencia, unos 17.000.
Sirvan estos datos como introducción al interesante artículo del General Chicharro que nos ilustra sobre un gravísimo conflicto internacional en el que nuestro Ejército y por tanto todos los españoles, estamos implicados y que a pesar de su importancia se dedica poca atención en los medios.
F.J.
Desde el año 2003 – ya van 9 años de campaña – la OTAN, mediante la ISAF (International Security Assistance Force), lleva a cabo operaciones en Afganistán con la finalidad de asegurar un entorno seguro que permita a este país el desarrollo de una gobernanza con normalidad democrática y con la certeza de que nunca más volverá a ser santuario y sede de terroristas.Escribe Juan CHICHARRO, General de Infantería de Marina.
Desde esa fecha ISAF lleva a cabo operaciones militares propias de seguridad y al mismo tiempo se esfuerza en instruir y adiestrar al ejército afgano con el objetivo de que éste asuma el control y gobierno de su territorio. Son acciones que se darán por finalizadas al final del año 2014 si bien no cesará del todo el apoyo a dichas fuerzas afganas y a su gobierno pues acuerdos entre los EEUU y la propia OTAN así lo manifiestan.
La cuestión principal es que será a finales del año 2014 cuando realmente la OTAN de por finalizada su misión y se produzca la retirada definitiva de las tropas allí destacadas, incluidas las españolas.
Como ya he dicho la ISAF se constituyó en el año 2003 si bien los ataques para derribar el régimen talibán lo habían iniciado ya las fuerzas norteamericanas dos años antes tras el ataque contra las torres gemelas el fatídico día 11 de septiembre de 2001.
Esta invasión norteamericana fue acogida con funestas predicciones, avaladas por la historia, entre los medios de comunicación y eruditos que auguraban una catástrofe. Los soldados estadounidenses, se decía, no lograrían derrotar a los ingobernables afganos como tampoco habían podido los soviéticos y los británicos en el siglo XIX. La realidad fue que en apenas dos meses de ataques aéreos combinados con acciones de las fuerzas especiales lograron que los talibanes huyeran en desbandada y abandonaran Kabul.
A partir de este momento la operación se transformó en una “operación de paz”, para, como ya he dicho, crear las condiciones sociales y económicas que permitieran el desarrollo de unas instituciones democráticas estables. Sucede como tantas veces en la historia que no se tuvieron en cuenta las condiciones específicas de este país.
Afganistán no puede considerarse en su globalidad como una nación tal cual la entendemos en occidente sino que por el contrario constituye un conjunto de etnias – hasta 25 – siempre enfrentadas entre sí.
Pastunes, tayicos, uzbecos, hazaras… etc. se consideran afganos pero mantienen rivalidades irreconciliables desde siempre incluidas las derivadas del racismo que se materializan desde las clases más bajas de la sociedad hasta las élites dominantes. Esto ocasiona una fuerte desvertebración social y una falta de identidad nacional.
Es mucho lo que desde entonces ha hecho la comunidad internacional para intentar alcanzar el objetivo deseado; sin embargo, no parece claro que se hayan alcanzado los objetivos deseados. Incluso, es desesperante ver, día a día, como en el mismísimo ejército afgano se producen incidentes de extremistas infiltrados que de forma creciente amenazan la estabilidad buscada y todo parece apuntar a que el deseado ejército base fundamental del futuro país se va a ver envuelto de nuevo en luchas intestinas con orígenes tribales y étnicos.
Para salir adelante el futuro Gobierno afgano necesita ser fuerte y transparente para obtener la estabilidad y seguridad necesarias que le permitan acabar con la anarquía y la violencia imperante en el país.
No parece tarea sencilla el conseguir los objetivos marcados toda vez que hablamos de un país con un paro superior al 50% y con un PIB que proviene en un 95% de la ayuda internacional. En estas condiciones, añadidas a las mencionadas respecto al actual y futuro ejército, a todas luces insuficiente para garantizar el control del territorio, cabe pensar si los objetivos que los EEUU y la OTAN se pusieron como objetivo han sido alcanzados.
Uno tiene la impresión, a pesar de lo que se diga, que occidente ha tardado más de 10 años en constatar lo que es sin duda un fracaso o fiasco. Y ahora, ante la tesitura ya anunciada de la retirada de la OTAN se hace evidente la imposibilidad de cumplir lo deseado pues lo no conseguido en este tiempo no se va a lograr en apenas año y medio.
Cobra ahora importancia lo que tantas veces he oído a veteranos de Afganistán decir de la mentalidad afgana cuando expresaban que los nativos siempre mantenían la teoría del reloj: “para nosotros el tiempo no cuenta mientras que tú cuentas los días para irte”.
¿Qué sucederá a partir de finales de 2014 cuando la OTAN dé por finalizada su misión?
Difícil de prever pero parece claro que los talibanes mueven ficha y van paulatinamente ocupando posiciones para cuando esto suceda. Y aquí entra de lleno, de nuevo en juego, la geopolítica pues, pase lo que pase, Afganistán continuará siendo puente de unión entre Asia Central, Oriente Medio y el Sur de Asia. Una zona de gran valor geoestratégico para aquél que quiera mantener una posición dominante en Asia Central.
He aquí probablemente la razón última de los acuerdos estratégicos que los EEUU han firmado con Afganistán garantizando el apoyo al país asiático hasta el año 2024.
Las tropas de la OTAN se repatriarán pero me parece que la historia no se acaba. Esto continúa y si no al tiempo.
http://www.republica.com/2012/10/22/retirada-de-afganistan_563965/
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