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Es oportuno, tras la celebración de San Isidro, contemplar la realidad económica de Madrid. Un fenómeno muy interesante de la localización de la actividad económica española es el del crecimiento no sólo de la Villa de Madrid y, automáticamente, de toda su conurbación, sino de toda la comunidad. Como he indicado en mi artículo «También, de Madrid al cielo económico», parte de esta prosperidad se debe a la historia. Esto sucede desde la decisión de Felipe II de establecer en la Villa la capital política de España, a su conversión, a partir de Felipe V y el correo, y hasta el actual horizonte del PELT para 2020 sobre conexiones de alta velocidad; desde su transformación como centro financiero español, con la creación a partir de Floridablanca del Banco de San Carlos, a su papel actual en la presente realidad globalizada financiera que, según el reciente documento «Cities of opportunity. 2011» elaborado por PwC y «The Partnershop of New York», la ciudad de Madrid ocupaba el quinto lugar mundial en el indicador de «influencia económica», sólo detrás de Londres, París, Nueva York y Hong Kong; o bien desde que se transformó en un centro intelectual y científico consagrado con la decisión del modelo Pidal-Gil de Zárate de que existiese en Madrid una «universidad central», único albergue de altos estudios, a encontrarse en la región de Madrid todo un conjunto actual de 13 universidades y 31 campus universitarios con, en el curso 2009-2010, 296.003 estudiantes, distribuidos por toda la comunidad. Debe señalarse sobre esto último, como se señala en el trabajo dirigido por José A. Herce y coordinado por Vicente Llorent «La economía de la comunidad de Madrid. Diagnóstico estratégico» (La Caixa, 2011), que se «modifica la tradicional concentración en la Ciudad Universitaria (aunque en ésta se localizan 7 de las 16 sedes de universidades de la región)».Incluso su influencia salta por encima de los límites autonómicos como, por ejemplo, que «el área de influencia de la universidad de Alcalá se extiende por el corredor del Henares, incluyendo la provincia de Guadalajara». Todo esto se encuentra detrás de una realidad que esta misma obra, difundida por La Caixa resume así para el conjunto de la comunidad: «La región ha liderado el crecimiento económico entre las comunidades autónomas españolas a lo largo del periodo 2000-2009, lo que ha permitido que, según los datos de Funcas, la comunidad haya pasado a ser la primera economía española por volumen del PIB, pese a ser la tercera región por número de habitantes. Del mismo modo, la región se encuentra en los puestos de cabeza en la clasificación regional según la renta per cápita, pese a haber experimentado un considerable crecimiento demográfico y pese a contar con un peso relativo de la población menor de 16 años superior a la media nacional».Y aun con todos los costes habituales del crecimiento, «la economía y la sociedad madrileñas poseen importantes atributos que configuran a la región como una de las principales áreas urbanas de Europa y del mundo», concluyendo así este análisis: «La comunidad de Madrid puede consolidarse como un referente global en actividades como el sector financiero, el transporte y la logística, la biotecnología, la industria aeroespacial y la cultura». Pero todo ese fruto, consolidado en los últimos tres lustros, ¿a qué se debe? Queda a mi juicio muy claro en el libro de Cabrillo, Biazzi y Albert, «Libertad económica en España 2011» (Civitas. Thomson Reuters, 2011). Ya conocíamos este índice de libertad económica, el ILE, que bien podría llamarse «índice Cabrillo», por deberse a él su construcción para 2008. ¿Y qué contemplamos para 2011 como resultante de la combinación de doce indicadores que se refieren a la regulación y a la dimensión del sector público en las diecisiete autonomías? Que la comunidad de Madrid ofrece un ILE de 0,184, o sea de amplia libertad económica. Sigue Navarra con un ILE de 0,312, seguido de La Rioja, con 0,329. Por supuesto cierra la clasificación Castilla-La Mancha con 0,516, Andalucía con 0,609 y Extremadura con 0,619. Al enlazar el ILE 2011 con el PIB por habitante de 2009 se observa, como dice este estudio al lado de un impresionante gráfico de la página 11, «que las comunidades con mayor libertad económica tienen un PIB per cápita más elevado. Y, en el extremo opuesto, las que obtienen peores valores en el índice son las de PIB per cápita más reducido».Se confirma lo que Dawson dice en el análisis preliminar, «Macroeconomic volatitity and economic freedom» al informe anual del Instituto Freser para 2010 «Economic Freedom of the World»: que la libertad económica no solo genera mayor prosperidad, sino también un crecimiento más estable.Los habitantes de la comunidad de Madrid van a decidir si les parece bien continuar con ese modelo o aventurarse en otro. Alguien podría argumentar para favorecer esta operación, ignorando a Dawson, que correlación no es, científicamente, causalidad. Un gran economista español, Fabián Estapé, señaló en cierta ocasión: «Efectivamente, puede no ser causalidad, pero tampoco es casualidad».
Escribe: Prof. Juan Velarde
2 comentarios:
Muy buena y oportuna aportación, Jeugenio. Velarde es para descubrirse.
Saludos blogueros
Gracias.
Soy seguidor asiduo desde mis jovenes años universitarios del Prof. Velarde y continúo leyendo cuantas colaboraciones encuentro, algunas de las cuales ya he publicado en este blog.
Tiene este profesor la poco frecuente virtud de la claridad expositiva que demuestra a su vez su claridad de ideas.
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