Ronald Reagan |
Este domingo, Ronald Reagan hubiera cumplido un siglo. Y aunque hace siete años que murió, ante la intensidad con tintes mitológicos de las celebraciones en su honor organizadas en EE.UU. se podría pensar que el presidente número 40 todavía estuviera vivo, ejerciendo como optimista icono del conservadurismo, influyendo en todos los grandes debates de la política americana, dictando pautas al gobierno de Obama después de su derrota electoral de noviembre y, por supuesto, a la cabeza del Partido Republicano.
En la popular cadena de librerías Barnes & Noble estos días se encuentran mesas enteras dedicadas a las novedades y re-ediciones sobre el padre del «reaganismo». Barack Obama, durante sus últimas vacaciones en Hawaii, dictó un poco la pauta editorial leyéndose la biografía de 800 páginas del periodista Lou Cannon: «Presidente Reagan: el papel de una vida». Esta semana, las TV van a estrenar tres documentales, además de incontables programas especiales.
Fin del comunismo
A Reagan se le atribuye desde el final del comunismo en Europa hasta el entierro temporal del intervencionismo gubernamental en asuntos económicos. Y también, según otros estándares más críticos, una nociva explosión de números rojos en las arcas del gobierno federal y un aumento de la desigualdad económica entre los americanos.
Como ha recalcado el historiador Matthew Dallek, que ha escrito sobre las aventuras electorales del político apodado «Gipper» durante los años sesenta en California: «Existe una sensación creciente de que hay que vérselas con Reagan, tener en cuenta su legado para entender la cultura política americana de las últimas tres décadas. Su presidencia, el movimiento conservador que lideró y sus ideas realmente importan».
Aunque la clave de este centenario no se encuentra tanto en debates históricos sino más bien en la actualidad política. Con el récord no superado de 525 votos electorales en su re-elección de 1984, el presidente que hace tres décadas avanzó su propia versión del «yes, we can» continúa siendo la figura central dentro del Partido Republicano, como están demostrando con creces durante esta precampaña el grupo de aspirantes con ambiciones de conseguir la nominación presidencial de cara al 2012.
Linaje directo
Aunque han pasado 22 años desde que salió de la Casa Blanca, ahora es casi un ritual obligado para un candidato conservador esforzarse en reclamar algún tipo de linaje directo con Reagan. Lo cual a veces llega a extremos de comedia o de tragedia shakesperiana. Como cuando George W. Bush dijo en su primera campaña que su modelo como presidente era Reagan a pesar de que su propio padre había ocupado ese mismo puesto. De hecho, en un debate realizado el mes pasado entre los candidatos para presidir el Comité Nacional Republicano se les preguntó sobre sus respectivos héroes, «sin contar al presidente Reagan».
Todo este alarde de «reaganización» no está haciendo mucho por esclarecer el misterio continuado sobre la verdadera personalidad de Ronald Reagan, que pese a su fama de «gran comunicador» sigue siendo un complicado misterio envuelto a mitomanía, tal y como demostró su biógrafo oficial, Edmund Morris, que pese a haber disfrutado de un acceso envidiable al presidente terminó recurriendo a la ficción como solución narrativa.
Peggy Noonan, la famosa escribidora de discursos de Reagan, ha insistido estos días en que su antiguo jefe fue «un hombre bueno que llegó a ser un gran presidente». Y desde luego, según ella, no fue nunca ni un sentimental ni un simplista.
Los hijos también entran en escena. Ron Reagan ha publicado unas memorias tituladas «Mi padre a los cien». En ellas explica sus sospechas de que su padre ya tuvo durante su primer mandato síntomas de Alzheimer. El hijo adoptado, Michael Reagan, ha llegado a declarar: «Ron, mi hermano, fue una vergüenza para mi padre cuando estaba vivo y hoy se ha convertido en una vergüenza para su madre». Son reproches a través de Twitter combinados con la promoción de su propio libro, más político.
Durante las celebraciones previstas durante este fin de semana en la espectacular biblioteca presidencial de Reagan, en California, con 63 millones de documentos y un museo renovado para la ocasión, no faltará nadie. El programa incluye la participación de su viuda, Nancy, los Beach Boys, 21 cañonazos, un sobrevuelo de cazas F-18, y hasta Sarah Palin.
Nota: tomado del diario ABC.
3 comentarios:
O de cómo un currículum no tan técnico y matemático como el del Sr. Borrell, pero sí una cabeza con sentido común, sensatez y ganas de trabajar puede lograr resultados brillantes.
Borrell será un brillante matemático, pero un mal político.
Gracias por tus comentarios y por seguir asiduamente este blog.
No comparto, es más, soy muy crítico, con la trayectoria política de J.B. lo que no quita para estimar sus cualidades académicas.
Al final, todo lo que han podido achacarle es que fue un mal actor. Apenas han pasado de ahí.
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