Nota: Seguidamente se reproduce (extractado) un interesante artículo sobre la vida del Beato Ceferino Giménez, "El PELE" publicado en Infocatolica siendo su autor don Alberto Royo.
Se da la circunstancia que don Nicolás Santos de Otto, repetidamente citado en este artículo como amigo y abogado del beato, fué tío-abuelo del titular de este blog, razón de más para su difusión en el mismo .
F.J.
EL PELÉ, primer gitano beatificado de su raza, seglar de la Tercera Orden Franciscana, mártir de la persecución religiosa en España del siglo pasado.
Hombre de bien donde los haya habido. Hijo de padres gitanos españoles, Ceferino Giménez Malla, conocido familiarmente como “el PELE” , nació en Fraga (provincia de Huesca), probablemente el 26 de agosto de 1861, fiesta de san Ceferino Papa, de quien tomó el nombre, y fue bautizado ese mismo día. Como su familia, Ceferino también fue un gitano que vivió siempre como tal, profesando la ley gitana tanto en su formación como en el desarrollo de su vida. De niño recorrió los caminos montañosos de la región, dedicado a la venta ambulante de los cestos que fabricaba con sus manos. Todavía joven, se casó, al estilo gitano, con Teresa Giménez Castro, una gitana de Lérida de fuerte personalidad, y se estableció en Barbastro. En 1912 regularizó la unión con «su Teresa» celebrando el matrimonio según el rito católico. El Pelé era, por aquellos años, “un mocetón robusto; tenía dientes pequeños, muy fuertes, que conservó hasta su vejez.Hombre cabal y honrado, era muy devoto de la Virgen y de la Eucaristía, generoso con los más necesitados y preocupado por la catequesis de los niños.
Los rojos le llevaron a la cárcel en 1936 por defender a un sacerdote siendo martirizado por su empeño en seguir rezando el rosario.
En el transcurso de su proceso de Beatificación, fueron llamados a testificar algunos de sus parientes,( entre ellos algunos hijos de su sobrina que hoy no pertenecen a la Iglesia Católica sino que son evangélicos) . A pesar de no ser católicos, sino evangélicos de los que rechazan la devoción a los santos, ellos declararon estar encantados con el proceso de Beatificación del Pelé y afirmaron encomendarse a él asiduamente. Son las cosas de la vida.
En la Misa de la Beatificación, el Papa dijo sobre el nuevo Beato: “La frecuente participación en la santa misa, la devoción a la Virgen María con el rezo del rosario, la pertenencia a diversas asociaciones católicas le ayudaron a amar a Dios y al prójimo con entereza. Así, aun a riesgo de la propia vida, no dudó en defender a un sacerdote que iba a ser arrestado, por lo que le llevaron a la cárcel, donde no abandonó nunca la oración, siendo después fusilado mientras estrechaba el rosario en sus manos........
Tratante de caballos, afirman los testigos de su proceso de Beatificación que siempre decía la verdad en los tratos de caballerías. En cierta ocasión había vendido una caballería que tenía un defecto. Por la noche se dio cuenta y a la mañana siguiente fue a visitar al comprador para aclararle el detalle. En la feria de Vendrell compró unas mulas, sin saber que eran robadas; el dueño las reconoció, acusó al Pelé, y los llevaron a la cárcel. Dº.Nicolás Santos de Otto le defendió, demostrando su inocencia y el juez lo dejó libre.
El Pelé no es ni ladrón ni tramposo; ¡es San Ceferino, el patrón de los gitanos!» Para dar gracias a Dios, subió desde su casa, en la calle San Hipólito, hasta la catedral de rodillas, con dos gruesas velas en las manos. Y a partir de ese día «se entregó más a la religión».
El mayor amigo del Pelé fue, un abogado excepcional y luego catedrático de Derecho y cónsul de Venezuela. don Nicolás Santos de Otto, que vivía en Barbastro y tenía un caserón señorial cerca de la catedral. Don Nicolás confiaba plenamente en el gitano. Ceferino iba a su casa con libertad y charlaba con él ante el asombro de las muchachas de servicio. Acompañó a don Nicolás en sus viajes a Madrid, en la toma de posesión de su cátedra de Oviedo y en los acontecimientos nacionales como la consagración de España al Corazón de Jesús por el rey Alfonso XIII, rodeado del Gobierno en pleno, representantes del episcopado y otros nobles.
En 1922 muere Teresa. y dado que la casa se le hacía grande decidió cedérsela auna sobrina y su marido. Él se alojó en un piso del Entremuro, cuyo alquiler le pagaba don Nicolás Santos de Otto.
Su martirio si sitúa en el contexto de la persecución religiosa que sufrió la Iglesia española desde el año 1931 hasta prácticamente el 1939. Empezó dicha persecución nada más proclamarse la Segunda República, con la quema de conventos e injurias varias a religiosos y sacerdotes. Después, la República fue emanando leyes anticlericales cada vez más radicales, el clima contrario a la Iglesia se favoreció desde la cúpula de la República, este clima cristalizó en los asesinatos de sacerdotes en la revolución de Asturias del 1934 y así la situación de los católicos fue empeorando hasta que la cosa se convirtió en una despiadada persecución en el año 1936 con el triunfo de las izquierdas. 13 sacerdotes, 6000 sacerdotes y miles de religiosos y seglares católicos fueron el resultado de esta persecución.
En la diócesis de Barbastro la persecución fue especialmente encarnizada por influjo de los milicianos comunistas y anarquistas que venían de Cataluña, otro lugar donde la persecución se cebó con la Iglesia.
Si el fin que perseguían era el de aniquilar al clero, en Barbastro casi lo consiguieron, pues fue asesinando el 88% de los sacerdotes y el obispo, el cual fue bárbaramente torturado (con sufrimientos verdaderamente inhumanods) y asesinado sin la menor piedad. Todo esto por el simple hecho de ser ministros de la Iglesia. También un gran número de seglares de Acción Católica y otras organizaciones católicas fueron asesinados.
En este contexto se sitúa la muerte de Ceferino, “el PELE”.
Al inicio de la guerra civil española, en los últimos días de julio de 1936, fue detenido por salir en defensa de un sacerdote que arrastraban por las calles de Barbastro para llevarlo a la cárcel, y por llevar un rosario en el bolsillo. Increpó a los que arrastraban al sacerdote por los malos modos con los que le trataban y porque era un hombre inocente, y se lo llevaron también a él. Una vez ya en la cárcel, le ofrecieron la libertad si dejaba de rezar el rosario, pero prefirió permanecer en la prisión y afrontar el martirio. Le insistieron en que entregara el rosario y le dejarían libre, pero el repitió que su rosario no lo dejaba. En la madrugada del 8 de agosto de 1936, lo fusilaron junto a las tapias del cementerio de Barbastro. Murió con el rosario en la mano, mientras gritaba su fe: «Viva Cristo Rey». Murió fuera del cementerio, atado con un sacerdote. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de mayo de 1997, y estableció que su fiesta se celebre el 4 de mayo.
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