El Obelisco de Santiago Calatrava, primera obra en Madrid del arquitecto valenciano, con sus 93 metros de altura ha cambiado la fisonomía de la Plaza de Castilla.
Esta obra, cuyo camino se inició en el año 2004, es un "regalo" de la Fundación Caja Madrid al Ayuntamiento de la Capital con motivo de la celebración del 300 aniversario de la creación de la entidad bancaria.
El proyecto arquitectónico-artístico, bautizado por sus donantes con el nombre de "Obelisco de la Caja", ha rebajado por motivos de seguridad sus 120 metros de altura previstos inicialmente a 93 metros.
Con un carácter de modernidad y futuro que su autor ha querido dar, la primera obra en Madrid de Santiago Calatrava esta formada por un fuste metálico de 93 metros de altura y dos metros de diámetro al que se fijarán, mediante articulaciones, 493 lamas de bronce. Cada una de estas lamas mide 7,70 metros de longitud y revisten la totalidad del obelisco.
El fuste del obelisco se apoya sobre tres patas metálicas con un peso cada una de ellas de 50 toneladas y que se apoyan a la vez sobre tres pilotes de hormigón de 80 centímetros de diámetro y 26 metros de longitud.
Las lamas de bronce que revisten el obelisco están doradas por su cara exterior con pan de oro -con una superficie de 650 metros cuadrados- y el conjunto esta dotado de movimiento mediante 126 hidráulicos sincronizados. La especial fijación de las lamas y el desfase de movimiento de las mismas dotan al conjunto de una sensación de movimiento ascendente.
La idoneidad del Obelisco ha sido analizada en la Universidad de Western Ontario de Canadá, que posee uno de los mejores túneles de viento de los que existen. "Se han realizado tres ensayos distintos. Uno en fase de montaje, otro en fase final y en otro se analizará una lama en particular".
Por tanto, se han realizado muchas pruebas para dotar al obelisco -que tendrá en su parte más alta un metro y pico de oscilación- de la máxima seguridad. La obra se ha diseñado para soportar una velocidad del viento de 160 kilómetros por hora. Se trata por tanto de una obra singular y de gran valor técnico, a parte de su valor estético que no todos saben o quieren apreciar.
De esta forma disponemos en Madrid de una plaza, la plaza de Castilla, “Puerta de ESPAÑA”, que une a la singularidad de sus torres inclinadas este original obelisco, que como era de esperar ha sido criticado por algunos sectores de la ortodoxia del llamado “buen gusto”; sin entrar en discusiones sobre ése tema tan subjetivo, cabe señalar que una obra de esta naturaleza engrandece y dignifica la imagen de nuestra ciudad y convierte al conjunto arquitectónico en un icono representativo de su personalidad.
La nota pintoresca ha sido dada por cuatro activistas de la organización ecologista Greenpeace que han escalado este obelisco y han permanecido unas 8 horas en lo más alto del mismo y desplegaron una pancarta como forma de protesta contra el cambio climático. Una aplicación más para esta singular obra del urbanismo moderno; esperemos que los múltiples manifestantes que obsequian a los habitantes de Madrid, con sus concentraciones reivindicativas no sigan el ejemplo de estos desdichados elementos del ecologismo radical. La próxima protesta, anunciada para el domingo 25 de octubre, de los defensores de la “Real Cañada” esperemos que no culmine con la ascensión de una pobre oveja a lo alto del obelisco, el pobre animal, podría fallecer de vértigo.
F. J.
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