Desde el 1993 hasta la fecha, la Armada nacional y otras autoridades le han incautado al narcotráfico 36 submarinos artesanales o semisumergibles con capacidad para transportar hasta 14 ton. de cocaína. No pueden sumergirse ni 4 m., se deslizan casi a nivel del mar, con la ayuda de una pequeña cabina y dos tubos, de escape y ventilación, que sobresalen del agua, y alcanzan apenas una velocidad máxima de 15 nudos. Cuentan, además, con una tripulación promedio de cuatro personas, que ganan por cabeza entre 30 y 40 millones de pesos (9.000 a 12.000 euros) por transportar la droga, recibiendo el capitán recibe un poco más, de 50 a 60 millones , de acuerdo con estimaciones de la Armada.
Laura, el primer semisumergible incautado al narcotráfico el 22 de mayo de 1993 en la isla de Providencia, tenía capacidad para transportar 1 ton. de cocaína. Otro artefacto encontrado en la Alta Guajira, el 8 de agosto del 2007, para 10 ton. y un tercero, incautado en el área rural del municipio de Tumaco (Nariño), el 15 de noviembre del 2007, para 12. El de mayor capacidad que se haya decomisado a la fecha podía transportar 15, pero nunca llegó al mar porque las autoridades lo descubrieron cuando se construía en un improvisado astillero, localizado entre los municipios de Facatativá y Madrid (Cundinamarca), el 11 de septiembre del 2000. Sólo en 2008 se encontraron catorce en el océano Pacífico y en lo que va del 2009 se han incautado cuatro.
A principios de este año se capturó uno cerca a las islas Galápagos, con capacidad para 5 ton. y la Armada colombiana encontró otro a 17 millas de la isla de Concepción, cerca a Buenaventura, con capacidad para 10, el 29 de enero. Los de la mafia colombiana también han sido detectados en las costas de Estados Unidos, España, México, Centroamérica y en las de vecinos como Ecuador. Los artefactos salen de Colombia, no tenemos evidencias de que salgan de otros países, y van a Estados Unidos, México y Europa, declaró el almirante Guillermo Enrique Barrera Hurtado, comandante de la Armada Nacional. Estados Unidos es, fuera de Colombia, uno de los países que más ha incautado este tipo de embarcaciones.
El pasado 13 de septiembre, por ejemplo, US Coast Guard en Florida confiscó un semisumergible con 7 ton. de cocaína durante una operación nocturna, a 350 millas al oeste de Guatemala. La embarcación, proveniente de Colombia, medía 65 pies de eslora y tenía capacidad para navegar desde Ecuador hasta San Diego (California). En julio del 2008, la Armada de México también interceptó otro de 10 m. de largo, a unos 200 km. al sur del Puerto de Salina Cruz (Oxaca), con 6 ton. de cocaína, y arrestó a las 4 personas de la tripulación. Todo esto sin contar con los artefactos que hunde la mafia en el momento de una interceptación, que son difíciles de recuperar y cuya fabricación artesanal se hace, precisamente, para que operen para uno o máximo dos viajes.
Cada semisumergible, fabricado en fibra de vidrio y con capacidad de autopropulsión, tiene un costo estimado en 1,5 millones de dólares, relativamente bajo si se tiene en cuenta el gigantesco volumen de dinero que maneja el narcotráfico, ya que 1 kg. de cocaína colocado en costas colombianas, por ejemplo, cuesta, en promedio, 1.800 dólares pero, una vez en las costas de Estados Unidos, pasa a valer entre 25.000 y 35.000 dólares y, en calle, una vez rebajado, entre 110.000 y 120.000 dólares. Las ganancias, en consecuencia, llegan a ser exorbitantes. Los artefactos hundidos son irrecuperables. La tripulación los hunde y hace desaparecer todas las pruebas que permitirían judicializarla. Por eso, una operación antinarcóticos termina convertida en una de rescate a náufragos, se queja el almirante Barrera. Las autoridades impulsan la aprobación de un proyecto de ley en el Congreso que establece penas por uso, construcción, comercialización, tenencia y transporte de plataformas semisumergibles. Hasta el momento, han sido detenidas 140 personas, pero ninguna ha sido procesada.
Se espera que sea aprobada por el Congreso en esta legislatura. La mafia colombiana ha instalado fábricas de estos navíos en toda la costa colombiana, especialmente en el Pacífico Sur. Las ha levantado en medio de enramadas, con una tecnología absurda, pero lo suficientemente operativa como para que un artefacto pueda hacer un viaje, dice Barrera. Las autoridades colombianas han detectado ésas fábricas en los esteros aledaños a los ríos navegables, especialmente en el océano Pacífico, y han identificado, hasta el momento, varias organizaciones dedicadas a su construcción: en el área de Orpúa y Venado (departamento del Chocó), en el sur de Buenaventura (Valle), en las riveras de los tíos Mallorquín, Timba, Yurumangui y Naya y, otras dos en el Parque Nacional de Sanquianga (costa Pacífica), al noroccidente del departamento de Nariño y en la jurisdicción de los municipios de Mosquera, El Charco, La Tola y Olaya Herrera.
En esas zonas hay una fuerte presencia de grupos al margen de la ley que custodian los cultivos ilegales de coca, los campamentos y los talleres artesanales en los que se producen. Entre febrero y agosto del año pasado, fueron detenidos, en Cali y en Medellín, Humberto Cuevas Salazar y Adolfo de Jesús García, conocidos los dos con el alias de el ingeniero, a quienes las autoridades apuntan como unos de los principales cerebros del diseño y la construcción de los semisumergibles. El GPS y el teléfono satelital cambiaron el curso del narcotráfico y permiten a la mafia navegar sin problemas en cualquier parte del mundo, afirma el almirante.
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