jueves, 5 de febrero de 2009

Política y economía en España

Por su interes, seguidamente reproduzco íntegramaente el artículo:

La banca en la hoguera: ¿coalición, otro chivo o un nuevo líder?

Escribe: Pedro-Juan Viladrich

Zapatero es marinero de agua dulce. Dilapidando aquel sol y lago tranquilo, que heredó de otros pero se atribuyó a sí mismo, nos embarcó en rumbos arrogantes, frívolos y falsos: la España confederal de nación discutida y discutible, el proceso de “paz” con ETA, las cesiones a los soberanistas vascos y catalanes con tal de seguir en el poder, la alianza de civilizaciones, los grandes amigos “luminarias del mundo” Castro, Chávez o Morales, estamos pasando a Italia y Francia porque somos ejemplo financiero y económico del mundo, viva el aborto y sus clínicas que liberan a la mujer, no hay crisis antipatriotas, tengo dinero para todos mis queridos reyes de taifas, voy creando fondos y conmigo el pleno empleo…).

Ahora ese bajel de las maravillas se le ha estrellado contra los duros arrecifes de la realidad: el pan y el trabajo de los españoles. Zapatero, que no es hombre de mar y ni siquiera sabe nadar, chapotea histérico buscando cualquier asidero. ¡Mi reino por un chivo expiatorio¡ Es el abrazo mortal del ahogado. Alcanceremos los cinco millones de parados. Debemos más del diez por ciento de nuestro PIB y éste desciende. Las Administraciones públicas no pagan y, fábricas de despilfarro, no tienen dinero ni espíritu de austeridad. Ahora toda la culpa la tienen los bancos. Aquella banca que, en boca del mismo Zapatero, era nuestra fortaleza y pasmo del mundo. Su hábito de transferir su culpa a otros -tic tan típico del mentiroso-, que pasó por Aznar, Bush, Franco y la derechona, la casposa Iglesia, el capitalismo internacional, el PP de Rajoy, ha elegido ahora a la Banca.

Atención al nuevo reo. Claro que la banca española ha tenido su cuota de responsabilidad en propiciar la cultura del dinero fácil, del consumir a crédito sin respaldo de unos ingresos o ahorres mayores, de la burbuja de precios inmobiliarios y de cotizaciones. Pues no les empujó a ello este Gobierno durante años y hasta hace pocos días: ¡consumid, consumid!

Pero el intento de Zapatero de echar a la banca española a los pies de los caballos tiene otra intención política. No busca que cada quien asuma sus reales responsabilidades. Lo que pretende Zapatero es exonerarse, de sus enormes irresponsabilidades y errores, de su evidente incompetencia e ineficacia, del riesgo creciente de que aquellas diversas “fuerzas sociales que cuentan” converjan en una conclusión unánime y urgente. ¿Cuál? Pues, que Zapatero es el principal problema, que nos lleva irremediablemente “a todos” a la ruina, y que debe marcharse.

Las opiniones de los analistas políticos -los independientes del aparato de propaganda de la Moncloa- es significativamente concorde. La acusación a la Banca es otra maniobra para exculparse a sí mismo. Ya no cuela. Muy temeraria. Alguien ha definido esta enésima elección de otro chivo expiatorio como una manifestación del más íntimo Zapatero: su demagogia de corte peronista. Coincido con esta apreciación. Zapatero, con el cinismo típico de las izquierdas bananeras, pretende presentarse al pueblo como el líder salvador de los parados, hambrientos y arruinados.

Tal vez la Banca española es melindrosa y cobarde, como lo es siempre el dinero. Pero la Banca no es tonta y muy peligrosa si alguien quiere hacer auto sacramental con ella y quemarla en el cadalso populista. Me consta que hay más que enfado en las cúpulas. Hay un además. La prevención de que la demagógica acusación del Gobierno Zapatero pueda calar entre el público. La banca no aceptará ser el reo pagano, ni que la acusación tome más cuerpo y se convierta en dogma oficial. En tiempos de Cervantes, tenía sentido que Don Quijote advirtiese a Sancho de no toparse con la Iglesia. Vamos a ver qué pasa, hoy día, con este toparse del Gobierno con la Banca. Me temo que el Gobierno Zapatero, el propio Partido Socialista, las Administraciones autonómicas y los Ayuntamientos tienen muchísimas deudas, favores pedidos, gestiones inconfesables, créditos “condonables”, demasiado despilfarro que ocultar, es decir, los pies de barro y el trasero sucio. La banca tiene su manera de hablar y, sin duda y a su modo, hablará discreta y duramente. Zapatero ha cometido, tal vez, un mayúsculo error de cálculo, porque España todavía no es Venezuela, ni Cuba, ni Bolivia.

En este paisaje de naufragio, con el ahogado dando abrazos mortales acá y acullá, han empezado a correr ciertos rumores. Uno es el de la gran coalición entre el PSOE y el PP. El impulso a favor viene de considerar que la situación es de emergencia nacional. El jarro de agua fría proviene de la demasía de heridas y desconfianzas acumuladas entre ambas fuerzas políticas. Zapatero, dicen los que le conocen, no está dispuesto a que un enderezamiento de la tragedia pueda ser atribuido a la ayuda de Rajoy. Pero por su parte Rajoy no siente entusiasmo alguno por un Gobierno de coalición que, a costa suya, sirva de salvavidas a Zapatero. Teme el gallego, como confesó un día, que sirva para el lucimiento de Zapatero y para su propio oscurecimiento, porque “quien conoce -dijo- el nombre del socio de la Merkel”. El otro rumor apunta a los grandes retornos: Aznar o Rodrigo Rato. Algunos sectores del PP, divididos ambos, suponen que Aznar o Rato serían un revulsivo inmediato e infalible. Una tercera fuente de rumores no cree en “segundas partes”, supone que el pasado, incluso el éxitoso, no puede ser resucitado. Apuestan por dejar que Zapatero se achicharre y se lleve en su quema a toda la secta del rancio y totalitario izquierdismo del PSOE. España -dicen- necesita una catarsis a fondo. Otra generación nueva de políticos. Una completa regeneración democrática. ¿A qué se apuntará una banca si sigue puesta en la hoguera? ¿Ustedes qué opinan? 

Free counter and web stats


1 comentario:

Anónimo dijo...

La gravedad ya nadie la discute y sólo hay tres horizontes: a) La continuidad de lo actual hasta agotar la legislatura; b) El gobierno de concentración y c) Nuevas elecciones. Pero hay algo que se debe tener claro: el gobierno de concentración o las nuevas elecciones solo pueden ser solución si Zapatero deja de ser presidente del Gobierno. Sin dimisión o apartamiento de Zapatero esas posibilidades no son solución, sino un engaño más, un regate en corto más. Y sin Rajoy, de otra parte.