Hay que ser cínicos para rasgarse ahora las vestiduras cuando la presencia de Eta en los Ayuntamientos vascos forma parte del pacto entre el Gobierno y la banda terrorista, durante el proceso de rendición que acaudilló Zapatero la pasada legislatura.
Se hizo entonces el paripé de que se presentara Batasuna para que el Gobierno quedara bien prohibiendo el descaro. Después Zapatero amparó la presencia de ANV, eliminando a sus candidatos allí donde no podían ganar y autorizándolos allí donde tenían posibilidades, Azpeitia por ejemplo.
Ésta es la verdad, la cruda verdad. Eta está en los Ayuntamientos vascos porque así lo pactó el PSOE, porque así lo permitió el PSOE. Y los lodos actuales que entorpecen la eliminación fulminante de ANV de los Ayuntamientos nacen de los polvos pasados. Carlos Iturgaiz lo ha explicado muy bien: “Si ahora la jugada les viene bien, Rubalcaba y compañía la harán; si la jugada no les viene bien, no la harán”.
Es probable que la nueva ley anunciada por la vicepresidenta no esté concluida hasta después de las elecciones vascas. Algún político subraya que eso forma parte del acuerdo Ibarreche-Zapatero para que el presidente se beneficie del apoyo del PNV en la ley de Presupuestos.
Han sido tantos los embustes, tantas las trapisonderías de los últimos años, que nadie se fía de Zapatero. Si quiere, claro que puede con la ley en la mano, como ha explicado Rajoy, extirpar a ANV de los Ayuntamientos vascos de forma inmediata. Si no lo hace, que no se vaya de rositas, porque eso significa, como cree Mayor Oreja que Zapatero continúa negociando con Eta de forma subterránea, amén de aceptar y someterse al chantaje político del PNV.
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