El aborto es un crimen; desde el primer momento que existe un embrión, que se caracteriza entre otras cosas por tener un ADN propio, dicho ser vivo es un ser humano, independientemente del número de semanas de gestación, con unos derechos que algunos no quieren reconocer pero que los tiene. Cuanto mayor es el número de semanas, mas repugnante resulta el crimen por ser mas evidente que se trata de un ser humano; los videos recientemente proyectados así lo demuestran y hacen sentir el horror ante tamaño genocidio. Así pues resulta el tema del ABORTO de una gravedad excepcional y probablemente la historia juzgará muy severamente los crímenes, que se cometen impunemente en la sociedad española (y europea) bajo unas pretendidas coartadas pseudo médicas y sociales; el aborto, por tanto, no es la solución más idónea para la liberación de la mujer, ni un avance hacia la gestación de una sociedad más justa y solidaria.
El Cardenal ROUCO realizó un duro alegato en su homilía de la Vigilia de la Inmaculada, contra la aparición de «una radicalidad intelectual y una militancia insospechadas hasta hace poco tiempo» que promueven en la sociedad «formas de negación de Dios», y cuyas consecuencias se revelan sobre todo en dos dramas actuales: el incremento en el número de abortos y la crisis económica.
Todo esfuerzo en difundir el rechazo a las posiciones pro-abortistas es pequeño cuando la amenaza de una nueva ley todavía mas permisiva con el crimen está a la vuelta de la esquina y entiendo que toda la sociedad sana que mayoritariamente esta A FAVOR DE LA VIDA debe hacerse oir y expresar viva y contundentemente su opinión por todos los medios a su alcance, que desdichadamente no son muchos pues la mayoría de los medios de comunicación que están al servicio del gobierno hacen una campaña demagógica y descarada a favor del aborto.
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