Ingredientes:
§ Ginebra.
§ Limón ó lima (preferentemente).
§ Hielo del bueno (si es preciso, se hace con agua mineral).
§ Tónica.
Muy poca gente sabe cómo servirlo o beberlo; esto es fruto de la poca profesionalidad de los barman del Nueva York de los 80, que servían Whisky Sours y Maniatan pero nunca supieron apreciar la sutileza del gintonic. Ya lo dice Whit Stillman, en The Last Days of Disco, “una vez superas ese agridulce sabor del gintonic, aprendes a beber”. Y, repito, me duele en lo más profundo de mi ser que tan poca gente sepa lo que es un gin and tonic de verdad.
Cada día millones de imbéciles llevados por la moda y por la ignorancia pronuncian ese horrible “nena ponme un yintonic” y ni por una milésima de segundo se les ha ocurrido pensar que lo más sublime del gintonic reside en algo tan sutil y bello como… olerlo.
El gintonic es un verdadero arte con sus concursos y sus maestros. ¿Pero cómo servirlo? Fácil, lo más importante de todo es el vaso. El gintonic, como un buen vino, vive y muere con su olor. Así que es absolutamente fundamental servirlo en un vaso donde te quepa toda la cara, desde el labio superior hasta las cejas. Y así poder hundir toda tu faz en esa alimonada y agria ambrosía (manjar de dioses).
Así que ya tenemos el vaso ancho o copa balón (como la que usaba tu abuelo para el brandy). Escanciamos, tiramos la ginebra a dos palmos de la copa. Parece una chorrada, pero la oxigenación de la ginebra sirve para excluir el exceso de alcohol ganado durante su estancia en la botella, manteniendo todo su sabor. Miraremos de servir un mínimo de dedo y medio. Después agarrad un limón (mejor lima) y con un pelador de patata sacad un pedazo de cáscara de medio palmo y, antes de introducirla en la copa, retorcedla con dulzura sobre ésta.
Ahora llega lo más importante. Mirad la copa: cuando ya os sintáis a punto, verted el agua de quinina (sí, la tónica) rápidamente, dejando que se haga mucha espuma y que el carbonico de la tónica acabe de matar el exceso de alcohol de la ginebra. Y fin. Hundid vuestra cara en la copa y aspirad. Esto es un gintonic y lo demás es una M .
Cuentan que, tras el triunfo de las tropas de Su Majestad en la India, un alto oficial británico propuso añadir ginebra a la tónica para obtener un combinado delicioso y digestivo a la vez. Cuando yo me encuentro un poco triste o a punto de enfermar no dudo en beberme una buena sopa de ajo y un buen gintonic; seguido de una siesta de un par de horas, os hará recobrar el espíritu y las ganas de patear la ciudad, desde el Soho hasta South London.
Nota: Recopilado y resumido de SOITU y “La guia de Londres”
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