(Nota: este artículo tiene relacion con el publicado anteriormente, fecha, 20-11-2008)
El obsesivo intento de justificarlo todo con el pasado, sigue insuflando hoy variadas estrategias políticas. Unas son verdaderamente tronchantes. Gracioso ha sido el desmentido científico sobre unos restos arqueológicos en Nanclares de Oca, una población romana que se ha denominado “Iruñea-Veleia”. Hace dos años y medio, un arqueólogo llamado Eliseo Gil, afirmó ante la prensa que había descubierto el Calvario más antiguo del mundo, junto con inscripciones en euskera de la misma época, los siglos III y IV de nuestra era. A los académicos y especialistas en esos siglos, ni se les avisó. ¿Por qué demorar con pruebas de la ciencia, si estábamos ante la evidencia de que el idioma vasco se escribía, nada menos, que en una polis romana, de culto cristiano? Era la confirmación de la antigüedad del pueblo vasco, que por entonces era el argumento favorito del Gobierno tripartito. Más aún, Eliseo Gil explicó que la inscripción “Nefertiti”, debía responder a la presencia de un egipcio entre los habitantes de Nanclares, o sea, de “Iruñea-Velaia” de aquella remota época. Aunque aquello parecía una historieta de Asterix, el entusiasmo se desbordó: el programa de Eliseo Gil contó con una financiación de 370.000 euros, procedentes de la empresa de ferrocarriles del Gobierno Vasco. Un estudiante de Historia Antigua de primero de carrera, normalmente, sabe que “Nefertiti” es un nombre convencionalmente inventado por los egiptólogos contemporáneos. Al parecer, catedráticos en la materia de la universidad vasca, como Juan Santos Yanguas, no perdieron el tiempo en minucias como ésas, a la hora de avalar tan grandioso descubrimiento. Lo demás, ha llegado entre carcajadas interminables: las inscripciones en latín y en vasco no se sostienen; la cruz de Cristo luce una leyenda “RIP”, a todas luces inverosímil por la época y por ser contraria a la dogmática cristiana…Hacia el siglo dieciocho, un precedente de la foralidad tradicional, Fontecha y Salazar, mantuvo que los vizcaínos adoraban la cruz ¡en tiempos de Noe! En fin, la droga ideológica mantiene colocados, en el doble sentido de la acepción, a los responsables culturales de este alucinante episodio.
En 1991, también en Álava, sucedió algo parecido. Un estudiante de arqueología, Serafín Ruiz, convenció a los responsables políticos, y lo que fue más impresionante, a las vacas sagradas de la arqueología vasca, Jesús Altuna, Juan María Apellániz e Ignacio Barandiarán, de que había descubierto dibujos en una cueva del monte Gorbea -para qué más, la cumbre sagrada-, que dejaban pálidos a los de Altamira. Los sabios oficiales corroboraron ese deslumbrante descubrimiento. En estos tiempos, el periódico puede ser un aguafiestas. Peter Ucko y Jim Cook, especialistas del Museo Británico, desde su despacho, y viendo un reportaje de la “Capilla Sixtina” vasca, dijeron que no podía ser otra cosa que un descomunal fraude. Los rinocerontes pintados en la cueva, se habían extinguido unos cuantos miles de años antes de que el hombre apareciese por esos parajes. El creador de los dibujos, se resistió a devolver el dinero recibido, doce millones y medio de pesetas, ya que nunca mantuvo que fuesen antiguos, sino que los consideró artísticos ¿Dimitirá algún entusiasta de la justificación histórica?
Juan José Laborda es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.
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