Manuel Coma (GEES)
28 de octubre de 2008.
¿Queda alguna posibilidad de que la versión americana de Zapatero no se ins-tale en la Casa Blanca? Sí, pero muy te-nue y casi mítica.
Ha bajado de 9 a 7.7 puntos de ventaja en la media de las encuestas nacionales, cuando durante gran parte de la campa-ña fue de 6. En grado de aceptabilidad su delantera es de 13.5. Lo que es más importante, gana en todos los estados bisagra, los que realmente deciden la elección. Casi se puede decir que pro-piamente no los hay, son suyos.
Sin embargo los demócratas no acaban de estar tranquilos. Nunca hay que in-fravalorar su capacidad para arrancar la derrota de las fauces de la victoria, como el propio Obama ha dicho, volviendo del revés una conocida frase americana. De fastidiarla, diríamos para evitar una or-dinariez.
Se invocan precedentes históricos de una vuelta de la tortilla en la cola para votar. Y ya todo el mundo sabe lo que es el efecto Bradley: a este negro no lo voto, pero no se lo digo a los encuestadores. Falso. Es más bien: a este radical no lo voto, pero no lo digo para que no me crucifiquen como racista.
La sucia acusación preventiva ha sido usada con sistemática desfachatez por la gran prensa demócrata contra McCain. Bien al contrario, el temor a ese vejatorio infundio le ha vetado sacar a la luz as-pectos del candidato rival que la opinión tiene todo el derecho democrático del mundo a conocer y los medios la obliga-ción de revelar. Prácticamente cada críti-ca ha sido motejada de racismo por la
Grupo de Estudios Estratégicos GEES En letra impresa nº 1066 1
muy partidista prensa. Y es escandalosa la diferencia de trato a la Palin respecto a Biden, los números dos, mientras un só-lido blindaje de tabúes protege el pasado de Obama.
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