El ladrón británico Ronald Ronnie Arthur Biggs ha muerto plácidamente en una residencia de ancianos del East Barnet (Londres), a los 84 años. Su fama es una de las muchas paradojas que dejó atrás el siglo XX, toda vez que lo único que hizo bien en su vida fue sustraer bienes ajenos y fugarse. Poco currículo y lamentable ocupación.
Pero las querencias sociales son traviesas, y al igual que en España despertó en su día cierta simpatía el caso de Dionisio Rodríguez Martín, el Dioni, que en 1989 se apropió de los 298 millones de pesetas que custodiaba en un furgón blindado de la empresa para la que trabajaba, Ronnie Biggs se convirtió en celebridad en Reino Unido por robar bien. Triste y cierto.
Si Biggs llegó a ser apodado en su día ladrón del siglo se debió a ser uno de los autores del llamado asalto al tren de Glasgow cometido hace 50 años, en 1963, y tras el que logró escapar a Brasil, con el botín intacto. Regresó a su tierra natal en 2001, por voluntad propia, y pactando con las autoridades.
Día de fiesta en Escocia
El asalto al tren de Glasgow de 1963 es uno de los robos más famosos de todos los tiempos, aunque la historia del crimen lo ha rodeado de más glamour del que merecía. A última hora del miércoles 7 de agosto de 1963, un tren de Correos viajaba desde Glasgow a Londres. A bordo, el personal se encontraba clasificando el correo y los paquetes antes de su llegada a la capital británica.
El segundo vagón en la parte delantera del tren era un coche de paquetes de alto valor, ya que contenía los envíos certificados. Gran parte de los envíos contenían dinero en efectivo. Por lo general, el importe total aproximado de estos paquetes habría estado en torno a los 350.000 euros, pero, debido a que había sido un fin de semana de fiesta nacional en Escocia, el total del dinero que transportaba ese día ascendía a 2,6 millones de euros(alrededor de 35 millones de euros en la actualidad).
La señal equivocada
El tren pasó Leighton Buzzard a las 3 de la mañana del 8 de agosto de 1963, y momentos después el conductor, Jack Mills, vio una luz roja por delante en la vía, en un lugar llamado Sears Crossing. La señal era falsa. Habían colocado un guante cubriendo la señal correcta y activaron la luz roja conectándola a una batería de seis voltios. Cuando Mills se detuvo, su copiloto David Whitby salió para llamar al responsable que les explicará qué problema había.
Pero Whitby descubrió que los cables de la línea telefónica cercana habían sido cortados y cuando regresaba al tren fue atacado y arrojado por un terraplén empinado. Mientras tanto, un hombre enmascarado se subió a la cabina del tren y golpeó al conductor en la cabeza dejándolo inconsciente. Mientras tanto, otros ladrones desacoplaron la mayor parte de los vagones, dejando unidos sólamente la locomotora y los dos primeros vagones, que contenían las sacas con el dinero.
Los escarpados taludes que había junto a la vía en Sears Crossing eran poco prácticos para trasladar el botín tras sacarlo del tren, pero la banda había planeado el atraco cuidadosamente, así que pensaban conducir el tren una milla más adelante hasta Bridego Bridge. Alli, varios vehículos Land Rover estaban esperando para transportar el dinero en efectivo a un escondite cercano.
El primer problema
Pronto, el bien planeado robo se encontró con un problema. Uno de la banda habían pasado meses trabando amistad con personal ferroviario, haciéndose pasar por un entusiasta del ferrocarril. Le habían llegado a permitir viajar en la cabina del maquinista, e incluso manejar un rato algunos trenes.
Su parte en el plan de robo era conducir el tren hasta el punto de encuentro, pero al subir a la cabina se dio cuenta de que esa enorme locomotora diesel era mucho más complicada que la de los cercanías en los que que había viajado previamente. Así que uno de los ladrones, Ronnie Biggs, tuvo que despertar al conductor para continuar el viaje.
En los dos vagones delanteros, el asustado personal de la oficina de correos fue empujado hasta un extremo por algunos de los atracadores, pero en los diez coches restantes que fueron desenganchados en Sears Crossing, el personal ni siquiera se percató de lo que estaba ocurriendo.
Una cadena humana de ladrones
En Bridego bridge una cadena humana de ladrones trasladó 120 sacos, con un importante botín. El robo estuvo bien organizado y se ejecutó de forma muy rápida. Antes de abandonar el escenario del atraco, uno de la banda ordenó al personal de la oficina de correos que se quedara quieto durante 30 minutos antes de ponerse en contacto con la policía. Esto dio a los investigadores una pista importante, al sospechar que la banda tenía un escondite a unos 30 minutos en coche de la escena del robo.
Y de hecho, así era. Letherslade Farm, una antigua granja en Oakley Buckinghamshire, había sido alquilada por la banda, que durante los días posteriores al robo se escondió en ella celebrando el éxito del robo y repartiéndose el dinero. Incluso jugaron al Monopoly con dinero real fruto del atraco.
Muy pronto se lanzó una impresionante investigación policial, dirigida por la Brigada Móvil de Scotland Yard y detectives de alto rango de la Policía de Buckinghamshire. El oficial al mando del operativo fue el inspector jefe Jack Slipper. Además, la Policía de Transporte británica tuvo un pequeño papel en la investigación, realizando investigaciones encaminadas a obtener listas de personal y posibles sospechosos.
Cunde el pánico
En la vieja granja, la banda estaba cada vez más asustada por el ruido que hacían aviones de la RAF que pasaban por la zona, en misiones rutinarias de entrenamiento, pero que ellos pensaban que eran parte del operativo que estaba buscándoles.
Los ladrones se dividieron el botín, que estaba formado principalmente por billetes de 1 y 5 libras (Por ejemplo, Ronnie Biggs se llevó 147.000 libras) y dejaron la casa inmediatamente, en lugar de permanecer en ella con "un perfil bajo" durante varias semanas, como habían planeado.
Un residente cercano a la propiedad comenzó a sospechar de las idas y venidas en la granja y aconsejó a la policía que echara un vistazo a la misma. Un agente respondió al aviso y encontró en la granja grandes cantidades de alimentos y provisiones abandonadas.
Entre los enseres abandonados había sacos de dormir y ropa de cama, que se habían dejado en las habitaciones de arriba y en la bodega. También había envoltorios de billetes, usados para su contabilidad, los sacos de correos y paquetes de correo certificado que habían sido robados.
Las huellas del tablero de Monopoly
Un examen en profundidad de la granja halló varias huellas digitales, incluidas algunas en el tablero del Monopoly y otras en una botella de salsa de tomate. Gracias a estas huellas dactilares y otras pesquisas, los agentes dieron con el rastro que les condujo a los delincuentes y uno a uno los fueron arrestando.
Todos los responsables finalmente comparecieron ante el tribunal. El cerebro de la operación, Bruce Reynolds logró huir durante cinco años, pero terminó con una condena a diez años de prisión. Ronnie Biggs recibió una condena de 30 años, pero escapó de la prisión de Wandsworth en una furgoneta después de haber pasado sólo 15 meses entre rejas. Su huída a Brasil (a través de España y Australia) y el posterior regreso al Reino Unido en mayo de 2001 están bien documentados.
El veredicto
La banda recibió condenas por un total de 307 años de prisión. A pesar de la enorme cantidad de dinero robado, casi ninguno de los ladrones pudo vivir felizmente con las ganancias logradas ilegalmente.
Buster Edwards terminó trabajando en un puesto de flores en la estación de Waterloo. Aunque recibió mucha publicidad en 1988, cuando Phil Collins lo interpretó en la película sobre el robo, terminó quitándose la vida en 1994.James Hussey y Thomas Wisbey fueron condenados en 1989 por tráfico de drogas, mientras que Charles Wilson fue asesinado a tiros en España.
Hay que decir que el gran robo del tren fue brillantemente planeado y ejecutado. Que aparte del ataque contra el conductor del tren, no fue un atraco violento y no se utilizaron armas de fuego. Los asaltantes lograron robar mucho más dinero de lo que habían planeado y tal vez fue la codicia en la distribución del botín lo que les llevó a ser descuidados y dejar tantas huellas detrás, sellando su propio destino.
F.J.de C.
Madrid 18 de diciembre de 2.013
NOTA: Tomado de Últimas noticias - Lainformacion.com,
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