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viernes, 10 de agosto de 2018

In Memoriam: Agosto de 1.945, el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki en Japón.

Estos días, 6 y 9 de agosto, se conmemora el 73º aniversario de los bombardeos con bombas nucleares a  Hiroshima y Nagasaki ordenados por Harry S.Truman, Presidente de los EE.UU. de América.

La bomba nuclear llamada “Little Boy” fue lanzada por el bombardero Enola Gay  sobre Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana; la bomba estalló sobre el centro de Hiroshima a una altura de 580 metros matando al instante a unas 70.000 personas. La onda expansiva, a unos 6.000 grados de temperatura, no dejó un edificio en pie y carbonizó árboles a 120 kilómetros de distancia.
Varios minutos después, el hongo atómico se elevó a unos 13 kilómetros de altura, expandiendo una lluvia radiactiva que condenó a muerte a las miles de personas que habían escapado del calor y las radiaciones. Dos horas después habían muerto unas 120.000 personas, 70.000 habían resultado gravemente heridas y el 80% de la ciudad había desaparecido.Pero el horror no había terminado. Días después de que la bomba atómica destruyera la ciudad, los médicos comprobaron asombrados que la gente seguía muriendo en forma enigmática y aterradora, de síntomas desconocidos; al principio los médicos y cirujanos trataban las quemaduras como cualquier otra, pero los pacientes se licuaban por dentro y morían. Ningún médico había visto nada igual.

La segunda bomba nuclear, llamada “Fat Man”  fue lanzada el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki.En esta ocasión fue de plutonio (la otra lo era de uranio), el doble de potente que la anterior.A dos kilómetros a la redonda del epicentro, quedó todo masacrado, incluso edificios enteros y hasta 8 kilómetros a la redonda murieron personas y dejó las ciudades en ruinas. Durante los días posteriores tuvieron lugar diferentes tormentas de fuego, con vientos de hasta 60 kilómetros por hora.
Hiroshima tenía 350.000 habitantes y Nagasaki 270.000 antes de la tragedia; se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían asesinado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, de los cuales la mitad fallecieron los mismos días de los bombardeos.
Entre las víctimas, del 15 % al 20% murieron por lesiones o enfermedades atribuidas a los efectos de la  radiación.
En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles.
La versión oficial del gobierno estadounidense y de su entonces presidente, Harry S. Truman, fue que los ataques resultaron cruciales para obligar a Japón a rendirse e incluso para evitar que se perdieran más vidas que en una invasión convencional. Sin embargo, documentos militares de EE.UU. desclasificados recientemente, apuntan a un escenario donde un doble ataque siempre estuvo entre sus planes como una forma de evaluar sobre seres humanos, el verdadero poder destructivo de las bombas de uranio y plutonio que hasta entonces solo habían sido probadas en desierto de los Alamos.
Así, Truman intentó demostrar al mundo que los  EE.UU.tenían a su alcance un impresionante poder de destrucción.
Telford Taylor, el que fuera fiscal jefe en los Juicios de Nuremberg (donde condenaron a miembros destacados del régimen nazi) sugirió en un libro suyo publicado en los años 70,  que el bombardeo de Nagasaki constituyó un crimen de guerra.
Hasta el mismo sucesor de Truman en la presidencia, el General Dwight D. Eisenhower,IKE,  criticó de hecho en su autobiografía de 1963 ambos ataques ordenados su antecesor.
La historia es maestra de la vida”,  que decía Cicerón en De Oratore (en latín :Historia magistra vitae est );algo parecido decía nuestro gran Miguel de Cervantes,  que consideraba la Historia  “madre de la verdad”. En realidad, ambas sentencias son  expresiones de deseo, esperanzas de que así sea, apuestas al futuro respecto de que la historia sirva para algo bueno, precisamente porque consustancial a ella es la verdad transmitiendo la idea de que el estudio del pasado debe servir como una lección para el futuro; ello es lo que, humildemente,  pretendemos con este artículo.
F.J. de C.
Madrid, 9 de agosto de 2.018