sábado, 26 de noviembre de 2016

Fidel Castro.


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El líder cubano Fidel Castro ha muerto, en su cama,  a los 90 años de edad; reciente en este blog con motivo de su nonagésimo cumpleaños se publicó el siguiente artículo:

 Su hermano y actual presidente Raúl Castro informó hoy, en una alocución en la televisión estatal cubana:

"Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 10.29 horas de la noche falleció el comandante en jefe de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz".

Todos los  medios de comunicación destacan hoy el suceso y son también numerosos los artículos de opinión, laudatorios unos, peyorativos otros, pero que en todo caso reflejan el hecho indudable de que con sus luces y sombras, la historia del siglo XX y en particular la de América no puede entenderse sin Fidel Castro.
De entre todos, me complace destacar el publicado en Libertad Digital por el ilustre intelectual cubano y español, Carlos Alberto Montaner (*) que seguidamente reproduzco.
F.J. de C.
Madrid, 26 de noviembre de 2.016



“La historia no lo absolverá”, por Carlos Alberto Montaner:

Fidel Castro ha muerto. ¿Qué leyenda de 10 palabras hay que poner en su lápida? "Aquí yacen los restos de un infatigable revolucionario-internacionalista nacido en Cuba". Me niego a repetir los detalles conocidos de su biografía. Pueden leerse en cualquier parte. Me parece más interesante responder cuatro preguntas clave.¿Qué rasgos psicológicos dieron forma y sentido a su vida, motivando su conducta de conquistador revolucionario, cruce caribeño entre Napoleón y Lenin?Era inteligente, pero más estratega que teórico. Más hombre de acción que de pensamiento. Quería acabar con el colonialismo y con las democracias, sustituyéndolas por dictaduras estalinistas. Fue perseverante. Voluntarioso. Audaz. Bien informado. Memorioso. Intolerante. Inflexible. Mesiánico. Paranoide. Violento. Manipulador. Competitivo al extremo de convertir el enfrentamiento con Estados Unidos en su leitmotiv. Narcisista, lo que incluye histrionismo, falta total de empatía, elementos paranoides, mendacidad, grandiosidad, locuacidad incontenible, incapacidad para admitir errores o aceptar frustraciones, junto a una necesidad patológica de ser admirado, temido o respetado, expresiones de la pleitesía transformadas en alimentos de los que se nutría su insaciable ego. Padecía, además, de una fatal y absoluta arrogancia. Lo sabía todo sobre todo. Prescribía y proscribía a su antojo. Impulsaba las más delirantes iniciativas, desde el desarrollo de vacas enanas caseras hasta la siembra abrumadora de moringa, un milagroso vegetal. Era un cubano extraordinariamente emprendedor. El único permitido en el país.¿Cómo era el mundo en que se formó?Revolución y violencia en estado puro. Fidel creció en un universo convulso, estremecido por el internacionalismo, que no tomaba en cuenta las instituciones ni la ley. Su infancia (n. 1926) tuvo como telón de fondo las bombas, la represión y la caída del dictador cubano Gerardo Machado (1933). Poco después le llegaron los ecos de la guerra civil española (1936-1939), episodio que sacudió a los cubanos, especialmente a alguien, como él, hijo de gallego. La adolescencia, internado en un colegio jesuita dirigido por curas españoles, fue paralela a la Segunda Guerra (1940-1945). El joven Fidel, buen atleta, buen estudiante, seguía ilusionado en un mapa europeo las victorias alemanas. El universitario (1945-1950) vivió y participó en las luchas a tiros de los pistoleros habaneros. Fue un gangstercillo. Hirió a tiros a compañeros de aula desprevenidos. Tal vez mató alguno. Participó en frustradas aventuras guerreras internacionalistas. Se enroló en una expedición (Cayo Confites, 1947) para derrocar al dominicano Trujillo. Era la época de la aventurera Legión del Caribe. Durante el Bogotazo (1948), en Colombia, trató de sublevar una comisaría de policía. Los cubanos no tenían conciencia de que el suyo era un país pequeño y subdesarrollado. Como Llave de las Indias y plataforma de España en el Nuevo Mundo, los cubanos no conocían sus propios límites. Esa impronta resultaría imborrable el resto de su vida. Sería, para siempre, un impetuoso conspirador dispuesto a cambiar el mundo a tiros. No en balde, cuando llegó a la mayoría de edad se cambió su segundo nombre, Hipólito, por el de Alejandro.¿En qué creía?Fidel aseguró que se convirtió en marxista-leninista en la universidad. Probablemente. Es la edad y el sitio para esos ritos de paso. El marxismo-leninismo es un disparate perfecto para explicarlo todo. Es la pomada china de las ideologías. Fidel tomó un cursillo elemental. Le bastaba. Le impresionó mucho ¿Qué hacer?, el librito de Lenin. Incluso los escritos de Benito Mussolini y de José Antonio Primo de Rivera. No hay grandes contradicciones entre fascismo y comunismo. Por eso Stalin y Hitler, llegado el momento, cogiditos de mano, pactaron el desguace de Polonia. Los comunistas cubanos, como todos, eran antiyanquis y estaban convencidos de que los problemas del país derivaban del régimen de propiedad y de la explotación imperialista auxiliada por los lacayos locales. Fidel se lo creyó. Sus padrinos ideológicos fueron otros jóvenes comunistas: Flavio Bravo y Alfredo Guevara. Fidel no militó públicamente en el pequeño Partido Socialista Popular (comunista), pero su hermano Raúl, apéndice obediente, sí lo hizo. Allí se quedó en prenda hasta el ataque al cuartel Moncada (1953). Fidel se reservó para el Partido Ortodoxo, una formación socialdemócrata con opciones reales de llegar al poder que lo postuló para congresista. Batista dio un golpe (1952) y Fidel se reinventó para siempre, con barba y uniforme verde oliva encaramado en una montaña. Era su oportunidad. Había nacido el Comandante. El Máximo Líder. Sólo se quitó el disfraz cuando lo sustituyó por un extravagante mameluco deportivo marca Adidas.¿Cuál es el balance de su gestión?Desastroso. Prometió libertades a los cubanos, los traicionó y calcó el modelo soviético de gobierno. Acabó con uno de los países más prósperos de América Latina y diezmó y dispersó a la clase empresarial, pulverizando el aparato productivo. Tres generaciones de cubanos no han conocido otros gobernantes durante cincuenta y tantos años de partido único y terror. Extendió la educación pública y la salud, pero ese dato lo incrimina aún más. Confirma el fracaso de un sistema con mucha gente educada y saludable incapaz de producir, hambrienta y entristecida por no poder vivir siquiera como clase media, lo que los precipita a las balsas. Fusiló a miles de adversarios. Mantuvo en las cárceles a decenas de miles de presos políticos durante muchos años. Persiguió y acosó a los homosexuales, a los cultivadores del jazz o el rock, a los jóvenes de pelo largo, a quienes escuchaban emisoras extranjeras o leían libros prohibidos. Impuso un macho feroz y rural como estereotipo revolucionario. El 20% de la sociedad acabó exiliada. Creó una sociedad coral dedicada públicamente a las alabanzas del Jefe y de su régimen. Por su enfermiza búsqueda de protagonismo, miles de soldados cubanos resultaron muertos en guerras y guerrillas extranjeras dedicadas a crear paraísos estalinistas o a destruir democracias como la uruguaya, la venezolana o la peruana de los años sesenta. Carecía de escrúpulos políticos. Se alió a Corea del Norte y a la teocracia iraní. Apoyó la invasión soviética a Checoslovaquia. Defendió a los gorilas argentinos en los foros internacionales. El 90% de su tiempo lo dedicó a jugar a la revolución planetaria. Deja un país mucho peor del que lo recibió como a un héroe. La historia lo condenará. Es cuestión de tiempo.


(*) Carlos Alberto Montaner Suris (La Habana, 3 de abril de 1943) es un periodista, escritor y político cubano, que tiene, además, la nacionalidad española y la estadounidense. Apoyó la Revolución Cubana, en 1959 que derrocó a Fulgencio Batista, aunque solo por unos meses, hasta que "empezó a ver los fusilamientos con juicios repudiables y las sentencias de cárcel arbitrarias".
Ha ganado varios premios relevantes y colaborado con periódicos de renombre internacional.Ha publicado unos 27 libros; los dos últimos son las novelas Tiempo de canallas y Otra vez adiós, editados por Alfaguara(Santillana).
Su trabajo ha sido distinguido por instituciones como la Comunidad Autónoma de Madrid, y el Instituto Juan de Mariana. Fue, además, hasta 2011, vicepresidente de la Internacional Liberal. El gobierno de Cuba, sin embargo, considera a Montaner un agente estadounidense, y ha llegado a relacionarlo con actividades terroristas en su juventud, acusaciones que Montaner ha negado en diversas oportunidades, considerando que se trata de una campaña difamatoria, como ha explicado en el libro El otro paredón, publicado en 2011 por la editorial e-riginal en Estados Unidos. En octubre de 2012 la revista Foreign Policy lo eligió como uno de los 50 intelectuales más influyentes de Iberoamérica.


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