miércoles, 18 de noviembre de 2015

Ciencia y Arte: Radiografiando el Arte.


Descubrimiento de los rayos X
Cuando Wilhelm Röntgen empezó sus experimentos con el tubo catódico a finales del s. XIX no podía imaginar que su trabajo iba a revolucionar de inmediato varios campos de la ciencia, especialmente de la medicina. Al igual que ha sucedido con otros grandes descubrimientos de la humanidad el azar jugó un papel crucial en este caso.
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Röntgen y radiografía de la mano de su mujer.
Röntgen estaba estudiando el comportamiento de los rayos catódicos cuando observó que un material fluorescente colocado en otro punto de la habitación se iluminaba. El genial científico alemán inmediatamente comprendió que esto solo podía ser debido a que ciertos rayos eran capaces de traspasar el papel y activar el material fluorescente. De este modo, dada la naturaleza desconocida de esta radiación, la bautizó como rayos X y se lanzó a estudiar sus aplicaciones. Pronto vio que los rayos X eran capaces de traspasar ciertos materiales en mayor medida que otros; así, mientras que podían atravesar el tejido humano, los huesos y los metales mostraban mayor opacidad. Gracias a esta observación pudo realizar la primera radiografía de la historia, la de la mano de su mujer Bertha.
Por su gran labor en el estudio de los rayos X Röntgen fue merecedor del primer premio Nobel de Física en 1901. La invención de la radiografía supuso un extraordinario avance en el diagnóstico médico aunque en cualquier caso, la aplicación de la radiografía no se limitó solo al uso médico, también supuso un gran avance para el estudio de objetos inanimados como pueden ser piezas de ingeniería o, como en el caso que nos ocupa, obras de arte.
La radiografía de obras de arte.
Al igual que sucede con el cuerpo humano, una obra de arte está compuesta por un gran número de compuestos que absorberán los rayos X en mayor o menor medida.La radiografía consiste precisamente en tomar una fotografía de la medida en la que los rayos X atraviesan los diferentes elementos químicos de un objeto.
Así, la piel de la obra de arte sería el barniz aplicado para protegerla de los agentes externos que, también en este caso, será atravesada con facilidad por los rayos X, ya que está formada por resinas y aceites orgánicos. Los pigmentos usados para crear la obra interactuarán con los rayos X de diferente manera dependiendo de su origen. Los pigmentos inorgánicos que contienen metales pesados como el plomo (albayalde) o el mercurio (bermellón) absorberán en gran medida la radiación dejando una característica “mancha” blanca en la radiografía. Otros pigmentos con compuestos menos pesados atenuarán la radiación en función de su densidad y su composición, de modo que se podrán ver las diferentes “capas” que forman la obra. Gracias a la radiografía de una obra de arte podemos por lo tanto obtener valiosísima información sobre estado de la obra, sobre la técnica artística del pintor y sobre la composición subyacente o arreglos que se hayan ido realizando a lo largo del proceso creativo. En los últimos años esta técnica ha servido para la atribución correcta de ciertas obras, la identificación de fraudes y para conocer mejor el proceso que siguió el artista en su creación. Veamos a continuación algunos de los casos más llamativos:
Un cuadro de Leonardo da Vinci protagoniza  la primera autentificación judicial.
La Belle Ferronniére que hoy en día es atribuida a Leonardo da Vinci protagonizó uno de los juicios más sensacionalistas de los años 20 en Estados Unidos.Un matrimonio de Kansas declaró tener la copia original de la obra gracias a una herencia recibida por la mujer, Andrea Hahn, de origen francés. Sin ni siquiera ver la obra, uno de los más poderosos marchantes de la época, Sir Joseph Duveen, declaró que la obra era falsa, lo que le costó una demanda por parte del matrimonio Hahn ya que la afirmación de Duveen imposibilitaba la venta del cuadro. El juicio fue un acontecimiento para la época y se expuso la obra de los Hahn junto al supuesto original del Louvre para que los mayores expertos pudiesen examinarlos.
Imagen 1. La Belle Ferronniére atribuida a Leonardo da Vinci (1495-99, 63×45 cm) y la del matrimonio Hahn (antes de 1750, 55x44 cm).
Imagen 1. “La Belle Ferronniére” atribuida a Leonardo da Vinci (1495-99, 63×45 cm) y la del matrimonio Hahn (antes de 1750, 55×44 cm). Fuente: Brewer, John (2005) Art and Science: A Da Vinci Detective Story

Pese a que la gran mayoría declararon que el cuadro original era el del Louvre, Sir Duveen perdió el pleito ya que la altanería de los expertos que basaban su opinión en sus impresiones sin apoyarse en evidencias científicas no convenció al jurado americano cuyos miembros no tenían conocimiento alguno de arte. Paradójicamente, se había realizado una radiografía de la obra del Louvre que mostraba numerosas modificaciones en el proceso de composición (pentimenti) que evidenciaban su originalidad. De todos modos, el hecho de que la técnica todavía no estuviese suficientemente avanzada y que el propio Duveen no confiase en los métodos científicos supuso que no se le diese importancia durante el juicio. Hoy en día se considera que la obra del matrimonio Hahn es una copia francesa más tardía mientras que la obra del Louvre se le atribuye a Leonardo o a uno de sus alumnos. En cualquier caso, este juicio supuso un antes y un después en la autentificación de obras de arte ya que por primera vez los expertos tuvieron a su alcance rigurosas pruebas científicas.
Dos cuadros de Van Gogh en un solo lienzo
La autenticidad del cuadro Naturaleza muerta floral con amapolas y rosas estaba en entredicho desde que el museo Kröller-Müller holandés lo añadiese a su la colección en 1974. De hecho, el cuadro fue considerado como anónimo en 2003 tras un profundo estudio ya que había varios indicios como el excesivo tamaño del lienzo, la posición de la firma y el abultado grosor de la capa pictórica impropios del estilo de Vicent van Gogh. Pero una vez más los avances científicos permitieron esclarecer la verdad: en 2012, gracias a una innovadora técnica de rayos X, se obtuvo una imagen extraordinaria de una pintura subyacente.
Naturaleza muerta floral con amapolas y rosas de Vincent van Gogh (1886-87, 99x79 cm) y una radiografía de la misma obra con un giro de 90⁰.

“Naturaleza muerta floral con amapolas y rosas” de Vincent van Gogh (1886-87, 99×79 cm) y una radiografía de la misma obra con un giro de 90⁰. Fuente: van der Loeff (2012)


Este dibujo oculto muestra a dos hombres semidesnudos peleando, lo que concuerda con una carta que Van Gogh escribió a su hermano Theo a principios de 1886, en la que le cuenta que se había pintado el torso desnudo de dos luchadores. Precisamente, la imagen que se puede observar gracias a los rayos X. En aquella época el pintor holandés se encontraba en Amberes realizando un curso y en la escuela se usaban lienzos del tamaño de la obra (100x80cm) lo que justifica que ésta sea mayor que otras del artista. Reutilizar lienzos era una costumbre bastante extendida en la época y este es el motivo de que Van Gogh emplease un trazo más grueso en esta obra.
Picasso: Vida y muerte en el mismo cuadro
El cuadro La vie (1903) de Picasso es un claro ejemplo del complejo entramado que se puede encontrar bajo una obra preparada para observarse en dos dimensiones. Este óleo nos muestra una pareja de amantes en lo que se ha interpretado como una complejísima alegoría al amor profano o a un simbólico ciclo de la vida.
 La vie de Pablo Picasso (1903, 196x129 cm) y una radiografía de la misma obra.
“La vie” de Pablo Picasso (1903, 196×129 cm) y una radiografía de la misma obra. Fuente: The Cleveland Museum of Art


El amante es Carlos Casagemas, compañero de juventud de Picasso que, tras un desengaño amoroso y un intento fallido de asesinar a Germaine (la amante), se suicidó. La muerte de este amigo impactó terriblemente a Picasso que se sumió en el conocido como periodo azul durante el cual realizó varias obras en su honor, entre ellas la que nos ocupa. Pero tras esta imagen superficial, de por sí abierta a múltiples interpretaciones, se esconde un trasfondo muchísimo más profundo. Pues bien, el examen científico ha demostrado ser de gran utilidad en esta misión.
La radiografía realizada en 1978 en el museo de arte de Cleveland donde se encuentra el cuadro mostró un dibujo previo muy diferente al final y numerosos pentimenti.
Lo que sabemos a ciencia cierta gracias a los rayos X es que toda esta composición fue pintada encima de otra obra anterior expuesta por un jovencísimo Picasso en la Exposición Universal de Paris en 1900. Así, además de descubrir el proceso creativo de la obra, la radiografía permitió localizar una obra que se creía perdida. No deja de ser paradójico que Picasso pintase La vida sobre una obra de temática mortuoria que le había unido a su amigo Casagemas en el viaje a París.
F.J.de C.
Madrid, 18 de noviembre de 2.015

Nota: Resumen de artículo publicado en  “Naukas.com” por el investigador postdoctoral en Química Analítica Dr. O. González.

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