lunes, 24 de marzo de 2014

Adolfo Suarez. In memoriam.S


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S.M. El Rey con Adolfo Suárez, cuando este ya esta enfermo.
 Uno, que ya tiene una edad, recuerda vivamente la época de Adolfo Suárez , A.S., como Presidente y los despiadados ataques que sufrió por parte de  todos los que, cual modernos Jeremías, lamentan estos días su triste desaparición, con lágrimas de cocodrilo o mas bien de plañidera profesional en un entierro de pueblo de la profunda ESPAÑA.
Me deja por tanto muy  perplejo ver, hoy 24/03/14, en todas las televisiones, las imágenes de las largas colas para rendir postrero homenaje al difunto A.S., y me recuerda las del ya lejano noviembre del 75  cuando cientos de miles de ciudadanos de Madrid rendían su último homenaje de adhesión al Caudillo FRANCO.
Es bien conocida la afición de los ciudadanos en general, y de los “paseantes en cortes” , en particular, al espectáculo gratuito, afición  que se incrementa exponencialmente  con la morbosidad del evento funerario.
Por su parte y como es bien  sabido, los juntaletras, plumíferos y escritores de cualquier pelaje, se dedican, en estas ocasiones, a producir artículos funerarios loando las excelsas virtudes de cualquier difunto al que maltrataron en vida, incluso calumniaron  o como mínimo despreciaron.
Tal ha sido ahora con el desdichado A.S., enfermo de  Alzheimer,  durante los últimos años y finalmente fallecido tras lenta agonía.

Para confirmarlo, basta leer todas las ediciones de nuestros medios de comunicación escritos, visuales, escuchados, o publicados  en las llamadas  redes sociales .

Uno de los, aparentemente,  mas afectados por el deceso, Su Majestad el Rey,  quizás no recuerde como conjugó, en su momento, el verbo “borbonear”  aplicado al, ahora, tan llorado, Adolfo Suárez.

Pero también su progenitor, Don Juan, el Conde De Barcelona, siempre clarividente y dispuesto a facilitar el camino de su augusto hijo, que exclamó al conocer el nombramiento de A.S. como Presidente:
«Imposible, imposible, imposible».

Los mas encarnizados enemigos de A.S., sin embargo,  estaban precisamente entre los miembros de su propio partido, pues como muy bien dijo W. Churchill, ”estos son auténticos enemigos, los otros, son adversarios”.

El día de su dimisión, enero de 1.981 yo estaba en viaje de trabajo en Bilbao y al llegar al hotel, en la tv escuché el patético discurso en el que A.S. hizo pública su renuncia a la presidencia; no lo he olvidado.

La noticia, no por menos esperada, me dejó bastante conmocionado pues confirmaba la situación de gravísima crisis que se vivía en España esos días; baste recordar la escalada de atentados  de ETA, el llamado “ruido de sables”, la operación Galaxia, y la cada vez mas descarada rebelión de “ los barones de UCD” sin olvidar los ataques de la “jauría socialista”  que ya olía sangre.
No quiero caer en la tentación de realizar un juicio político sobre este singular personaje; no conozco los entresijos de la Historia, pero estoy seguro que esta pondrá en su sitio su auténtico valor como hombre de Estado que indudablemente ha sido.
Sus valores humanos, sin embargo, han sido excepcionales y así lo atestiguan todos los que le han tratado personalmente.
Finalmente, no me resisto a enlazar el artículo

¡Qué error, qué inmenso error!

que publicó el diario El Pais, el 8 de julio de 1976, firmado por Ricardo de La Cierva, (Don Cierva para el malvado Umbral).Merece la pena leerlo hoy, cuando A.S. todavía esta de cuerpo presente en el Congreso.
Que Dios le tenga en su Gloria.



F.J.de C.
Madrid, 24 de marzo de 2.014


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