Los asesinatos cometidos en Francia por Mohamed Merah, y la reciente muerte de éste tras atrincherarse frente a las fuerzas de seguridad galas, han servido de excusa para que que se le cuestionara al consejero de Interior del Gobierno vasco, Rodolfo Ares, sobre la posible existencia de elementos extremistas islámicos en Euskadi. El número dos del Ejecutivo de Patxi López ha reconocido la presencia de "algún núcleo muy pequeño y puntual" de islamismo radical, ha afirmado que la Ertzaintza se ha reforzado para actuar en este ámbito y ha apelado a “hacer prevención”. Pero de lo que no ha hablado Rodolfo Ares es de las conexiones del mundo ETA-Batasuna con los elementos más sectarios de los casi 20.000 musulmanes afincados en el País Vasco.
En este sentido, hace algunos años, cuando las fuerzas de seguridad comenzaron a desmantelar por orden judicial decenas de herriko-tabernas existentes en el País Vasco, algunos policías mostraron su asombro al encontrar reiteradamente, en muchos de estos locales, fotografías e imágenes laudatorias del presidente de Irán, el integrista islámico Mahmud Ahmadineyad, y de Bin Laden, cerebro de los atentados del 11-S en Nueva York y Washington...
Y es que más allá de las complejas, variables e intensas relaciones que ETA, a lo largo de su historia, ha cultivado con diferentes organizaciones terroristas de corte islamista, el independentismo vasco proetarra siempre ha mantenido una mirada de cercanía identitaria con los palestinos, a quienes contemplan de forma similar al auténtico “pueblo vasco”, "oprimido, represaliado, despreciado y abandonado", de Oriente Próximo. A su vez, el radicalismo islamista representado fundamentalmente, aunque no en exclusiva, por Hamas, ha encontrado en el País Vasco un ejemplo perfecto de cómo en el mundo occidental también hay otros “pueblos humillados” y otras “naciones sin estado” que luchan, tanto “militar” como políticamente, por su liberación.
Pero, por encima de esta convergencia de intereses estratégicos e inmediatos, hay res eletmentos ideológicos básicos que hacen converger las estrategias y los objetivos del fanatismo proetarra con el totalitarismo ideológico islamista: odio ciego hacia las democracias liberales; apelación hacia el irracionalismo (político, cultural, económico o religioso) como elemento de cohesión grupal; aborrecimiento de las libertades individuales; y legitimación sin fisuras de la utilización de la violencia terrorista como medio para alcanzar el gran “objetivo final”. De hecho, no son pocas las ocasiones en las que los asesinos de la banda terrorista han “admirado”, tanto pública como privadamente, la capacidad organizativa, la falta de escrúpulos y los instintos suicidas de sus homólogos islamistas. Mikel Zubimendi, un psicópata etarra actualmente encarcelado, expresó muy claramente esta sensación tras los atentados del 11-M en Madrid: “Los moros sí que saben hacer una ‘ekintza’”. (“Ekintza”: “Acción”, en euskera. Término utilizado por los etarras para denominar a un atentado)
Durante los últimos años, la creciente llegada al País Vasco, como al resto de España, de un importante número de inmigrantes islámicos, ha facilitado los encuentros entre proetarras e islamistas. En este punto, es importante destacar que la mayor parte de la población musulmana instalada en Euskadi (20.000 personas, aproximadamente) se ha aclimatado de una forma modélica, pacífica y ejemplar a las costumbres occidentales, pero la pequeña proporción de musulmanes islamistas que ha llegado a esta comunidad no ha perdido tiempo para entablar relaciones con los siempre demasiados vascos proetarras que viven entre nosotros.
Las fuerzas de seguridad tienen constancia de cómo durante los últimos meses se han celebrado varias reuniones entre jóvenes de distintas organizaciones árabes extremistas y de la autodenominada “izquierda abertzale” para poner en marcha lo que han definido como “una organización internacional única que sirva de punto de encuentro del movimiento juvenil palestino”. En el lanzamiento de esta iniciativa (ver fotografía adjunta) estuvieron presentes, entre otros, Miren Legorburu y Alasne Olaizola, dos destacadas líderes de la autodenominada “izquierda abertzale” que firmaron la muy esclarecedora declaración final del encuentro: “Palestina y Euskadi son dos pueblos hermanos luchando por su libertad”.
Esta alianza del entorno proetarra con los grupos violentos internacionales que quieren acabar con Israel, que no hay que olvidar que es el gran bastión de las democracias occidentales en Oriente Próximo, se ve reforzado, además, por las constantes muestras de apoyo que desde el mundo nacionalista vasco y desde ámbitos de izquierda de Euskadi se lanzan hacia el islamismo radical. Para muestra, un botón. Todos los sindicatos independentistas vascos, a los que se ha sumado Comisiones Obreras, hicieron público hace unas semanas un manifiesto en el que mostraban su adhesión a las diferentes campañas que se han puesto en marcha para boicotear a Israel y se comprometían a “no colaborar con la política de 'apartheid' en Palestina y la ocupación ilegal en sus territorios". Del terrorismo de Hamas, de la falta de libertades en los países árabes, de la proliferación del integrismo islamista, de los ataques humillantes a extensos sectores de la población en estas regiones (mujeres, homosexuales, etc.), no tocaba hablar entonces. Ni nunca.
Raul González Zorrilla
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