La preocupación por el terrorismo islámico crece en el mundo
occidental y no es para menos. Pero, creo, no deberíamos perder
tiempo, horrorizándonos, ni intentar comprenderlo (o a cualquier otro
tipo de terrorismo), porque es la guerra y hay que estar preparados.
Como cuando los colonos del Far West (y nosotros con ellos) gritábamos a pleno pulmón: los indios, los indios. Es la guerra, no declarada formalmente; pero es la guerra.
Distinta de otras, pero con la misma finalidad: la DOMINACIÓN;
justificada con declaraciones sobre la defensa de ideales politico
económicos, motivaciones religioso-transcendentes, cruzadas de
liberación de un pueblo oprimido-nacionalista; en fin.
En el caso del terrorismo islámico, qué hay que hacer; pues lo que se
está haciendo: "que la pericia y profesionalidad de las fuerzas de
seguridad y servicios de inteligencia de los Estados prevengan (y
yugulen) las desgracias terroristas" que amenazan la civilización
occidental. Y en aquellos países en los que una minoría, atacando con un ejército, más o menos regular, dirigido por talibanes pretende
imponer un estado islámico a una mayoría, enfrentarles otro ejército
bien dotado. Es lo que se está haciendo en uno y otro caso y yo creo
que muy bien. No se puede hacer otra cosa.
El salafismo radical, que es hablar del terrorismo islámico, tiene un
doble objetivo: extender el Islam por tierra de infieles por las
buenas o por las malas, la islamización de Europa, es decir, de la
civilización occidental de inspiración júdeo cristiana, (también de
otros países), objetivo que se han fijado los islamistas radicales que
consideran que existe un vacío espiritual que sólo el Islam puede
llenar. Y reislamizar las sociedades musulmanas a partir de lo que
ellos entienden como ortodoxia: que no exista independencia entre los
ámbitos religioso y político y se subordine el segundo al primero; y
así el imán de Lérida extiende su policía islamista a otras ciudades
con la misión de detectar al pecador, amonestarlo, aislarlo; y, si no
se arrepiente, qué: pues tienen con él unas palabras desagradables; y
las mujeres lo tienen peor porque, desde luego, cobran (amonestad a
aquellas que teméis que se rebelen, abandonadlas en el lecho,
golpeadlas!, Corán, 4-34). Y si esto es en España, qué no será en los
Estados regulados por el Islam.
Y en esta vertiente de reislamizar el Islam, descansa la radical
oposición (todo es radical) a que en el seno de los países islámicos
no existan Iglesias, centros de culto, meditación o instrucción a
donde asistan practicantes cristianos, judios; y si existen, o son
ateos, los persiguen y matan y los convierten en mártires (testigos de
su fe).
Por eso, Benedicto XVI se refiere a las persecuciones contra la
Iglesia católica por el Islam y proclama la libertad religiosa como
consubstancial al hombre: "Pienso de modo particular en la querida
tierra de Iraq, que en su camino hacia la deseada estabilidad y
reconciliación sigue siendo escenario de violencias y atentados.
Vienen a la memoria los recientes sufrimientos de la comunidad
cristiana, y de modo especial el vil ataque contra la catedral
sirio-católica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Bagdad, en la
que el 31 de octubre pasado fueron asesinados dos sacerdotes y más de
cincuenta fieles, mientras estaban reunidos para la celebración de la
Santa Misa. En los días siguientes se han sucedido otros ataques,
también a casas privadas, provocando miedo en la comunidad cristiana y el deseo en muchos de sus miembros de emigrar para encontrar mejores condiciones de vida."
"Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor
número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día
ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad,su fe en Jesucristo, y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa ... necesaria para la realización de un
auténtico desarrollo humano integral".
"Negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar
una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público
de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no se
ajusta a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana".
Todo es radical en el Islam y no existe la tolerancia. No hay coacción
en religión; la buena dirección se distingue claramente del escarrío.
Quien no cree en los Taghuts (diablos) y cree en Allah, ese tal ase
del asidero más firme, de un asidero irrompible (Corán, 2-256).
El deseo de lograr la unión de todos los musulmanes, y la voluntad de
extender el islam por todo el planeta son objetivos indefectiblemente
unidos porque la civilazación occidental se presenta para el emigrante
musulmán como un modelo a imitar y para los talibanes de corrupción y;por otro lado, el procedimiento incruento para extender el Islam en
tierra de infieles es precisamente aumentar mediante la natalidad su
presencia en estos países de emigración. Del cruento ya hemos hablado demasiado.
Sobre la creciente dominación en España, esperemos que nuestros nietos no sean fieles de Alá, sino fervientes cristianos. Esto es el lejano oeste, y vemos a los indios que, ya, ribetean las colinas. Pero, es difícil que puedan ser seducidos por una religión tan bárbara.
Porque el Corán, es la palabra "eterna e increada" de Alá, trasladada
al árabe (lengua litúrgica y teológica a la espera de convertirse en
lengua ecuménica) y por tanto no cabe otra interpretación que la
literal y sólo se complementa con la Sunna (la conducta del Profeta)
y el Hadit (breve relato en el que los compañeros del Profeta recogen
sus palabras); finalmente, el Fiqh (las opiniones de juristas)
compatibiliza opiniones contradictorias del Corán y de la Sunna y
convierten sus normas en legislación aplicable.
Así en el Fiqh encontraremos la regulación de los golpes que un marido puede propinar a su esposa en los términos que utiliza el Imán de Fuengirola (los golpes se han de administrar a unas partes concretas del cuerpo como los pies y las manos, debiendo utilizarse una vara no demasiado gruesa, es decir ha de ser fina y ligera para que no deje cicatrices o hematomas en el cuerpo.
Y, hablando de mujeres, qué decir del Paraíso, que viene a llenar los
más profundos anhelos del ser humano ... varón. "Entre las máximas
delicias ... el reposo bajo árboles frondosos (entre azufáitos sin
espinas y liños de acacias, en una extensa sombra, cerca de agua
corriente y abundante fruta, inagotable) sobre lechos recamados de
piedras preciosas, vino y manjares exquisitos, la relación amorosa con doncellas puras que son recreadas por Alá como vírgenes intactas después de cada relación sexual (las huríes de grandes ojos,
semejantes a perlas ocultas), visión de felicidad eterna, orientada a
los sueños masculinos.
Pero como ocurre siempre, el pueblo llano, la mayoría de la población,
gente buena que trabaja sometido a las dificultades cotidianas para
sacar adelante a su familia, que reza y hace el bien, no es la que
amenaza y pone en peligro la civilización occidental. Son los menos,
los iluminados nacidos, dicen, para redimir a la humanidad, sin ser
Dios, apoyándose en la literalidad del Islam y en una terrible
institución, la Yihad, que les asegura el Paraíso: "¡creyentes!
¿queréis que os indique un negocio que os librará de un castigo
doloroso? ¡Creed en Alá y en su enviado y combatid por Alá con vuestra hacienda y vuestras personas! así, os perdonará vuestros pecados ...
Es una religión muy poco apetecible para convertirse a ella y, lo que
es peor, muy peligrosa para quien no la practica.
cuncún
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