sábado, 19 de septiembre de 2009

NO AL ABORTO: Nueva Ley dictaminada por el Consejo de Estado


Seguidamente se reproduce un interesante articulo editorial del diario ABC de 19/09/2009 acerca del dictamen emitido por el Consejo de Estado y que de inmediato ha sido manipulado por las terminales mediáticas del Gobierno como un decido apoyo a sus tesis criminales-abortistas. Si bien el documento es mucho mas matizado que lo pregonado por los goebelianos propagandistas del gobierno, es de lamentar la infantilidad de algunos consejeros, algunos, incluso, ilustres cristianos y democratas, que lo han apoyado con perniciosa unanimidad sin emitir votos particulares que desmientan el mensaje que se lanza a la opinion y que es el siguiente: EL CONSEJO DE ESTADO APOYA
POR UNANIMIDAD LA LEY DEL ABORTO.
F.J.


Un dictamen muy oportuno.ABC, 19-09-2009

EL Gobierno se ha procurado una satisfacción in extremis en el tortuoso camino de su reforma del aborto con el dictamen favorable emitido por la Comisión Permanente del Consejo de Estado, aprobado por una sorprendente unanimidad de sus nueve integrantes. Este dictamen era preceptivo, pero carece de fuerza vinculante, aunque para el Gobierno es una credencial con la que intentará compensar la opinión contraria del Consejo Fiscal y la ausencia de informe -por la profunda división interna entre sus vocales- del Consejo General del Poder Judicial. Ya advirtió el Ministerio de Igualdad que, dijera lo que dijera el Consejo de Estado, el anteproyecto de ley de ampliación del aborto no iba a cambiar. Ahora menos, después de haber recibido un dictamen complaciente, que pone pegas de menor entidad y facilita al Gobierno la simbólica cesión en el asunto de las jóvenes de dieciséis años, caso en el que el Consejo de Estado sugiere que sus padres estén al tanto de la decisión de abortar. La opinión del Consejo de Estado es tan legítima como la de cualquier otra institución consultiva, aunque sus dictámenes sean un trámite más para el Gobierno, como el que rechazaba el carácter urgente del decreto ley sobre televisión digital terrestre o el que advertía de la inconstitucionalidad del matrimonio entre homosexuales.

A reserva de conocer el detalle del dictamen, llama la atención que el Consejo de Estado lo haya aprobado por unanimidad, sin registrar una discrepancia de pareceres que es habitual no sólo en otros órganos consultivos que ya han opinado al respecto, sino también en todas las instituciones, parlamentos y tribunales nacionales y extranjeros que se han pronunciado sobre el aborto. Por definición, el tratamiento legal de la muerte voluntaria del feto -esto es el aborto- no puede generar hoy en día unanimidad. Menos aún cuando existe un precedente tan claro e ilustrativo como la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985, que estableció la inconstitucionalidad de una ley que desprotegiera absolutamente al feto frente a la voluntad de la madre, que es lo que sucede con una ley de plazos. Sentencia a la que, por cierto, contribuyó decisivamente quien ha sido ponente del dictamen del Consejo de Estado, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, portavoz parlamentario de Alianza Popular cuando este partido recurrió ante el TC la primera ley del aborto. Otros consejeros permanentes que han votado a favor de la constitucionalidad del anteproyecto también podrían hacer una autocrítica de coherencia con su trayectoria personal, jurídica y política. Este dictamen, que no pasó por el informe previo de los letrados del Consejo de Estado -lo que es insólito-, ni ha sido aprobado por su pleno -porque el Gobierno decidió darle un oportuno trámite de «urgencia»-, da un respiro al Gobierno, como el mismo jueves reconocía el jefe del Ejecutivo al afirmar que «avala nuestro proyecto». Pero la batalla política sigue esperando en el Parlamento, donde el PP ha comprometido su voto en contra; la jurídica, en el Tribunal Constitucional; y la social, en las movilizaciones de los sectores de la sociedad opuestos a legalizar la muerte gratuita de decenas de miles de seres humanos con la excusa de que resuelven problemas económicos, psíquicos o personales, para los que actualmente hay sobradas alternativas mucho más justas, civilizadas y modernas que el exterminio de una vida.

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