-¿Cómo valoran la acogida que está recibiendo la campaña?
-Está consiguiendo en buena parte algo de lo que deseábamos y es que el protagonista del debate sobre el aborto tenga voz. No se puede silenciar, no escuchar la voz sin palabras de los que van a nacer y sobre cuya vida se decide.
-Entre las voces más críticas está la del portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio Alonso, quien acusó a la Iglesia de buscar la cárcel para las mujeres que aborten...
-Con esta campaña, la Iglesia no busca la cárcel de nadie. Lo que busca es la justicia, el reconocimiento del derecho fundamental de todos a vivir. Ese derecho debe estar protegido por la ley. ¿Cómo está protegido técnicamente? y en caso de ser violado ¿Cuáles son las penas que deben estar establecidas? Son cuestiones técnicas en las que la Iglesia no entra directamente y mucho menos en el destino concreto de los implicados en cada caso. Son los jueces los que tienen que ver en cada caso qué tipo de penas corresponde a quien haya quebrantado un derecho fundamental como éste.
-El Gobierno insiste en que el debate sobre la despenalización del aborto está «aceptado y superado» por la sociedad...
-No se puede ser juez y parte en un juicio. Entonces, quien puede decir si un debate social está cerrado o no es la sociedad y por lo que estamos viendo la sociedad no piensa que el debate sobre la protección adecuada para los seres humanos que van a nacer esté cerrado. Contra los hechos no hay argumentaciones
que valgan.
-¿Echan en falta los obispos la ausencia de consulta por parte del Gobierno?
-El Episcopado no pretende ser un interlocutor del Gobierno para todos los asuntos posibles que afectan a la vida social. En este campo, las partes implicadas son las asociaciones de madres, de padres de familias, las organizaciones pro vida, y los especialistas en los ámbitos de la sanidad. Ellos son los que llevan este asunto y ahí es donde se debe dar el debate y donde el Gobierno debería recoger cuáles son las diversas opiniones que hay. Nosotros hemos querido contribuir a la clarificación de la conciencia de los católicos y de todos los que buscan la verdad sobre este asunto y no pretendemos suplantar a ningún otro actor social.
-Uno de los argumentos que usa el Gobierno para justificar la reforma es abordar «el conflicto de intereses» entre la madre y el no nacido, pero ¿se garantiza el derecho a ser madre?
-Lo justo en este debate no es plantear un derecho de la mujer como algo contrario al derecho del niño que va a nacer. Esta disyuntiva es falsa. Si se presentan como magnitudes en contraposición se violará el derecho a la vida del que va a nacer, pero también se violarán los derechos de la madre a ser madre. La Iglesia desea promover un ambiente amigo de la madre y de la maternidad. Esa es la manera de enfocarlo, no plantear el asunto como un conflicto de intereses. Puede haber dificultades pero tienen solución y la solución no puede ser una acción que siempre compromete moral, física y humanamente a la madre y que la convierte también en víctima. Lo justo es proteger la vida de los que van a nacer y ayudar a las madres.
-La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha acusado a la Iglesia de «devaluar» al lince con esta campaña...
-Nuestra campaña no pretende en modo alguno devaluar el interés por la vida de las especies en peligro de extinción. Al contrario, apoyarse en la sensibilidad que existe actualmente respecto de la protección de especies animales en extinción para suscitar la pregunta y el debate acerca de la necesidad de proteger también, más y no menos, la vida de los seres humanos que van a nacer contribuye a ennoblecer la causa de la protección de la fauna y de la flora. Lejos de deslegitimarla es un punto de apoyo que consideramos positivo para avanzar en la protección más a fondo de la vida de los seres humanos que van a nacer.
- Con la aprobación de leyes como la de reproducción asistida, biomedicina o la futura reforma de la ley del aborto, ¿la vida tiene que reunir cada vez más requisitos para ser considerada una vida digna en España?
- No hay nada que nos legitime para quitar la vida a un ser humano inocente por ninguna característica particular de salud, genotipo, fenotipo, apariencia, oportunidad o inoportunidad. Eliminar a un ser humano inocente es algo que degrada moralmente a quien comete esa violación.
-Allí está el caso del «bebé medicamento». Algunos de los embriones utilizados han sido descartados por no reunir las características para poder curar a su hermano enfermo...
-Ha habido ideologías, sobre todo en el siglo XX, que hablaban de «vidas humanas no dignas» o «indignas de la vida humana» pero eso es una contradicción en los términos. ¿Quién puede declarar a un ser humano indigno de vivir? Esto es erigirse en jueces de la vida de los demás. Esta mentalidad viene propiciada por las capacidades de la técnica que permite que el ser humano sea producido en los laboratorios. Es entonces cuando empieza también a ser valorado por sus posibles utilidades. Con esta mentalidad, que degrada al ser humano, entramos en lo de la calidad de vidas humanas y empezamos a hablar de vidas que no nos sirven o que no sirven a alguien o vidas que incluso no servirían a la propia persona que empieza a considerarse a sí misma indigna de vivir. Esto es una las caras oscuras de nuestra civilización, con lo cual no estamos dando un juicio negativo de nuestra civilización sino alertando de que las técnicas y la ciencia de nuestros días, que en sí son buenas, deben ser utilizadas a favor del ser humano.
-¿Qué le parece la idea de algunas cofradías de apoyar en esta Semana Santa la campaña ?
-Las cofradías llevan tiempo preocupadas por este asunto, por el debate público fragmentario que ha habido hasta ahora sobre el aborto y ya hace tiempo estaban pensando cuál podía ser su contribución. Por tanto, su iniciativa es coherente y digna de ser agradecida por toda la sociedad.
-¿Apoyarán los obispos con su presencia las manifestaciones convocadas por las asociaciones pro vida este fin de semana?
-Los obispos animan a contribuir con todos los medios legítimos a las asociaciones que defienden la vida, según la reciente nota de la Subcomisión para la Familia y la Vida.
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