El 27 de abril de 2006 Garzón acudía a la Universidad de Nueva York a un ciclo de conferencias - por una cátedra a su vez patrocinada por el Banco Santander- por la que el juez cobró 203.000 dólares. El acto está «esponsorizado por Antonio Navalón y el Grupo Santillana». Es decir, por Prisa. Casimiro García Abadillo, en El Mundo, da las claves de por qué el imperio mediático apoya, mima y respalda al polémico juez.
¿Quién le metió el gusanillo de Nueva York en el cuerpo?, se pregunta García Abadillo en el diario de Pedrojota. La clave: Antonio Navalón.
"Sí, fue él quien le abrió los ojos a la importancia de ser un juez global en un mundo global. Era lógico que el juez que procesó a Pinochet y a Bin Laden acabara dirigiendo una cátedra en la Universidad de Nueva York. Y, como diría su patrocinador, «si además aprendes inglés, es la leche»".
"Sabía muy bien Navalón que tenía que hacer buenas migas con el juez Garzón", asegura Abadillo. "Temía que le empitonaran en el oscuro asunto de Argentia Trust: la desaparición de 600 millones de Banesto en una misteriosa sociedad situada, cómo no, en un paraíso fiscal. Conde le apuntó con el dedo. Antonio estaba nervioso y movió sus hilos".
"Luego se explicaron muchos de sus compañeros en la Audiencia por qué Garzón no paraba de hacer gestiones frente a la Fiscalía para que no imputaran de Navalón. Y, además, tuvo la, digamos suerte, de que el ponente de la sentencia fuera nada menos que Ventura Pérez Mariño, que había compartido escaño socialista con Garzón. Así que el marrón se lo comió solito Conde tras una sentencia dictada en marzo de 2007 y que ha marcado un hito por lo insólita: se condenó por apropiación indebida al banquero sin siquiera esperar los resultados de una comisión rogatoria que estableciera quién diablos había tras la enigmática Argentia Trust".
Y recuerda Abadillo en su crónica que "el abogado de Navalón fue José Manuel Gómez Benítez, el ahora vocal del Consejo General del Poder Judicial que ha defendido a capa y espada la candidatura de Garzón a la Presidencia de la Audiencia Nacional. Natural".
"Pero las cosas no pasan por casualidad. Les pediré que hagan otro pequeño esfuerzo de memoria: 1997. ¿Qué ocurrió aquel año que tuvo patas arriba a la Audiencia Nacional? Claro: el caso Sogecable.
Coincidencias. Fue en febrero de 1997 cuando el juez Javier Gómez de Liaño admitió la querella que presentó Jaime Campmany contra Jesús Polanco y los directivos del grupo Prisa por un supuesto delito de apropiación del dinero de sus clientes de Canal Plus.
Les recuerdo que fue Garzón quien, en un auto también para enmarcar, en el que se abstenía sobre la recusación de su compañero Gómez de Liaño, permitió no sólo que la querella muriera de inanición, sino que coadyuvó a la posterior condena de su, en tiempos, amigo y aliado".
Y Abadillo menciona "un detalle".
"En una tarde de finales de marzo de 2007 (ya absuelto de Argentia Trust, también ayudado por Jaime García Añoveros, consejero de Prisa, como reconoció él mismo ante el Supremo), Navalón recibió una llamada del juez Joaquín Navarro en la que le informaba de que el abogado Antonio García-Trevijano le había leído el supuesto auto dictando la prisión de Polanco.
¿Quién dio todos los argumentos a Matías Cortés, abogado de Polanco, para inhabilitar a Gómez de Liaño? Navalón.
¿Quién puso sobre la mesa no sólo los datos, sino que le hizo ver a Garzón los enormes beneficios que obtendría a cambio para que se abstuviera sobre la recusación? Navalón".
Concluye así El Mundo:
"Ahora, muchos de ustedes se explicarán no sólo por qué el mayor comisionista del reino fue nombrado por Prisa como delegado en México, sino por qué dicho grupo mediático apoya, respalda y alienta a un juez que no puede resistir la tentación de ser el muerto en el entierro y el niño en el bautizo."
1 comentario:
Excelente investigación. Siempre acaban los hilos por hacer aparecer a los cadaveres ocultos. Y a los sinverguenzas.
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