Bank of America va camino de su segundo paquete de ayuda. De hecho, puede tratarse de una nacionalización encubierta, 'de facto' si no 'de iure', porque, al igual que en el caso de Citigroup, a finales de noviembre, el Estado va a garantizar una parte de sus activos. En el caso de Citi, eso se ha traducido en una cesión de su gestión al Tesoro, la Reserva Federal y el Congreso.
Por ejemplo, ese banco ahora apoya la petición de los demócratas de que los jueces puedan fijar las condiciones de las hipotecas. Eso es algo a lo que otros bancos más saneados—muy notablemente JP Morgan— se oponen.
Así que los rescates están de moda. Incluso hay hasta un Juego del Rescate (Bailout Game), un divertido juego online, en el que usted es el Tesoro de EEUU y tiene que ir rescatando bancos. Debe decidir cuáles salva y cuáles deja caer. Y, si le pilla la recesión, pierde.
Ahora bien, una de las cosas más llamativas de las recesiones es cómo destruyen el equilibrio fiscal. A poco que un país deje de crecer, su déficit se dispara. Para comprobarlo no hay más que ver este otro juego, en el que uno es "el primer ministro de un país europeo de tamaño moderado". Resulta muy, muy difícil ganar, lo que en este caso supone ganar las elecciones y sanear las cuentas públicas. Aunque, a cambio, no tiene todo el sarcasmo del juego del rescate.Ambos juegos tienen una característica común: están diseñados por liberales. En el del rescate, si usted se pasa salvando bancos, la recesión le pilla. En el del ministro de Finanzas, los límites impuestos a la deuda pública son draconianos, y de hecho serían violados de inmediato por muchos de los autoproclamados liberales que en el mundo gobiernan o han gobernado, desde Ronald Reagan y Margaret Thatcher hasta ese gran socialista encubierto llamado George W. Bush.
En cualquier caso, después de jugar a estos dos juegos, uno se queda con pocas ganas de decir aquello tan socorrido de "los problemas de este país los solucionaba yo en un cuarto de hora", o "lo que hay que hacer es esto". Gobernar es difícil. Lo fácil es estropear las cosas. Y perder el juego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario